Las estancias de Tucunuco y Tafín. Mis conversaciones con Graciela Cibeira de Cantoni

¿Dónde estás Tucunuco cancionero y mancebo/dei callejón umbroso entregando frescor? Dónde está la casona añejada de sueños/con bostezos de tiempo que el destino te dio?

 Así decía Graciela Cibeira de Cantoni al empezar nuestra conversación y nosotros la satisfacíamos, cuando le contábamos los antecedentes históricos de la propiedad y de acuerdo a la escritura consultada por nosotros: El día 18 de septiembre de 1797, don José Javier Jofré, compró a don Juan Antonio Espejo y a sus hermanos, una estancia para criar ganado, distante de Jáchal de diez a doce leguas en un paraje llamado “Tucunuco, Tafín”, que adquirieron sus antepasados en el repartimiento de tierras que hizo don Juan de Echegaray.
Comprendida entre los siguientes límites:
Por el Poniente: río arriba con la Barranca de los Loros y a otra parte del río con una loma cerrada, que estaba por arriba de la población que fue de don Lorenzo Pérez.
Por el Oriente: río abajo lindaba con la sierra por donde desemboca el río a Mogna.
Por el Sur, lindaba con el Alto de Talacasto.
Norte: con la cuchilla de la loma que está enfrente y se llama de Tucunuco.
Don José Javier Jofré, compró a Inés. .? y a sus hijos, una estancia a seis leguas de la Villa de Jáchal a la parte Sur del paraje llamado Niquivil. Dicha estancia correspondía a una Merced Real, dada por don Juan de Echegaray, lindada esta estancia por el Norte, con el río que va a Mogna.
Sur, con un río seco que baja de la sierra alta que está al Poniente. Oriente, con la Loma Colorada.
Poniente, con la sierra que está frente al Portezuelo de Niquivil, comprendiendo las Ciénegas de Comillango.
Luego se produce el deslinde de las dos estancias. El 8 de febrero de 1845, ante el escribano público y testigos compareció don Vicente Rodríguez. Vecino de Jáchal, quien dijo, que otorgaba por sí y en nombre de sus hijos herederos y sucesores y vendía en venta pública y enajenación perpetua para siempre a favor de don Eugenio Doncel y los suyos un casco de estancia para cría de ganado al Norte de la ciudad de San Juan y al Sur de la Villa de Jáchal, cuya estancia la hubo como pago judicial que se hizo de los bienes de don Javier Jofré. (esta es la de Tucunuco). Según escritura del 1 de abril de 1902, compareció el Dr. don Carlos Doncel, vecino de la Capital de la República, quien manifestó que había vendido a favor de su hermano don Pedro Doncel todos sus derechos y acciones que le correspondían en el campo de la estancia y terreno cultivado, que poseía en común con el comprador y otros, en el paraje conocido como Tucunuco. Estas tierras manifiesta la escritura habían sido recibidas como herencia de sus padres, don Eugenio Doncel y de doña Carolina Villanueva de Doncel y por compra de las acciones de sucesorios de Eugenio, Juan, Carmen Doncel y doña Juana Doncel de Escobar.

Fueron testigos don Nicomedes Pinto y don Buenaventura Larrosa. Pasado el tiempo y al ir falleciendo algunos de los dueños, se inician los juicios sucesorios, practicando los avalúos, inventarios etc. Fijando nuevos linderos, trazándose así nuevas líneas separatorias.
El 14 de abril de 1963, don Lisandro Aguilar solicitó instrucciones para realizar la mensura, pero se advierte que la primera mensura original ha sido extraviada, hasta acá nuestras explicaciones de acuerdo a la escritura encontrada y consultada.


-¿Graciela por qué no me cuenta sus vivencias en Tucunuco y de acuerdo a la escritura comentada?
- Si cierto que esa heredad le perteneció a don Pedro Doncel y a sus hermanos. Luego pasó a manos de don Román Becerra, porque fue llevada a remate público por orden de la Municipalidad de Jáchal, la adquirió don Rocco Carbone, quien organizó una Sociedad Anónima “La Olivarera Tucunuco”, cuyo principal accionista fue el Dr. Federico Cantoni.


-¡Qué bonito que es el nombre de Tucunuco, ¿sabe qué significa?

-Es una palabra indígena Tucu-coleóptero muy común en los campos y muko: removido, aplastado. Es decir que Tucunuco significaría un insecto aplastado y removido.


-Usted y doña Carmen Peñaloza de Varese siempre hablaban de lo difícil que era transitar por las huellas o caminos de aquellos lugares. ¿Por qué no me lo cuenta?
-Antiguamente una red de senderos naturales se entrecruzaban allí, pues hasta el siglo XIX, el único camino transitable entre San Juan y Jáchal, pasaba por esa posta. ¿Medios de trasportes? la mula o el caballo. Tucunuco fue el sitio de churrasqueada y los mates, mientras se descansaban los animales y los viajeros gozaban de la vista de un cielo límpido.


-¿Cuándo llegaron las primeras galeras o diligencias?
-De las primeras no lo sé, pero sí recuerdo a las seis mensajerías de don Enrique Schade, que llegaban a Tucunuco tras largas jornadas, ahí se hacía un alto.


-Graciela yo me acuerdo que en Tucunuco había un pueblo.
-Si esta posta tenía desde años, casa, un edificio de correos y telégrafos, hoy no la tiene y una escuela de vida naciente. En un momento de su existencia Tucunuco tenía más o menos 450 hectáreas de alfalfares, grandes extensiones de trigo, sembradíos. El molino harinero que venía desde la época de los Doncel, no solo servía a los vecinos, sino que los agricultores de Mogna llevaban allí sus cosechas. (Hay un documental realizado por Carlos Buscemi).


-¿Desde cuándo Tucunuco se transformó en algo floreciente?
-Adquirió nueva fisonomía cuando Federico Cantoni, dirigiendo la Olivarera, hizo plantar hectáreas y hectáreas de olivos de las mejores variedades, sin descuidar la crianza de ganado. Un 22 enero no me acuerdo el año, se procedió a la bendición del terreno del cementerio y colocación de la Cruz Mayor, se delimitó el terreno de la capilla y colocamos la piedra fundamental, se colocaron monedas en el tubo simbólico. Se urbanizó el centro de la población, se trazó la plaza y el 25 de diciembre de 1955 se bendijo la capilla y campanario, pronunciando la alocución el padre José Martínez Seara.
Uno de los altares lo donó don Aguedo Herrero y Santiago Marcuzzi, la de San Isidro Labrador por la familia del doctor Graciano Reca, la imagen de la Virgen de Pompeya, por María Ruth Cibeira y la de San Roque por Blanca Cibeira de Bravo, el sagrario Remigio Nider, el cáliz el padre Martínez Seara.


-¿Los bancos de la capilla y los juegos infantiles de la plaza quién los compró?
-Fueron donaciones muy generosas de personas muy caracterizadas de San Juan y Jáchal, tengo la nómina, pero es largo de nombrar.

-¿Graciela siempre le oí a usted y a Carmen Peñaloza, cómo se promovió el cuidado de los jardines, una vez que se les dio tierra a los lugareños?
-Se les obsequiaron semillas y bulbos y se acordó un premio de 200 pesos para el mejor jardín, 100 y 50 pesos para otro, para entregarlos el día de la patrona del lugar, la Virgen de Andacollo, el 26 de diciembre. Las llaves del templo y del cementerio se le entregaron en custodia al señor Segundo López.


-Todas las actividades que se realizaban suponían gastos ¿cómo los sufragaban?
-Hacíamos rifas, bailes, recibíamos donaciones, para administrar esto formamos una Comisión de Fomento, bajo libreta N. 762, haciendo el depósito en el Banco Nación. Algunos años para la festividad de la Virgen compramos fuegos artificiales, bombas de estruendo etc.


-¿Esa capilla fue como una de tantas capillas familiares que habían en nuestra geografía, un centro de difusión de la doctrina?
-Sí y por allí pasaron muchos misioneros. Se edificó con piedra de Niquivil y los tijerales los compré en una chacarita, donde vendían materiales de demolición. Estos habían pertenecido al Buen Pastor en calle 9 de Julio.


-¿Te acuerdas?
-
Como no me voy a acordar, si allí estuvo de capellán, ese gran sacerdote, que fue don Patricio López del Campo.


-Con respecto a la forestación de Tucunuco que yo vi en su apogeo ¿dónde se compraron las plantas?
-Federico trajo almácigos de coníferas adquiridas en Villa Gesell, al plantarlas se evitaba la voladura de los suelos. Hoy evoco todo aquello con tristeza, todo se destruyó porque fue refugio de guerrilleros, hasta sacaron el arco de entrada que hice construir, para pasar desapercibidos. Y hasta te digo que los asesinos hacían puntería con los animalitos.

No llore Graciela, porque es hermoso evocar lo que antes fue. Hoy todo lo recuerdo con el dolor en el corazón, por eso digo:
¿Dónde estás Tucunuco, con tu pueblito viejo / y dónde los balidos del corral juguetón / Hoy tiemblan los horcones lamidos por el tiempo / esperando al curtido que nunca regresó.?

-Cuénteme algo de historia, porque yo la oí a usted y a Carmen, narrar cosas interesantes.
-
Te refieres a lo narrado por ese gran sacerdote y amigo que fue el padre Alfonso Hernández, historiador de nota, nacido en Jáchal. Cuando anduvieron por Tucunuco las tropas federales de Francisco y José Aldao, tuvieron un encuentro con las fuerzas de Nicolás Vega, allí hizo sus primeras armas Sarmiento. (Que te acuerdas cuando nos escribiste sobre la batalla de Tafín?)


-SÍ que me acuerdo de sus tareas junto al padre Tomás Cruz, don Aristóbulo García (padre de Américo) de doña Carmen Peñaloza, cuando los acompañaba en el Centro de Residentes Jachalleros. Ustedes nunca se cansaban. Había que seguirlos y lo que no me explico aún hoy es cómo nos metíamos todos en el autito Fiat 600 de don Aristóbulo ¿Se acuerda?
-Claro que me acuerdo, lindos tiempos aquellos. Siguiendo con el relato te diré que alguien sacó una imagen de piedra que había en la aldea y la enterró en algún lugar cerca de Los Pozuelos. Federico ordenó varias excavaciones en su búsqueda pero fue sin resultado. Era nuestro propósito colocarla en la referida hornacina, sería “La Virgen del Olivo”.
No me hace bien recordar todo aquello, porque:
“Hoy recorro tu estampa y en el alma siento // qué extraño es ese mundo que encuentro en tu interior!,’ Arcadas soledosas, tranqueras sin resuellos / acequias que no miran el suelo labrador / Se fueron tus olivos, tus tiernos alfalfares / No hay nidos ni pichones / ¡Hoy todo es un clamor!


-No se ponga triste, cuénteme de los olivares que fueron famosos.
-Aquellos olivares eran exponentes de vigor y variedades, como la Cerignola, traídas las estacas de nuestro viaje a Italia, una variedad que daba frutos del tamaño de una ciruela. Habían plantadas más de 400 hectáreas, todo eso fue destruido por manos criminales (guerrilleros) y su madera se vendía para los hornos de ladrillos. Así la vida de ese pueblo, se convirtió en un cementerio,
Pero para terminar, evoco todo aquello.

¿Dónde estarás ahora, solemne Tucunuco? / Hacia dónde llevaron tu añejo corazón / el río que dejaba su misional murmullo / se aleja sin mirarte portando su frescor / Hoy recorro tu estampa y siento vibraciones / Las hachas enlutaron tu mágico verdor / La tarde muere lenta filtrando el horizonte / me siento una migaja en tu vasta extensión.


Graciela terminó llorando y nosotros volvimos con los apuntes apretándolos en el pecho, porque sabíamos de la importancia del testimonio oral que habíamos recogido). La poesía es de Jorge Posse y que Graciela había memorizado.

Leonor Paredes de Scarso. Miembro de número de la Junta de Historia Eclesiástica Argentina.

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GALERIA MULTIMEDIA
1950 - La familia Cantoni Cibeira. Esta imagen fue tomada cuando el caudillo sanjuanino ya había comenzado a retirarse de la vida política, esta fotografía muestra a Federico Cantoni en familia. En la imagen se ve a su esposa, Graciela Cibeira; las hijas, Graciela y Ursulina, y al mayor de los hermanos Cantoni, Federico, quien había nacido en San Juan el 12 de abril de 1890. Al igual que sus hermanos, Aldo y Elio, era médico y protagonizó durante las décadas del 20 y el 30 la vida política provincial y nacional. A mediados de la década de 1940 se casó con Graciela Cibeira. (Foto proporcionada por Ursulina Cantoni)
1950 - La familia Cantoni Cibeira. Esta imagen fue tomada cuando el caudillo sanjuanino ya había comenzado a retirarse de la vida política, esta fotografía muestra a Federico Cantoni en familia. En la imagen se ve a su esposa, Graciela Cibeira; las hijas, Graciela y Ursulina, y al mayor de los hermanos Cantoni, Federico, quien había nacido en San Juan el 12 de abril de 1890. Al igual que sus hermanos, Aldo y Elio, era médico y protagonizó durante las décadas del 20 y el 30 la vida política provincial y nacional. A mediados de la década de 1940 se casó con Graciela Cibeira. (Foto proporcionada por Ursulina Cantoni)
Federico Cantoni recorriendo los olivares. (www.federicocantoni.com)
Federico Cantoni realizando tareas en Tucunuco. (www.federicocantoni.com)
Federico Cantoni junto a los obreros planeando un carneto. (www.federicocantoni.com)
Ingreso a Tucunuco. (www.federicocantoni.com)
Ingreso a Tucunuco. (www.federicocantoni.com)