El lado íntimo del poder… que pocas veces se cuenta

Un trabajo preparado por Juan Carlos Bataller.
(La mayor parte de estas anécdotas formaron parte del libro Anécdotas de la política sanjuanina – El lado humano de la política)

NO VENIR A LA CIUDAD CON ALPARGATAS
Durante la gobernación de Domingo Morón SE dictó un edicto policial que fue muy comentado en su momento.
Eran tiempos en que se esperaba una pueblada de los sectores obreros, asfixiados por la situación económica imperante. Ante ello, Morón dictó un edicto prohibiendo “el acceso a la ciudad a los grupos de más de tres personas que calzaran alpargatas”. También prohibió el uso del poncho.
No era la vestimenta precisamente lo que temía Morón sino que le organizaran una revolución. Y que trajeran las armas bajo el poncho. Pero cuando se le preguntó cuáles eran los argumentos para dictar el edicto, respondió con total convicción:
—Porque las alpargatas y el poncho son ofensivos para la cultura de la Capital.

“PARA QUE SUFRAN LOS RICOS”
Gobernaba Victorino Ortega y San Juan aspiraba convertirse en una ciudad importante. En 1.811, Ortega planeó el reemplazo del empedrado con piedra bola de las calles céntricas, obra de Nazario Benavides que continuó Virasoro —ambos gobernadores asesinados— por adoquines de madera. El gasto fue afrontado por los vecinos, como mejora de los inmuebles por lo que se autorizó a la municipalidad a emitir 800 mil pesos en títulos denominados “bonos de pavimentación”, al 7 por ciento de interés y 10 por ciento de amortización anual.
El trabajo fue efectuado, tanto en lo que hacía a la nivelación de calles como el contrapiso de cemento y los cordones de las veredas.

Pronto, las calles quedaron hermosas, con su adoquinado de madera. Pero hubo un detalle que los técnicos no tuvieron en cuenta: el factor climático. Y la madera -siempre ha sido así- se hinchaba con la humedad. A la primera lluvia de verano, el pavimento reventó. Y pronto el agua comenzó a arrastrar los adoquines calle abajo. El caso es que debieron pasar veinte años antes que las calles del centro de San Juan volvieran a tener pavimento.

Correspondió al gobernador Juan Maurín y el intendente Silvio Baistrocchi la tarea de pavimentar 500 cuadras con hormigón armado. Pero en ese lapso, las calles fueron un desastre. Y mientras más de un horno era alimentado con los trozos de madera, las gestiones se sucedían sin éxito ante los gobiernos nacionales en busca de financiamiento.

En 1913 vino a la provincia el ministro de Obras Públicas de la Nación, Carlos Meyer Pellegrini, para inaugurar la reconstrucción del dique Nivelador. Lógicamente, las autoridades de la época aprovecharon la oportunidad para reiterar el pechazo. Y el ministro lanzó una frase que ofendió mucho a los sanjuaninos:
—Ponerle adoquines a estas calles es como calzar a paisanos con zapatos de charol.
Tanta fue la ofensa que el ministro tuvo que aclarar que no había querido decir “paisano” sino “criollo” y agregó demagógicamente una frase para “el paisanaje"
—Dejen las calles así, para que se rompan los autos de los ricos.
Con lo que no quedó bien ni con unos ni con los otros.

UN BOLIVIANO QUE TRAS SER GOBERNADOR LLEGÓ A SER PRESIDENTE DE SU PAÍS
José María Pérez de Urdininea  nació en Luribay, La Paz, Virreinato del Río de la Plata el 31 de octubre de 1784 y murió en La Paz, Bolivia el 4 de noviembre de 1865. Fue un militar y político boliviano de larga trayectoria en las guerras de independencia de su país y de la Argentina.
Desde enero de 1822 fue gobernador de la provincia de San Juan, cargo en que duró un año. Pertenecía al partido unitario. Y tras ser gobernador en San Juan llegó a ser presidente de Bolivia.

ECHADO POR “UNIVERSAL ACLAMACION POPULAR”
Un caso curioso es el de José Antonio Sanchez. Su mayor aportación a la provincia fue la creación del poder legislativo en reemplazo del Cabildo. Creó en 1821 una "Corporación Representativa del Pueblo", prevista con nueve diputados por la Capital y dos por Jáchal y Valle Fértil, que pasó a ser la Legislatura.

Durante su gobernación insistió constantemente ante los padres de Sarmiento en su empeño de que el joven asistiera al Colegio de Ciencias Morales en Buenos Aires para adquirir una educación sistemática. Sarmiento y sus padres se negaron a ello durante un tiempo, cuando accedieron y Sarmiento volvió de Chile para expresar su acuerdo, el mismo día que llegó, fue depuesto Sánchez por "universal aclamación popular" del pueblo de San Juan.

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EL GOBERNADOR MAS JOVEN FUE EL DE MAS LARGA TRAYECTORIA
Salvador María del Carril nació en San Juan el 5 de agosto de 1798 y murió en Buenos Aires el 10 de enero de 1883.
Llegó a la gobernación con sólo 24 años. Masón y liberal, fue seguidor del ideario rivadaviano e implantó en su cargo como gobernador una Constitución laica, inspirada en el modelo británico, que causó su caída tras un escandaloso movimiento que llegó incluso a quemar La Carta de Mayo en la Plaza Pública. Exiliado en Buenos Aires, asesoró a Juan Lavalle y dicen que fue el impulsor del fusilamiento de Manuel Dorrego por orden de aquél.

Del Carril fue un político muy discutido. Pasó en el exilio los años del gobierno de Juan Manuel de Rosas. Fue uno de los convencionales que sancionaron la Constitución Argentina de 1853 y fue nombrado luego vicepresidente de la Nación, compartiendo fórmula con Justo José de Urquiza. Tras la reincorporación de la provincia de Buenos Aires, el presidente Bartolomé Mitre lo designaría ministro de la Corte Suprema de Justicia. O sea que llegó a ejercer los tres poderes del Estado. Un caso único.
Afamado como erudito no menos que como hábil diplomático en su tiempo, la figura de Carril ha sido sistemáticamente denostada por la historiografía revisionista, que le reprocha su soberbia, su liberalismo irreflexivo y su enriquecimiento de dudosas fuentes durante su período de seguidor de Urquiza. La historiografía liberal, pese a las desavenencias que en su momento lo enfrentaron con algunas de sus personalidades, como su coterráneo Domingo Faustino Sarmiento, ha sido más generosa, enfatizando su erudición y su vocación europeísta.

LA REVOLUCIÓN DE LOS MUCHACHOS
En San Juan la destitución de gobernadores fue un hecho repetido a lo largo de la historia. Algunos fueron depuestos por revoluciones, otros destituidos por juicios políticos y hasta varios fueron asesinados. Pero un caso curioso fue el de don Filomeno Valenzuela, quien juró como gobernador interino de la provincia el 20 de febrero de 1.861. Valenzuela era un buen vecino, un hombre común, un personaje del montón sin condiciones para el mando. Su único mérito era pertenecer en un oscuro segundo plano al Partido Federal.

El comisionado federal, coronel Juan Saa quería dar una solución política rápida a su permanencia en la ciudad, luego del asesinato de Aberastain y vio en este buen hombre, teniente coronel de guardias nacionales, que había acompañado a Virasoro como jefe de policía, una salida. Así fue como Valenzuela de pronto se encontró con el cargo de gobernador interino. Y pasó lo que tenía que pasar. Sólo pudo sostenerse ocho días en el cargo. Pero la historia merece ser contada pues demuestra que la gobernación de la provincia no es un cargo fácil. Ya el coronel Saa se había ido de San Juan y un día don Valenzuela llega a las dependencias del viejo cabildo, ubicado sobre lo que hoy es calle General Acha, frente a la Plaza 25 de Mayo, montado en su caballo. En el momento que iba a descender de su caballo, apareció un grupo de unos 40 muchachos que lo hizo objeto de una rechifla ensordecedora, acompañada por ruidos de latas, mientras varias piedras lanzadas con hondas daban contra la humanidad de don Filomeno.

Los chicos, todos menores, estaban volviendo loco a hondazos a Valenzuela cuando aparecieron los coroneles Melchor de los Ríos y Francisco Domingo Díaz, los verdaderos promotores de la singular “revolución” y tomando del brazo al atribulado gobernador lo ayudaron a entrar al Cabildo donde éste, temblando aún, presentó la renuncia y se fue a su casa, abandonando definitivamente la política.
Así pasó sin pena ni gloria la gobernación de don Filomeno Valenzuela, el gobernador que fue derrocado por unos muchachos provistos de hondas.

EMPACHADOS DE PROGRESO
A lo largo de la historia los sanjuaninos siempre han hablado de la necesidad de impulsar un cambio como base para el crecimiento. —Hay que cambiar el modelo productivo. —Hay que diversificar la economía. —Hay que... Pero en realidad... ¿queremos ese cambio?

Durante el corto lapso que Sarmiento gobernó San Juan (9 de enero de 1.862 al 5 de abril de 1.864), su gestión se caracterizó por una marcada impronta renovadora y progresista. En el corto lapso que gobernó, creó escuelas, fundó villas, ensanchó e iluminó calles, alentó la minería... Lógicamente, para alentar el cambio hacía falta dinero. Y para que el Estado tuviera dinero era necesario cobrar los impuestos. Esto bastó para que Sarmiento se fuera quedando solo.

—Ya estamos empachados de progreso—, sostenía la oposición en sus discursos.
Hubo tumultos, manifestaciones y hasta renuncias de empleados de la administración pública. Los mismos sanjuaninos que lo recibieron como el hombre que los sacaría del atraso, ahora lo tildaban de loco.
Extrañamente —o no— los cabecillas eran los que siempre vivieron del presupuesto estatal.

—Hoy me encuentro sin un centavo en las cajas provinciales, con urgencias que me he creado deseando hacer del gobierno un elemento de progreso—, contaba el gobernador Sarmiento al presidente Mitre.

—Usted debió contentarse con hacer un gobierno modesto—, le contestó Mitre.
—Esta provincia, señor, está quebrada y no tiene más porvenir que las minas que a Dios gracias son buenas. Tengo mucho temor que el señor Sarmiento no concluya su período. Este hombre está triste. Quiso realizar un pequeño gobierno de Buenos Aires en una provincia y, naturalmente, esto no se puede conseguir. De manera que los sufrimientos domésticos lo han agobiado y refluyen en las cosas del gobierno. O más bien, hablando en plata, Sarmiento es un magnífico tribuno, un publicista de primera clase... pero inconveniente para gobernar. Creo que usted le haría un inmenso servicio enviándolo en alguna misión al extranjero...
La carta con estos conceptos fue enviada por el observador presidencial Régulo Martínez el 9 de octubre. Recibida por el presidente Mitre, éste buscó una salida airosa para el sanjuanino y lo designó ministro plenipotenciario en los Estados Unidos. Pocos días después, sin que el pueblo lo saludara como ocurrió a su llegada dos años antes, Sarmiento emprendía a lomo de mula un nuevo viaje a Chile, en el mayor de los silencios y las soledades.

EL SALTO DE LA GOBERNACION AL SENADO
Las cosas habían pasado de castaño oscuro y los Constituyentes de 1.878 decidieron ponerle coto. Ocurre que los gobernadores inmediatamente cumplían su mandato, y algunos aún antes, se hacían elegir senadores nacionales. Aquella Constitución, que entre otras cosas creó el cargo de vicegobernador, estableció en su artículo 72 que “es absolutamente prohibido elegir para senador del Congreso Nacional al gobernador o a sus ministros hasta los dos años siguientes al día en que dejaron de desempeñar dichos puestos. El senador o diputado que contraviniese a esta disposición, quedará ipso facto exonerado de su cargo y además inhabilitado por el término de cinco años para ejercer cualquier empleo público de carácter provincial”.

El elegido senador, en cambio, quedaba “inhabilitado para ejercer puestos públicos hasta diez años después de cesar de su cargo de senador”. Sólo un año más tarde, el gobernador Agustín Gómez propuso reformar la Constitución, especialmente lo referido al artículo 72. Y como no podía ser de otra manera, poco después Agustín Gómez… renunció al cargo de gobernador y se hizo elegir senador de la Nación el 12 de marzo de 1880, cargo que desempeñó hasta su muerte (fue asesinado en San Juan en 1.884).

LOS METODOS DE MODESTINO

A Cantoni lo acusaban de ser bárbaro pero lo cierto es que en aquellos años nadie se andaba con chiquitas: “todos somos angelitos en este país”, decía don Fico, dando a entender que no había “niños de pecho” en la política. El colmo de la manipulación política fue la intervención de Modestino Pizarro, un interventor radical que Hipólito Yrigoyen envió en 1928.

El 2 de marzo de 1930 hubo comicios para elegir tres diputados nacionales. La cantidad de votos fraudulenta fue tanta que el hasta ese momento el minúsculo Partido radical obtuvo 22.670 votos contra 2.885 de la fuerte Unión Cívica Radical Bloquista que salió segunda. El sábado en la noche la policía de Pizarro había salido a recorrer las calles. Cuando veían venir a un hombre caminando sólo, desde el camión se escuchaba el grito:
—¡Viva Cantoni, carajo!
Y el pobre caminante no podía dejar de compartir la expresión de adhesión:
—¡Viva!— respondía.
Inmediatamente paraban el camión y detenían al cantonista, al que le sacaban el documento. Resultado, en lugar de un voto para el cantonismo era uno para los radicales.

Centenares de denuncias hubo ese día de ciudadanos a los que le habían retenido el documento. Pero el presidente de la Corte, Alfredo Collado, hombre que vino con Modestino, las rechazó absolutamente a todas señalando en el acta que “esta junta no puede hacer mérito para fundar sólo en el secuestro de libretas un juicio adverso a la validez del acto electoral en razón de tratarse de simples denuncias, las que ni siquiera han sido ratificadas por sus autores...”


 “EL VOTO ES SECRETO”

Pizarro fue el inventor de la “cadena de votantes”. ¿En qué consistía? Muy sencillo: Se obtenía un sobre ya firmado por los fiscales. En ese sobre se colocaba el voto de los candidatos radicales, que eran Zavalla y Guerrero y se lo cerraba. Cuando el votante estaba en la cola se le hacía la propuesta:
—Este es tu voto. Echalo en la urna y después me traes el sobre que te den firmado por los fiscales.
—¿Y por quién voy a votar?
—Ah... eso a vos no te importa. El voto es secreto...
Hacían tan poco que se votaba obligatoriamente en el país...
Pero si el ciudadano se resistía a votar con el sobre, aparecía la propuesta:
—Vos echá este sobre y traeme el otro y te doy 50 pesos...

EL COMPAÑERO BASUALDO
Faltaban unos días para que Eloy Camus asumiera la gobernación y lo convocan a Buenos Aires para una reunión de gobernadores y ministros de Economía peronistas de todo el país con el presidente Cámpora.

Camus aún no había designado a su ministro de Economía. Trataba de convencer a un economista de primera línea, Rodolfo Ares, que fuera ministro de Perón, para que lo acompañara en la gestión. Ares, si bien tenía un gran respeto por Camus sólo había asumido un compromiso:
—Don Eloy, yo prefiero ser asesor de su gobierno y ayudarle en la elaboración de un plan trienal. Pero el ministro tiene que ser de San Juan.

Había que salir para Buenos Aires y allí no se podía “guitarrear”. Era necesario ir con los números bien afilados y exponer los lineamientos generales de la política provincial. Llegó la hora de la reunión y allí estaba el gobernador con su ministro.
—Les presento al ministro, el ingeniero Ricardo Videla.
Y “Ricardo Videla” habló como un peronista de la primera hora, expuso los números de la provincia con gran precisión y solicitó ayuda para las grandes realizaciones que necesitaba San Juan: el dique de Ullum, diversificación de la economía, Plan Huarpes de Promoción Industrial, fomento del cooperativismo, etc., etc.

Habló con tanta convicción y tanto conocimiento que recibió el aplauso más sostenido de la tarde de parte de sus colegas ministros. Por la noche, Camus invitó a comer a “su” ministro.
—Don Eloy, espero no haberme excedido esta tarde. Pero creo que son las cosas que hacen falta en la provincia y muchas de ellas ya están en marcha por lo que tenemos que seguir peleando para que se concreten…
—Estuviste muy bien Ricardo. Yo siempre dije que vos sos conservador pero rescatable…
El interlocutor era Ricardo Basualdo, ministro de Economía de Gómez Centurión, último gobernador de la Revolución Argentina…

EL PADRE DE LA AUTONOMIA FUE FUSILADO POR ORDEN DE SAN MARTIN
Mariano Mendizábal  nació en Buenos Aires, Virreinato del Río de la Plata, en 1778 y murió en Lima, Perú en  enero de 1822. En 1816 pasó al Ejército de los Andes, y al año siguiente participó de la campaña de José de San Martín a Chile, combatiendo en la batalla de Chacabuco.
Fue dado de baja en 1818, por mala conducta. Se estableció en San Juan y se casó con la hermana del teniente de gobernador, José Ignacio de la Roza. Cuando el regimiento de Cazadores de los Andes regresó a la Argentina en 1819, fue reincorporado al éste como capitán.

El 9 de enero de 1820, el capitán Mendizábal y el teniente Francisco Solano del Corro dirigieron una revuelta de oficiales subalternos y sargentos. El movimiento fue apoyado por el cabildo de San Juan, que incitó a los oficiales a arrestar a De la Roza, y poco después nombró a Mendizábal gobernador interino de la provincia de San Juan, segregada de hecho de la de Cuyo. En marzo sería nuevamente electo, como gobernador titular.

Mendizábal y Del Corro no pudieron contener a las tropas, de modo que la ciudad quedó sometida a un saqueo brutal. El gobernador Luzuriaga pretendió aplastar la revuelta; pero, a pedido del cabildo sanjuanino – y también tras considerar que militarmente estaba en inferioridad de condiciones – ordenó a las tropas regresar a Mendoza.
En buena medida, Mendizábal había asumido el gobierno por casualidad, y los autonomistas del cabildo comenzaron a querer deshacerse de él. La amenaza de ataques desde Mendoza lo obligaron a nombrar gobernador titular a Mendizábal a comienzos del mes de marzo; pero, cuando ésta se disipó, el 24 de marzo, se libraron de él: nombraron jefe del ejército provincial a Del Corro, y gobernador a José Ignacio Maradona.

Dicen que Mendizabal huyó con gran parte del tesoro provincial. De la Roza había informado al general San Martín de lo ocurrido acusando a Mendizábal de traición. San Martín tomó  una decisión drástica: tras un juicio de más de un año, en enero de 1822, Mendizábal fue condenado a muerte, degradado y fusilado como traidor a la patria ante una multitud, en la plaza central de Lima.

GALERIA MULTIMEDIA
José María Pérez de Urdininea nació en Luribay, La Paz.
1930 - El empedrado / Esta foto tiene un gran valor. Muestra la calle Rivadavia antes del pavimento. Se observa el adoquinado en primer plano. Pocos automóviles circulaban en ese entonces por la ciudad, por lo que alrededor de la plaza los vehículos mayoritarios era los famosos “coches de plaza”. Al fondo, la vieja catedral con sus cúpulas, su reloj y las estatuas que la distinguían. (Foto publicada en el libro "El San Juan que Ud. no conoció", de Juan Carlos Bataller; proporcionada por Pablo Batista de Optica Birle)
Salvador María del Carril, según un retrato de Santiago Paredes. Nació en San Juan el 10 de agosto de 1798 y falleció en 1883.
Domingo Faustino Sarmiento cuando era gobernador de San Juan.
Modestino Pizarro
Eloy Camus asumió como gobernador en 1973 y su gestión se extendió hasta 1976.