Jorge Abner: "Las terapias no por breves son mejores"

Según el profesional sanjuanino, la necesidad de obtener resultados inmediatos –tan en boga en la cultura actual- va en contra del psicoanálisis, que requiere un tratamiento más prolongado y profundo. “Hoy se privilegia la acción más que la reflexión y la imagen más que la idea”, opina.

“El psicoanálisis es un espécimen cultural casi extinto. Es un producto terminal como un dinosaurio o un zeppelín, y uno de los hitos más tristes y extraños del pensamiento del siglo XX”, expresó hace unos años el premio Nobel de Literatura Peter Medawar (1915—1987), zoólogo y especialista en Anatomía. “Cuando Freud empezó a proponer sus nuevas doctrinas no se había oído hablar de las hormonas, y el mecanismo del impulso nervioso, que hoy conocemos bastante bien, era desconocido”, aseguraba.

Desde hace casi cuatro décadas, varias voces se alzaron asegurando el “fin del psicoanálisis”, sin embargo, para el doctor Jorge Alejandro Abner, psicologo y psicoterapeuta sanjuanino, la disciplina creada por Sigmund Freud (médico y especialista en Neurología) a fines del S XIX, está aún vigente.
“Las terapias breves, muchas de las cuales se presentan como alternativas válidas con respecto a una terapia más larga y prolongada, reciben hoy un refuerzo social y cultural, muy importante porque: hay una exaltación del pragmatismo”, dice en referencia a la vigencia de propuestas más cortas. “Hoy se privilegia la acción más que la reflexión y la imagen más que la idea”, agrega.

—¿Por qué se viene augurando desde hace tantos años el fin del psicoanálisis?
—A fines del siglo XIX, el psicoanálisis tenía que abrirse camino como una disciplina propia y básicamente luchar contra las convenciones de la época, el marco cultural que lo rodeaba y la medicina y la psiquiatría tradicional, que eran sus mayores oponentes. Hoy la situación es distinta, porque hay una multi oferta desde el punto de vista terapéutico. Existen otras corrientes que ayer, por hablar del 1900, no existían.

-¿Hay complementariedad entre psiquiatría y psicoanálisis?
-Freud planteaba que no había una oposición entre psiquiatría y psicoanálisis, sino más bien un completamiento entre la mirada del psiquiatra —que tiene un carácter descriptivo, en el que se aísla lo esencial del cuadro clínico, intentando tipificarlo y cualificarlo, pero descriptivamente—, y la mirada más profunda del psicoanalista, que bucea más allá tratando de llegar a la búsqueda de sentido. Y plantea la analogía donde el psicoanálisis es a la psiquiatría, lo que la histología a la anatomía en medicina. La anatomía permite estudiar la exterioridad de nuestros órganos, la histología bucea en la profundidad de las células y los tejidos que componen cada órgano.

—Hoy existen terapias más breves que el psicoanálisis.
—La brevedad no siempre es el mejor remedio. Las terapias breves, muchas de las cuales se presentan como alternativas validas con respecto a una terapia más larga y prolongada, reciben hoy un refuerzo social y cultural, muy importante porque: hay una exaltación del pragmatismo; un afán de seguir los caminos más rápidos para conseguir el objetivo; una especie de fogoneo de la consecución del placer inmediato y porque hay también ideales que tienen que ver con actuar antes que con pensar.

-¿A qué cree que se debe esa aceptación?
-Hoy se privilegia la acción más que la reflexión y la imagen más que la idea Todo esto que forma parte del magma cultural en el que nos desenvolvemos le va en contra al psicoanálisis. Estos paradigmas culturales que nos envuelven no significan necesariamente la buena cosa y que el psicoanálisis esté equivocado en sus proposiciones.

—Algunos detractores hacen alusión al desuso del diván
—El asunto no es el diván para decir si el psicoanálisis está en forma o no. Freud coloca el diván como una herramienta para llegar de mejor manera al inconsciente de sus pacientes, porque él instaba a sus pacientes a que dijeran de manera libre y espontánea lo que se les pasaba por la cabeza. Tratando de tachar lo “noes”. Es el método de la asociación libre, que es por un lado una modalidad del funcionamiento psíquico, como las ideas fluyen; y por otro, un busca huellas para el detective psicoanalista, que precisamente sobre esas pisadas que deja el paciente, trata de encontrar el móvil y dónde está el cadáver.

—¿El psicoanálisis es efectivo en enfermedades mentales más graves, como la esquizofrenia?
—Si me pregunta por el rendimiento, el fruto terapéutico de dichos tratamientos, yo lo voy a colocar en entredicho. Se han creado dispositivos con personas muy entrenadas y muy estudiosas para tratar psicoanalíticamente a pacientes psicóticos esquizofenicos, pero los resultados no han sido prometedores desde el punto de vista terapéutico epidemiológicamente hablando. Eso no desestima los esfuerzos realizados, pero si tomamos el capítulo de las psicosis, deberíamos anexarles hoy, en términos de progreso, la revolución de las neurociencias, que no existía en 1900 para la psiquiatría y que son los psicofármacos.

-¿De qué manera se usan?
-El psiquiatra hoy tiene un arsenal de psicofármacos para utilizar en el caso de estos pacientes, cuando se sabe que hay disturbios en la química cerebral que cooperan en la producción del delirio. Entonces, los tratamientos son integrados, multimodales, en los que coopera la psiquiatría con la psicofarmacología, con el psicoanálisis, con modalidades de rehabilitación social, ocupacional, etc. El rendimiento, en el capítulo de estas psicosis, se logra merced a una atención multimodal y no de una corriente psicoterapéutica en forma exclusiva y excluyente

—¿Los padecimientos del hombre de hoy son los mismos que se expresan de diferentes maneras o hay nuevas formas de padecer?
—Esto está en discusión. Yo sigo pensando que el modelo freudiano del aparato mental de yo, ello y superyo —el inconsciente y consciente—, sigue teniendo vigencia. Podrán variar la forma de presentación de los cuadros o la incidencia. La gente no consulta hoy a un psicoanalista porque está loca, digámoslo así con “las grandes locuras”, sino porque tiene atolladeros vitales que no sabe cómo resolver. Es cierto que nuestros pacientes expresan sus sufrimientos de maneras novedosas; tal como el psicoanálisis lo entiende, el psiquismo permanece abierto y susceptible a su interacción con el medio, la época y las circunstancias. Es probable que un síntoma encuentre modos de expresión acorde a las coordenadas que rodean su construcción y emergencia. Un ejemplo sería el campo de las adicciones.

—¿Hay más o son diferentes?
—En el 1900 había adicciones; de hecho Freud fumaba en pipa y desarrolló un cáncer por eso, pero no era el océano de adicciones en el que nos movemos hoy, donde éste es un problema social y cultural. La multiplicación y abuso de objetos adictivos son novedades en la forma de padecer. Cuando hablo de adicciones, no hablo solamente de adicción a una sustancia de abuso, sino respecto de otros objetos adictivos: los alimentos, la tecnofilia, la adicción tecnológica o bien al trabajo mismo. Si sale a la calle, mire cuántas personas están pendientes de su celular; inclusive mientras están con otra persona, en un cine o manejando un vehículo. Yo lo pongo en entredicho porque, para mí, ésa es una comunicación virtual, que no es la esencia de la comunicación.

—El hecho de que el psicoanálisis se base en la sexualidad, ¿lo hizo más atractivo en una época?
—De lo que se encarga el psicoanálisis es de la sexualidad en su sentido más amplio, de la psicosexualidad, que tiene que ver con cómo se alimenta el ser humano, cómo adquiere hábitos de higiene y control esfinteriano, cómo domina su motilidad, cómo aprende a tener conciencia de su cuerpo y del cuerpo del otro; cómo aprende a quererse y a querer a otro…Volviendo a la pregunta, ¿el psicoanálisis estará perimido porque si el sexo hoy es libre, no tiene de qué ocuparse? Cómo no va a tener de qué ocuparse si niños nacen todos los días. Es como decir ¿no está el psicoanálisis fuera de forma; no es un púgil anciano porque ya la sexualidad está perimida y lo que tiene que ver con el inconsciente también? ¿Y eso quién lo dice? ¿Quién dice que los seres humanos no tenemos inconsciente? Creo firmemente que no es así.

PSCIOANALISIS Y OBRAS SOCIALES —¿Por qué el psicoanálisis no está cubierto por las obras sociales?
—Por dos factores: tiempo y dinero. Formarse psicoanalíticamente lleva muchos años. Uno no puede dar lo que no tiene. No puedo yo iluminar las cavernas oscuras de mis pacientes si yo no iluminé las mías. No puedo ir con el fuego prometeico, si yo no tengo el fuego. Esto significa no sólo analizarse sino estudiar y atender. Lo que hacía Freud en términos de estudio e investigación sigue teniendo plena vigencia y lleva tiempo. Ahora bien, una persona que ha estudiado y trabajado, pretende una recompensa económica acorde con sus esfuerzos. Esto no está reconocido y se traduce en los magros aranceles estipulados por obras sociales y pre pagas por una sesión de psicoterapia. Aquí el factor económico.Es cierto que el Estado provee que mucha gente se atienda con sesiones de psicoterapia, pero con un acotamiento en el número de sesiones mensuales. Allí aparece una regulación extrínseca del tiempo, por factores económicos, que poco tiene que ver con los tiempos psíquicos, donde el Estado o las prepagas se introducen como una cuña entre terapeuta y paciente, lo cual repercute no positivamente en el vínculo y en el tratamiento. Quizás se ha ganado en extensión —hoy más gente se atiende psicológicamente— y se ha perdido en profundidad.



FUENTE: El Nuevo Diario

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JORGE ABNER-PSICÓLOGO