Furor por la comida sobre ruedas

Los coloridos carritos que ofrecen delicias gastronómicas están en todos lados. Desde café y postres elaborados hasta choclos con manteca y sandwichs de carne, los food trucks amplían su oferta y son cada vez más buscados para eventos públicos y privados. Las claves de un fenómeno que llegó para quedarse.

Son el boom del momento. Color, creatividad, diseño, rapidez, calidad y variedad de sabores constituyen la fórmula ganadora de los carritos que hacen furor en todo el mundo y ahora llegaron a San Juan. La venta de comida sobre ruedas no es nueva ni propia y de hecho los más viajeros ven desde hace tiempo a los famosos food trucks en las ciudades más importantes del mundo. En la provincia, el concepto fue incorporado hace décadas tanto por los clásicos carros pancheros y choripaneros como por los Jugos Bonnano, que se convirtieron en un sello de San Juan. Sin embargo, la idea de la cocina ambulante fue redefinida en los últimos años al combinar la accesibilidad y rapidez de los camiones con la diversidad de opciones gastronómicas de primera calidad.

En la provincia, los primeros trucks con comida gourmet aparecieron tímidamente en fiestas de casamientos, bajo el impulso de jóvenes que habían visto el potencial de esta tendencia en sus viajes por el mundo. La idea prendió rápidamente y cada vez más familias optaron por contratar los simpáticos carritos para tener en sus festejos una nueva forma de presentar la tradicional mesa dulce, la barra de tragos o las opciones del “después de cena”. Pero los camioncitos no quedaron reducidos al ámbito privado. Eventos de acceso público como la Fiesta de la Cerveza y el Torneo Cordillerano de Salto se lucieron con los vistosos móviles y fue así como captaron la atención del Ministerio de Turismo y Cultura, que este año decidió sumarlos a algunos de los puntos turísticos clave.

Estas vacaciones de invierno, los food trucks estuvieron en el Castillito, la parada típica del dique de Ullum; la Hostería de Zonda; y el Museo de Ciencias Naturales, en donde atendieron a las numerosas familias que fueron a ver la muestra de dinosaurios.

 

Una asociación para seguir creciendo

Aunque todavía son pocos en relación a los que hay en las grandes ciudades, ya son varios los emprendedores que apostaron a este modelo de negocios. Muchos son “nativos” del food truck (se dedican exclusivamente a esta modalidad) pero también están los propietarios de locales tradicionales que no quisieron quedar afuera de la tendencia. Unos y otros pertenecen a la Asociación de Food Trucks San Juan, actualmente formada por Dulcemanía (café, cupcakes y variedad de postres), Meat Point (Sanguchería Premium), Star Chips (frituras), Maldito Perro (panchos gourmet), Helados Glup´s, Trailer Bar (barra de tragos) y Chocloneta (una bicicleta que vende choclos bañados en mantecas saborizadas).

“La asociación reúne a food trucks con distintas opciones porque la idea es no repetir. Estamos abiertos a otros emprendedores pero hay ciertos requisitos por cumplir, como el manejo de normas de seguridad y estándares de calidad”, explica Agustín Balverdi, el presidente de esta agrupación.

La asociación promueve la contratación tanto en forma conjunta como particular y tienen prevista la realización de una Feria de Food Trucks para la primera semana de octubre, que incluirá shows musicales y feria de artesanos, para toda la familia. Entre otros proyectos, también está el de contar con un espacio fijo para todo el año, sin dejar de lado la participación en fiestas públicas o privadas.

 

Hacia la regulación

Aunque en grandes ciudades como Buenos Aires es más común verlos en la vía pública, en San Juan los food truck solo trabajan por contratación de particulares u organismos públicos, en fechas y lugares puntuales. Esta forma de funcionamiento contribuye a que aún no estén regulados de manera oficial. Sin embargo, desde la asociación que los nuclea explican que todos  los que administran estos “camiones-restorán” han realizado el curso de manipulación de alimentos y facturan a través del monotributo. De todos modos, las exigencias para los que cocinan in situ son mayores a las que tienen quienes solo operan como lugar de expendio. En el primer caso, deben contar con cañerías, matafuegos, heladeras para mantener la cadena frío y agua caliente, entre otras cosas y todos los vehículos necesitan llevar la patente 101 más la numeración correspondiente para poder circular. “No estamos en la vía pública porque somos una opción distinta a los carritos pancheros. Tenemos otro packaging, diseño y merchandising”, explica Fernanda Flores, socia de Agustín Balverdi en Dulcemanía.

 

Los precios para los eventos

El costo de contratar a una de estas “gastronetas” es variable, de acuerdo al tipo de evento para el que se lo solicite y la clase de productos utilizados. Los trucks más económicos, como la Chocloneta, piden alrededor de 30 pesos para un mínimo de 70 personas. En el caso de los panchos gourmet, el valor gira cerca de los 70 pesos por persona y en Dulcemanía manejan un monto de entre 70 y 120 pesos por persona. Cuando se trata de ferias públicas, los precios en general son accesibles y adaptados al mercado.

Además de ofrecer materia prima de calidad, los costos tienen que ver con el gasto fijo que los propietarios tienen en el packaging, que deben renovar diariamente.

 

Carros con diseño  

Desde los típicos trailers y casas rodantes hasta una original bicicleta, cualquier vehículo es bueno para sumarse a la cocina sobre ruedas. Tanto en la estructura como en el diseño, la originalidad es la clave y la finalidad, llamar la atención y buscar una marca de identidad. Para estar a tono, los dueños recurren a diseñadores gráficos que creen un logo y una estética no solo para el carro sino también para todos los envases y elementos que son parte del producto.

Este aspecto es tan importante que es considerado fundamental entre los requisitos que impone la asociación sanjuanina para formar parte de este grupo.

 

La opción favorita de los millenials

Aunque para muchos se trata de un descubrimiento actual, la venta de comida sobre ruedas tuvo su germen hace más de un siglo en Estados Unidos. Fue el ranchero Charles Goodnight quien, en 1866, tuvo la idea de convertir una carreta en una cocina móvil para almorzar en su camino de Texas a México. Esta innovación comenzó a expandirse en ese país tras la Segunda Guerra Mundial, cuando este método, que se utilizaba para alimentar a los soldados, salió del ámbito militar. Durante muchos años, las películas estadounidenses mostraron los típicos carros de helados, que poco a poco se instalaron en otros lugares del mundo. Sin embargo, la comida gourmet sobre ruedas recién apareció en el siglo XXI. La crisis económica que afectó a Estados Unidos hace diez años llevó a que muchos restaurantes cerraran y algunos chefs optaron por montar sus negocios sobre carros. Así, los consumidores se volcaron a estos camiones, que ofrecían buena comida a un precio menor.

Así, los food trucks dejaron de estar asociados exclusivamente a la comida rápida y hoy se expanden por todo el mundo al compás de los nuevos hábitos urbanos. La libertad de trabajo para los chefs y la posibilidad de aprovechar el tiempo para consumidores que anhelan vivir nuevas experiencias –sin tener que hacer una reserva-, lograron seducir al público millenial, el principal promotor y destinatario de esta tendencia. 



            

GALERIA MULTIMEDIA
FOOD TRUCKS: Durante las vacaciones de invierno, el Museo de Ciencias Naturales fue uno de los lugares que recurrió a los food trucks para ofrecer una alternativa diferente a las familias que fueron a ver a los dinosaurios.
FOOD TRUCKS: Gonzalo Ruiz administra junto a su hermano Leandro el carro “Maldito Perro”, que ofrece panchos gourmet, con diversidad de agregados y salsas caseras.
FOOD TRUCKS: Liliana Herrero junto a sus sobrinos nietos Augusto y Costantino Jolivot y Santiago Martín probaron los helados del truck de Glup´s, atendido por Romina Riveros. La heladería de Raúl Alonso es una de las marcas tradicionales que decidió apostar por esta nueva forma de gastronomía ambulante.
FOOD TRUCKS: Star Chips surgió como el resultado de los viajes que Enzo Novelli y Gonzalo Anes (en la foto) hicieron por el mundo. Estos amigos se inspiraron en los carritos que vieron en diferentes ciudades y armaron uno propio, que hoy tiene éxito con la venta de frituras.
FOOD TRUCKS: Meat Point – Sanguchería Premium fue uno de los trucks que estuvo en el Castillito, disponible para los turistas y deportistas que pasan por este punto clave en el dique de Ullum. En la foto, José Yanzón recibe su sanguche de parte de Karina Meza.
FOOD TRUCKS: Fernanda Flores y Agustín Balverdi son los propietarios de Dulcemanía, el truck que hace furor en casamientos, cumpleaños y fiestas de todo tipo, como una nueva modalidad de mesa dulce. También son convocados para ferias en lugares públicos como el dique de Ullum.
FOOD TRUCKS: Alejandro Thebault, Fiorela y Osvaldo Vargas, Jonathan Thebault y Sandra Vargas aprovecharon el buen clima del fin de semana para almorzar en el Castillito.
FOOD TRUCKS: Roxana y Camila Montiel y Candela Lucci también pasaron por el dique.
FOOD TRUCKS: José Yanzón, Julio Nacusi, Néstor Gaetano, Andrés Castillo, Sergio Cabrera y Eduardo Madrid se fueron hasta el dique en moto y almorzaron en Meat Point, antes de seguir su recorrido.
FOOD TRUCKS: Adelante, Daniel Zungri, Florencia Aguiar, Lourdes Blanco, Fernanda Díaz, Guillermina Aguiar, Pilar Flores, Valentina Gallo y Andrea Díaz. Atrás, Sebastián Aguiar, Martín y Juan Cruz Flores y Federico Aguiar.
FOOD TRUCKS: Marta Agüero y David Ordines almorzaron en la Hostería de Zonda con sus hijos Bautista y Baltazar y aprovecharon para comprar también en el truck D´Paso, “café sobre ruedas”.
FOOD TRUCKS: Hugo, Tomás y Celia Vargas, en el sector externo de la Hostería de Zonda.
FOOD TRUCKS: Franca Fior, Ricardo Blarasin, Lisandro y Marcio Coria, Pierina Blarasin y Adriana Fili almorzaron al pie de la Quebrada de Zonda.