Historias de amor y coraje

En el Día de los Enamorados, cuatro parejas cuentan cómo nacieron las relaciones que transformaron sus vidas. A contramano del tiempo, la distancia y los obstáculos, vencieron prejuicios, miedos y limitaciones para apostar al amor.

Se acerca el 14 de febrero y la maquinaria del marketing se enciende a toda prisa. Comprar el “regalo ideal” para la pareja, reservar el lugar para una velada soñada o realizar una “escapada romántica son los “deberes” que se presentan para quienes están acompañados y persiguen de forma cansadora a los que están solos. Anuncios a toda hora acaparan la escena para anunciar la llegada de San Valentín, la fecha que recuerda al sacerdote romano que perdió la vida por su testaruda tarea de casar parejas pese a la persecución del Imperio Romano.

Pero fuera del marketing, los regalos y las leyendas, están las historias reales que, con o sin la flecha de Cupido, dan pruebas de la energía transformadora del amor en la vida de los amantes. Este es el caso de cuatro parejas que decidieron contar su historia de pasión, lucha, audacia y compromiso para mostrar la cara más humana del sentimiento más revolucionario y poderoso del mundo.





LUCIA Y GERARD
Un amor que recorrió el mundo

A los 22 años, la sanjuanina Lucía Vedia se enamoró de un ingeniero holandés y, después de intercambiar cartas durante seis meses, se casó para iniciar una vida llena de experiencias, desafíos y viajes por el mundo. Hoy el matrimonio vive en el mismo barrio que los reyes de Holanda.

 

La vida de Lucía Vedia siempre se caracterizó por la audacia. A los 22 años, decidió dejar la casa de sus padres en pleno centro sanjuanino para aventurarse a un mundo totalmente desconocido, llevándose solo sus conocimientos básicos de inglés y sus estudios de Ingeniería, a los que no dudó en plantar cuando el amor le tocó a la puerta. Ese amor llegaba desde Holanda, con 8 años más, y una exitosa carrera de ingeniero con la que daba la vuelta al mundo con megaproyectos de ingeniería civil.

“Gerard (Van Heck) vino a visitarme a San Juan y al término de una semana nos casamos”, cuenta la mujer que hoy vive feliz junto a su esposo en un pueblo cercano a La Haya, en donde también residen los reyes Máxima y Guillermo. Antes de fijar su residencia en ese lugar de ensueño, rodeado de bosque, dunas y playa, el matrimonio vivió en distintos países, como Irán, Paquistán, Estados Unidos, Japón, Tailandia, Singapur, Malasia e Indonesia. A muchos de ellos los acompañó también su hija, que heredó el espíritu aventurero y hoy recorre el mundo junto a su pareja, ejerciendo su profesión de abogada, especializada en Responsabilidad Social Empresarial. Durante el verano, Lucía deja el frío holandés para venir a San Juan y reencontrarse con sus afectos. En esta visita, compartió su historia con El Nuevo Diario.

 

-¿Cómo conociste a Gerard?

-Lo conocí cuando tenía 22 años y estaba estudiando Ingeniería en la UNSJ. Con mis compañeros viajamos a conocer la represa hidroeléctrica de Itaipú, en Corrientes. Nos hospedamos en un hotel en el que también estaba Gerard, que era ingeniero y venía de terminar un proyecto en la Guayana holandesa, enviado por la empresa en la que trabaja, que se dedica a realizar proyectos de gran envergadura. Era el año 77, en plena dictadura, y él me contó que tuvo que pasar numerosos controles de frontera, con mucha fuerza militar, porque vino en auto con una pareja brasileña.

 

-¿Qué te llamó la atención de él?

-Él tenía 30 años y yo lo veía como un ídolo porque ya estaba recibido, tenía experiencia internacional y hablaba distintos idiomas. Después de esos pocos días en Corrientes, pasamos seis meses comunicándonos por carta porque la comunicación telefónica era carísima. Muchas cartas no llegaban a tiempo y teníamos que numerarlas para que no hubiera malentendidos. Después él vino a San Juan a visitarme y nos casamos esa misma semana.

 

-¿En solo una semana decidieron casarse?

-Sí, en realidad él me propuso que me fuera con él para probar suerte y ver si me gustaba vivir allá. En esa época la sociedad holandesa era mucho más avanzada y para ellos era natural que una pareja conviva sin casarse. Pero en San Juan las cosas eran distintas y a mí ni siquiera me habían dejado irme sola a Buenos Aires hasta el aeropuerto. Él entendió que para irnos juntos lo mejor era casarnos y no tuvo problema en casarse esa misma semana. A mis padres les cayó bien desde el principio y mis hermanos estaban fascinados con él. Todo se dio a favor y nos casamos de forma improvisada en mi casa. Ni siquiera teníamos anillos y mis amigos Jorge y Cecilia Valentino nos prestaron los que habían usado ellos para su casamiento, un año antes. Inmediatamente nos fuimos a vivir a Karachi, en Pakistán, porque él estaba con una obra allá.

 

-¿No sentiste miedo de irte un país tan diferente y duro en el trato hacia la mujer?

-Siempre fui muy aventurera y me gustaron los retos porque lo conocido me aburre. En Karachi vivimos dos años y fue una gran experiencia. En esa época todavía estaba el Sha de Persia y era muy fuerte la economía del petróleo. Yo quería conocer todo ese mundo así que decidí usar el chador, la capa que cubre todo el cuerpo de la mujer y solo deja libres los ojos, para poder recorrer los lugares como local. Así pude empaparme de las cosas de la vida diaria, como por ejemplo subir a los taxis compartidos de Teherán en los que la gente viaja hacinada.

 

Aunque Lucía se encuentra completamente instalada y feliz en Holanda, nunca dejó de valorar y cultivar la cálida cultura latinoamericana, tan distante de la seriedad y el orden europeos. Con esa pasión por sus raíces, fundó la SOCIAPB, Sociedad Cultural Iberoamericana de los Países Bajos, en la que participan mujeres de habla hispana y holandesas que manejan el idioma. Actividades artísticas, conferencias, workshops y celebración de festividades forman parte de la agenda de esta asociación, que funciona en La Haya.

 

-¿Cómo es el pueblo holandés en el que viven?

-Vivimos en un pueblo muy cercano a La Haya. Andamos casi siempre en bicicleta porque allá es un estilo de vida que sirve para cuidar el planeta. Vivimos en el mismo barrio de la reina Máxima y todos pueden verla yendo al supermercado, de jean y andando en bicicleta. Es muy popular. Obviamente toda la familia va con seguridad. La hija va todos los días al colegio en bicicleta porque tratan de tener una vida lo más normal posible. Antes la gente se quejaba porque los reyes vivían como en una jaula pero hubo una evolución de las monarquías sociales en Europa y se volvieron a ganar el respeto de la población. Además, Máxima es sumamente inteligente y se mete a todo el mundo en el bolsillo.

 

-¿Han tenido contacto directo con ella?

-La gente en general saluda a los reyes pero no los molesta. Nosotros siempre vamos a la celebración que organiza la Embajada Argentina para el 25 de Mayo porque somos amigos de los embajadores, que viven en el mismo barrio. Casi siempre participan los padres de Máxima, que se quedan durante todo mayo porque ella cumple años ese mes. Lo curioso es que ellos pasan totalmente desapercibidos porque casi nadie los reconoce. Ellos tienen perfil bajo desde que Máxima y Guillermo se casaron, por la vinculación de Zorreguieta con la dictadura. Cuando van a esas fiestas lo hacen muy camuflados. Eso les permite andar por la calle normalmente y hasta se los puede encontrar revolviendo un cajón de rebajas.

 

-¿A vos nunca te hicieron notas como argentina casada con un holandés?

-Por ser una argentina casada con un holandés, ser amiga de los embajadores y saber hablar holandés, era el prototipo de entrevistada que durante mucho tiempo buscaba la prensa. Pero nunca concedí una nota porque en ese momento yo quería contribuir a la aceptación social de Máxima, pero tampoco quería justificar ni defender la dictadura en la Argentina. Fuera de eso la prensa también se interesa en resaltar los puntos en común entre ambas sociedades, como la educación pública y la existencia de una amplia clase media. La diferencia es que allá no importa quiénes fueron tus padres y no se entra a los lugares por acomodo sino por cuánto cerebro y disciplina uno aplique al trabajo.

 

-¿Cómo fueron los años que vivieron en Estados Unidos?

-Vivimos en Williamsburg, Virginia, que está cerca de Washington DC y es el centro histórico de Estados Unidos porque fue una de las colonias inglesas. Cuando van visitas importantes a Washington, también las llevan a Williamsburg. La Fundación Rockefeller realizó la restauración del área céntrica y es uno de los grandes destinos turísticos porque es como un museo abierto, con calles y casas recreadas con la arquitectura de la época. Es como entrar al túnel del tiempo y ver cómo fue la historia de Estados Unidos.

PIERINA CIALELLA Y MARCELO BARTOLOMÉ

"El amor es una decisión, una bendición y un camino"

 

Pierina y Marcelo forman una de las parejas más queridas por el público sanjuanino. Desde hace años, su carisma y talento musical conquista a los amantes del folklore, que siguen de cerca la carrera del dúo que logró imponer su propio sello. En la actualidad, los Mixtura no solo son un símbolo de energía musical sino también de amor, en una pareja que renueva contrato todos los días pese a los obstáculos y adversidades de la vida.

La prueba más dura se presentó el año pasado, cuando el matrimonio perdió a su hijo Nicolás en un accidente doméstico. En el medio del dolor que significó el trágico fallecimiento del niño de 8 años, la familia recibió enormes muestras de afecto de familiares, amigos y seguidores. Con una gran fortaleza, Pierina y Marcelo hoy emprenden nuevos proyectos y trabajan juntos para salir adelante, apoyados en esa red de contención. Hace poco, los Bartolomé celebraron el cumpleaños de 15 su hija mayor, mientras este año se preparan para presentar un nuevo disco.

 

-¿Qué recuerdos tienen de la primera vez que se vieron y del noviazgo?

-Cuando nos conocimos, trabajando para Cacho Buenaventura, fue intensa e inmediata la conexión. Largas charlas y sueños compartidos fueron el comienzo. El deseo de una familia fue el motor y un año después nos casamos, en la Parroquia Loreto de Córdoba. Dos años después y luego de buscar y buscar, llegó Luisa, que nació en Catriel, en Río Negro. La experiencia de ir a trabajar solos al sur fortaleció mucho la pareja porque implicó descansar de giras y trasnochadas e insertarnos a una comunidad como la patagónica. Disfrutamos y sufrimos. El placer de inventar un camino nunca antes recorrido, él con la Psicología y yo con mi bebé recién nacida. Ambos, con la música siempre presente. Pero extrañábamos mucho y aunque nos fue muy bien, volvimos a San Juan en 2001.

 

-Ahí comenzó una nueva etapa artística y familiar.

-Estos 15 años en San Juan nos plenifican: nacieron Julián, Nicolás y Santiago. Nuestro amor  maduró, no sin dificultades y crisis que supimos trabajar juntos desde lo familiar y laboral. Ser dúo metafóricamente nos permite mantener armonía y haber aprendido a discutir sin pelear, a comprender, a esperar, a perdonar. Nuestros hijos son nuestro sueño cumplido. La música fue el camino que nos unió y el que seguimos transitando. Sentimos que el Padre Carlos, el curita que nos casó, tenía mucha razón cuando dijo: “el amor no es para toda la vida, es para todos los días”. Un día, te despertás y te das cuenta que pasó la vida y junto a vos tenés alguien que amás y que fue testigo de tus intentos. No hay que entenderse solamente para que funcione, hay que atenderse.

 

-¿Cómo viven hoy el día a día?

-En esta nueva etapa aprendemos a vivir de otra forma, sin la presencia física de nuestro Nicolás, que se nos adelantó. Como familia estamos conectados a una fuente amorosa que trasciende dimensiones. Hoy, 20 años después de habernos conocido, podemos decir que el amor es una decisión, una bendición y un camino. Sobre el apoyo de la gente tengo tantas cosas que agradecer. Recibimos cartas, mensajes, libros, colchas, dulces, lámparas... todo artesanal. Es una red de amor de sanjuaninos, familia y amigos que nos sostienen. A upa de ellos, a upa de Dios. Día a día.

 

-¿Qué proyectos tienen para el futuro?

-Trabajamos musicalmente y nos proyectamos para un año intenso que incluye giras y conciertos, con invitaciones dentro y fuera del país. Hace tiempo que no lo hacíamos porque los peques eran chiquitos. Además se viene el disco con nuestros temas y versiones de autores contemporáneos a nosotros. Nos complementamos casi en todo, trabajamos juntos en el desafío de salir adelante. Nos seguimos eligiendo y renovamos contrato.

MARÍA ELVIRA GODOY Y RUBÉN FERRANDO

"A los 50 años, nos enamoramos como a los 16"

 

María Elvira había dedicado toda su vida a cuidar a sus padres, atender a su marido, trabajar, atender el hogar y ser “el puntal de la familia”, como ella lo describe. Con poco tiempo para destinar a sus propios intereses, la angustia por las frustraciones desembocó en un divorcio y un cáncer, los que logró superar para iniciar una nueva vida. Y aunque por ese tiempo no pensaba volver a formar pareja, un viaje con amigas sirvió para que encontrara a un romántico cantante, que llegó para “traer paz” a su vida y su familia.

Para Rubén, encontrar a Elvira también significó recuperar la alegría, que había perdido tras la muerte de su primera esposa. “Cuando quedó viudo su idea era comprarse una casa rodante e ir a cantar a distintos lugares porque no le interesaba volver a formar pareja. Y cuando lo conocí, no quise perdérmelo por nada y hasta le ofrecí acompañarlo a donde él fuera” cuenta Elvira.

 

-¿Cómo era tu situación antes de conocer a Rubén?

-Yo no tenía ganas de conocer a nadie porque venía de un divorcio y me estaba recuperando de un cáncer. Cuando lo superé, estaba sola pero me sentía feliz. Igualmente yo siempre veía las películas románticas y pensaba que a mí nadie me había amado así. Siempre había sido la mujer que tenía que lavar, planchar, cocinar y estar bien arreglada. Aun estando soltera, no acostumbraba a salir de noche y menos con un hombre. Cuando me curé del cáncer, mis amigas me invitaron a las Termas de Río Hondo para reanimarme y pasarla bien.

 

-¿Cómo se produjo el encuentro?

-Rubén nació en Rosario y mientras estuvo casado, vivió en Carlos Paz. Cuando enviudó, quiso cambiar de rumbo y se fue a probar suerte a las Termas de Río Hondo. Así lo encontré yo, cantando en el hotel en el que estábamos alojadas. En un momento los dos salimos a fumar y empezamos a hablar. Al principio no lo miré como hombre pero la segunda o tercera vez que nos vimos, me empezó a gustar.

 

-¿Qué cosas te gustaron de él?

-Era como si lo conociera de toda la vida y solo habíamos pasado diez días juntos. Yo venía de otro tipo de trato y él era muy bueno. En el viaje de vuelta empecé a llorar y ahí me di cuenta que era algo importante. A los 20 días volví a las Termas. Por primera vez en mi vida me jugué por algo que me interesaba. Cuando fui para allá y lo conocí más, le dije “yo quiero irme a vivir con vos”. Fue un flechazo como a los 16 años. Pasé mi cumpleaños allá con él y me vine y antes que terminara la temporada, él se vino a San Juan a vivir conmigo. Aquí mis sobrinos lo fueron orientando para buscar trabajo como cantante y de a poco empezó a actuar en lugares conocidos.

 

-¿Cómo es enamorarse a una edad en la que yo no creían que pasaría?

-Yo sentía que a él me lo había mandado Dios porque cuando tuve cáncer, pedía tener unos años más. Por suerte lo encontré a tiempo. Yo siempre fui el puntal de la casa, tuve que cuidar a mis padres y los mantenía, después cuidé a mi suegro cuando tenía cáncer. Además me costó mucho animarme a divorciarme y por suerte lo hice porque nunca antes había sentido un amor tan grande. Seguimos juntos, enamorados y viajamos mucho porque él sigue actuando en otras provincias. Ahora me siento una piba porque me parece mentira levanto al lado del hombre que amo.



 

PATRICIA ARGAÑARAZ Y FRANCISCO LABRA

Del chat en un cyber al amor en España

 

“Aún me emociono cuando cuento nuestra historia” dice Patricia Argañaraz, la sanjuanina que encontró el amor a través de Internet y superó los obstáculos de la distancia y el desarraigo para formar una familia en España. La historia que aún la conmueve comenzó hace 12 años, cuando ella trabajaba circunstancialmente en un cyber de la provincia. Lo que nació como un contacto casual y divertido se transformó en la comunicación más esperada del día y eventualmente en el punto de inflexión para sus vidas.

Del otro lado del Atlántico estaba Francisco Labra, un licenciado en Ciencias Empresariales, que se animó a venir a San Juan para conocer a la chica que lo desvelaba a través de las redes. Desde España, Patricia contó el origen de ese amor que dio vida a dos hijas.

 

-¿Cómo empezaste a chatear con Francisco?

-Yo era muy incrédula sobre conocer gente por Internet pero en octubre de 2004, estaba cubriendo un turno de trabajo de una gran amiga en un cyber y comencé a chatear con alguien. Los primeros contactos fueron muy amenos y poco a poco comenzó algo inexplicable entre nosotros. Con el paso de los días notábamos que teníamos una conexión especial. En marzo de 2005, Francis viajó a San Juan y en junio de ese mismo año yo fui a Málaga. Mi visita se prolongó un par de meses más y en diciembre decidimos unir nuestras vidas. Evaluando muchos cambios que ambos tendríamos en nuestras vidas, organizamos todo y me fui para iniciar juntos una nueva vida.

 

-¿Cómo es la vida de la pareja en España?

-En 2006 nos casamos y fue un día inolvidable. Estábamos muy felices por haber superado tantos inconvenientes. Después vinieron nuestras pequeñas Penélope y Abril y al día de hoy puedo decir que soy plenamente feliz. El día a día es difícil porque Francis trabaja para en Algeciras como director general de una multinacional de logística en servicios auxiliares marítimos, que opera en los puertos más importantes de España con conexiones al mercado chino y anglosajón. En la semana estamos separados porque nuestra casa está en Málaga y los fines de semana nos organizamos para compartir todo el tiempo posible junto a nuestras pequeñas.

 

-¿Lograste insertarte laboralmente?

-Tuve algunas dificultades porque me encontré con la necesidad de convalidar y/o homologar mis estudios de magisterio y arquitectura, además del tema legal para residir y trabajar dentro de la Unión Europea. Ante estas circunstancias no fue fácil pero tampoco imposible y decidí reciclarme. Estudié Recursos Humanos y realicé máster en interiorismo y escaparatismo. Esa formación me dio la oportunidad de trabajar en una empresa que se dedica  a las franquicias de Dunkin Coffee y Burger King. Jamás tuve problemas de integración, al contrario siempre me rodeé de gente genial y he cosechado grandes amistades. Me siento muy cómoda viviendo aquí, sobre todo por la tranquilidad y la seguridad, que son cosas que uno valora cuando tiene niñas pequeñas.

 

 

GALERIA MULTIMEDIA
Desde que se enamoraron, hace cuatro años Rubén Ferrando y María Elvira Godoy disfrutan de los viajes a disntintos lugares
Francisco Labra y Patricia Argañaraz se conocieron a través de Internet y hoy viven junto a sus dos hijas en Málaga.
Pierina Cialella y Marcelo Bartolomé se casaron en 1998 a y los dos años uvieron a María Luisa, la primera de sus cuatro hijos, que ahora cumplió 15 años.
Lucía Vedia y Gerard Van Heck en Amsterdan.