San Juan es la capital de las brujas

El lanzamiento en el 2007 de un disco de la cantante Mili Yacante sobre la brujería en nuestra provincia actualiza un tema del que pocos hablan, pese a su enorme gravitación. En toda nuestra geografía se practican rituales mágicos que se conocen por transmisión oral de persona a persona, y por vestigios en zonas descampadas. La cultura popular lo ha plasmado en las artes, pero la investigación científica poco tiene para explicar. Lo cierto es que las brujas y la creencia en espectros mantienen plena vigencia.

“El don de las furias”.

Este es el título del disco que la cantante sanjuanina Mili Yacante lanzó en el año 2007. Un producto en el que aborda una de las creencias más enraizadas en la cultura local: la gravitación de mujeres hechiceras, capaces de transmutar la materia y modificar destinos.
Al explicar cómo surgió la idea del trabajo, la cantante afirma sin inmutarse: “he podido comprobar que San Juan es capital cuyana de las brujas”. Su aseveración sorprende, pero en realidad corre el velo sobre un fenómeno muy extendido en nuestra provincia, aunque muy poco investigado; y sólo transmitido de boca en boca.
¿Quién no ha escuchado hablar de “trabajos” en San Juan? ¿Quién no ha visto u oído sobre velas, cabellos, fotos y frutas pinchadas, abandonados en las inmediaciones del Villicum o del dique de Ullum? ¿Quién no ha escuchado sobre el temor de campesinos y viajeros a “la Mulánima”, “la Viuda”, o a “La Salamanca”?
Pocos admiten creer en “trabajos”, aparecidos o brujas, pero todos aceptan; “que las hay, las hay”. Lo cierto es que la brujería es una realidad que persiste en todos los departamentos de la provincia.

Desde niños nos acostumbramos a asociar a las hadas madrinas con bellas mujeres vestidas de colores claros. Criaturas llenas de luz, capaces de realizar nuestros más nobles deseos con sólo un toque de su vara mágica. Pero también, por contraposición, identificamos a las fuerzas negativas con brujas: personajes femeninos de ropaje negro, largas escobas y poderes maléficos. Ambas representaciones son heredadas de culturas ajenas a la nuestra, pero sus estereotipos plantean un conflicto universal y eterno: el debate entre el bien y el mal.
El imaginario y las prácticas reales que rodean a estas figuras míticas no son privativas de épocas antiguas ni de distantes latitudes. Por el contrario, en el San Juan actual abundan personas que afirman conocer a una “curandera” en su propia cuadra, a una hechicera capaz de “enderezar” o “cortar caminos” en el barrio próximo, o a una “llamadora de ánimas” en las inmediaciones de la ciudad.
Mientras más se aleja uno de las luces de la ciudad, la fe en criaturas dotadas de poderes especiales cobra fuerza y se acercan a rituales propios de la Cordillera de los Andes.

Radiografía de las brujas cordilleranas


En el CD “El don de las furias”, la voz de Mili Yacante y de su hija, Aylén Ortega, describen cómo son los ritos a la luz de la luna. Las letras y música se complementan con el trabajo gráfico de Miguel Beorchia Nigris y Verónica Nolasco. Pero además, Yacante emprendió la confección de una historieta sobre la brujería local y sus formas de transmisión a través del tiempo. El cómic fue realizado por el artista Alberto Espinoza, “completamente desde la ficción, aunque basado en realidades”, se apuran en aclarar.
Al hablar sobre el tema central de su producción, el rostro y la voz de Yacante cobran seriedad y se esfuman los gestos sonrientes que le son habituales. “La brujería se basa en la esperanza de hacer posible lo imposible”, comienza definiendo.

-¿Por qué las brujas se relacionan con la figura de la mujer?

-A través de nuestro trabajo de investigación y de vivencias que he tenido desde chica, me llamó mucho la atención que en una sociedad como la nuestra, la mujer siempre ha tenido un protagonismo que no era evidente. Un protagonismo subyacente, propio de su función de sostén de una familia, sostén de una casa. Con el tiempo, si bien hubo muchos cambios sociales, esto siguió constante. Sobre todo en las zonas rurales. En pueblos como Jáchal, Rodeo, Tudcum, Las Flores, uno nota que hay una energía muy fuerte en torno a la mujer.

-¿Qué es lo que le confiere cualidades mágicas?
-Para mí la mujer, a través de su función de bruja, puede lograr hacer posible lo imposible. Todas las frustraciones culturales de una mujer -porque debe ser madre muy joven, por las carencias, la soledad, el abandono y el engaño de los hombres que pertenecen al “afuera”, el trabajo rutinario porque la mujer es puntal desde el interior del hogar- son sublimadas a través del poder de la brujería. La mujer transforma su silencio desde lo oculto, desde lo interior, en un poder que la hace médium entre diferentes realidades. Puede cambiar y sostener realidades. Y puede usar este poder para lo bueno y para lo malo.

-¿Qué tipos de rituales existen en San Juan?
-Existen muchos tipos de brujas y de brujerías. Hay mucho eclecticismo actualmente en las llamadas “artes ocultas”. En nuestra cultura hay mucha influencia externa, como prácticas Umbanda de Brasil, artes adivinatorias de Europa. También hay una profusa fusión con la cultura negra que habitó en la provincia. Pero lo que es propio de la zona cordillerana son tradiciones de culturas nativas, allegadas al poder de la tierra.

- ¿Cómo es la bruja de la Cordillera de los Andes?
-Es muy poderosa y muy temida. Por las historias que yo he escuchado tiene un poder cultural y social muy fuerte. Y la prueba está en que de eso no se habla. Uno tiene muy poca información, sabe quiénes son y dónde viven. Nadie en San Juan puede decir que no conoce una bruja o que no ha practicado algo relacionado con lo mágico. Pero el realismo mágico convive permanentemente con el sanjuanino. Desde los políticos hasta las personas más comunes.

Muestrario de espectros sanjuaninos

En nuestra provincia muchas personas sienten gran temor y respeto hacia fenómenos como las luces fatuas de los fogones, luces malas en campo abierto y risas de brujas en medio de la oscuridad. Además de ánimas traídas desde el más allá, casas embrujadas y senderos malditos en plena montaña, otras creencias comunes han sido inmortalizadas por la cultura local, a través del relato oral, la literatura y las artes.

La bruja de la medianera
La creencia en la mujer vestida de negro que aparece en las medianeras de las casas de la ciudad, es conocida por niños y adultos de toda la provincia. Congela con la mirada a quien la avista y desaparece entre carcajadas, convertida en lechuza. Muchas de estas brujas también se asocian a los árboles, donde se encaraman para espiar a los mortales y lanzarles maleficios entre sonoras carcajadas.

La Viuda
Horror de los hombres “de a caballo”, esta mujer se sienta detrás de los jinetes, sobre la grupa de sus propias cabalgaduras. Son almas femeninas malignas que quieren conquistar a hombres vivos para llevarlos al infierno. La única salvación para quienes llevan a La Viuda en su caballo es esperar que cante el gallo, que es señal del nuevo día y de la luz. El sol aleja los malos espíritus y provoca que espectros como este se alejen volando, transformados en pájaro.

El poeta Leónidas Escudero escribió un poema que habla de la mula. Allí cuenta la historia de un gaucho que logra salvar su vida del maleficio de la Viuda gracias al canto del gallo. Luego, al llegar a su casa de madrugada, su esposa no cree una palabra del encuentro y asegura que el hombre está borracho.



La Mulánima
Es el alma de una mujer maldita que en vida mantuvo relaciones sexuales con un sacerdote. Fue condenada a vagar por caminos y calles convertida en mula. Está presente en el campo y la ciudad, y puede aparecer tanto de día como de noche. Las personas advierten su presencia porque siempre camina con la rienda caída y va dando tropezones. Provoca gran espanto en quienes la observan, por lo que escapan corriendo.

Este personaje ha sido inmortalizado por numerosos artistas argentinos, ya que está presente en muchas provincias con diferentes características. En San Juan, el artista plástico Carlos Gómez Centurión realizó un cuadro llamado “La Mulánima” dentro de su trabajo de criaturas fantásticas.


La Salamanca
Es una antiquísima creencia heredada de tierras vascas. Designa una reunión de brujas en cavernas entre los cerros. El “aquelarre” se realiza para invocar al diablo y atraer a los viajantes con música y luces. Una vez que entra un ser humano a la fiesta se olvida de todo. Luego aparece solo en el campo, sin sus pertenencias.

La profesora Hebe Almeida de Gargiulo recuerda al padre de una familia vecina que siempre contaba que fue “atrapado” por el influjo de la Salamanca. El hombre relataba a sus hijos una y otra vez que en su juventud caminaba una noche por las calles de un pueblo hasta que fue atraído hacia una fiesta. Entró, bailó y bebió, pero luego se encontró sin su equipaje en medio de la nada. Cuando llegó a su hogar intentó probar a su esposa la historia, sacando de su bolsillo tres tortitas jachalleras que las brujas le habían regalado. “¡Cuál no sería la sorpresa al sacar del bolsillo tres bollos de guano!”, contaba el protagonista a Hebe de Gargiulo y a quien quisiera escuchar.

Creencias por departamentos

Cada departamento de nuestra provincia se destaca por rituales y creencias mágicas particulares. Por ejemplo, en Capital y el Gran San Juan abundan los trabajos que “abren y cortan los caminos”. Albardón es zona de médiums, mientras que en la zona de alta montaña habitan brujas y espectros con poder sobre la salud y hasta la vida de otras personas.

Albardón, tierra de médiums y maleficios
Las inmediaciones del Villicum son ampliamente conocidas por los restos de rituales de magia negra que se encuentran. Círculos de piedras, sal, cabellos, frutas y animales pinchados, fotos enterradas y otros objetos hablan de prácticas nocturnas muy extendidas. Policía, medios de comunicación y la totalidad de la población da fe de haberse topado alguna vez con estos escenarios, que todos adjudican a brujas lugareñas. En el paisaje se yuxtaponen creencias paganas con capillas y cruces católicas. Todos los consultados coinciden en atribuir al cerro “una energía especial”. Rodolfo Ferrer y Mili Yacante extienden esta propiedad a toda la provincia por sus características geológicas.

También son conocidas las historias de familias que realizan rituales anuales para atraer espíritus. Existen mujeres “bajadoras de ánimas”. Son médiums que una vez por año invitan a los muertos a almorzar en sus hogares, junto con los parientes. Nunca se sabe qué tipo de espíritu vendrá, pero sí se conoce la señal: “si hay olor a rosas, bajó un ánima buena. Si el olor es a excremento, bajó un espíritu maligno”, dice la creencia popular. En caso de que el invitado llegara a ser un comensal provisto de desagradable aroma, todos saben que se hace preciso realizar un gran contra-ritual para echar al indeseable.

Capital, ritos de influencia brasileña
Rodolfo Ferrer acepta que muchas prácticas sesgadas de cultura negra se realizan al aire libre, aunque describe un rito Umbanda que él mismo presenció en un lugar cerrado. “Con mucho respeto y el afán de estudiar el fenómeno, me dejaron acercarme al terreiro, que es el centro energético del rito. Allí, se colocan velas y otros objetos invocadores de espíritus. Pero lo que primó fue la danza en círculos vertiginosos que llevan al éxtasis, y la música de percusión. Sé que en algunos casos se ingiere alcohol y otros alucinógenos, y que siempre se pide alguna gracia al espíritu convocado”, explica.

Ullum, sapos enterrados
Rituales atravesados de influencia brasileña – prácticas Umbanda, Quimbanda y Candomblé- se observan en todo el perilago del dique de Ullum. Es muy común encontrar sapos y cabezas de otros animales, enterrados alrededor de fogones recién apagados.

Jáchal, Iglesia y Calingasta Ancianas con poderes
En los departamentos de alta montaña las tradiciones se mantienen bastante más vírgenes de influencias extranjeras, explica Mili Yacante. Las brujas que allí habitan pueden torcer destinos y arruinar a sus semejantes. Pero se valen de objetos cercanos a la tierra, conocimientos de hierbas milenarias y lugares energéticos en lo profundo de la montaña.
Tal como cuenta la historieta ficcional de la artista, en la zona cordillerana son populares las abuelas brujas que inician en sus poderes a alguna de sus hijas o nietas. Un caso muy conocido es el de Felipa, “la médica de la alfalfa”, que vive en Tudcum, departamento de Iglesia. Esta curandera “adivina” el origen de enfermedades a través de la visión de la orina de una persona, puesta en contraste con las primeras luces de la mañana.

Fantasmas centenarios

Según la experiencia del poeta sanjuanino Leónidas Escudero, el manejo de la magia también se asocia con varones. Él mismo asegura haber conocido a “Don Segundo”, antiguo habitante de Los Carrizales, en Calingasta, que curaba enfermedades y provocaba maleficios a pedido, recuerda Escudero.
En sus poemas, ha reflejado a personajes míticos como “El pollerudo”, “el Fantasma” y el “Futre”. El escritor se familiarizó con estas historias cuando trabajó en las antiguas minas de oro del Tontal.

* El Pollerudo es el ánima de un sacerdote que arrastra por el suelo su sotana. “Yo mismo, en mi juventud, me asustaba mucho cuando transitaba por un camino solitario”, recuerda Escudero entre risas.
* El fantasma: Es un ánima que aparece en los higuerales, que ya son árboles considerados misteriosos porque no florecen. Según explica Escudero, ”el fantasma, que congela a quien lo mira”.
* El Futre es el alma de un hombre que se presenta muy bien vestido, con zapatos brillantes y ojos relucientes. Aparece en el campo abierto y también entre los senderos de las minas. Según refiere Escudero, la mirada de El Futre es cegadora y mortal, por lo que su presencia provoca espanto y huida.
* El Chon- Chon es otro personaje recordado por el poeta Escudero. Proviene de la cultura transandina. Es un ser espectral que aparece por las noches y trae malas noticias. “Nadie quiere ver al Chon- Chon porque su presencia significa muerte o enfermedad para los presentes”, afirma Escudero.


Rodolfo Ferrer, director del Centro Polivalente de Artes

“El amor es el primer motivo para hacer brujerías”

Según el profesor nacional de Folklore especializado en religiones y magia, Rodolfo Ferrer, la identificación entre la mujer y las artes mágicas tiene su origen en el Antiguo Testamento bíblico, que asocia a Eva con la serpiente, el pecado y la tentación.
El director del Centro Polivalente de Artes no asegura que San Juan lleve la delantera en cuanto a creencias en brujería dentro de Cuyo. Sin embargo, acepta que existe una práctica generalizada en toda la provincia. “Los ritos se dan en todos los departamentos sin excepciones, y se asocian con elementos como la sangre, la saliva, el cabello, las uñas y, por supuesto, el semen”, afirma.

- ¿Cómo llega la concepción de la bruja a nuestra cultura?
- La cultura americana absorbió por transculturación a la bruja medieval europea, y sobre todo la española. De España viene la creencia en “La Salamanca”, fiesta en la que las brujas traspasan poderes a sus elegidas y realizan maleficios. También hay brujos pero en menor medida.

- ¿Hay brujas buenas?
- Si. La femineidad no sólo se asocia a una magia destinada a hacer el mal, sino que también existen brujas buenas. En estos casos se las llama curanderas, o practicantes de magia blanca. Sus percepciones sobrenaturales permiten desde curar el empacho, sacar verrugas y quitar el dolor de cabeza por mal de ojo, hasta curar enfermedades crónicas. Su poder es efectivo en casi todos los casos porque la gente que consulta a estas curanderas les cree fehacientemente.

- ¿Cuales son las principales motivaciones para practicar magia?
- En nuestra provincia, y en todo el mundo, los trabajos se realizan por causas afectivas en primer lugar. El amor es la primera causa de brujerías. Luego están las causas económicas y la salud, en este orden. Las mujeres, además, son quienes más acuden a estos ritos para pedir cosas.

- ¿A qué se debe?
- A que históricamente las mujeres han tenido un rol más pasivo y no han podido expresar sus sentimientos abiertamente más que a través de estos rituales ocultos.

- ¿Por qué hay creencias tan fuertes en San Juan?
- Porque es una provincia cercana a la Cordillera de los Andes y está sobre un suelo muy cargado de una energía muy especial. Los terremotos, por ejemplo, han dejado la creencia de que hay fantasmas en la Catedral; también en el viejo edificio del Ministerio de Educación y en el Teatro Sarmiento, donde hay historias de ruidos y aparecidos.


Cristina Krause, Master en Antropología

“En el mundo andino, brujas y duendes son malignos”

Para la profesora superior en Letras y Master en Antropología, Cristina Krause, en nuestra cultura la bruja sólo se identifica con el mal. “El diablo es el morador de un mundo supraterreno en la concepción social del Universo. Allí, la bruja es la persona que opta por ser encargada de hacer el mal. En el mundo andino brujas y duendes son sólo malignos, mientras que en la cultura irlandesa hay buenas hechiceras y duendes que son pícaros y hasta benévolos”, distingue.

Por: Silvia Marcet - Periodista


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GALERIA MULTIMEDIA
La viuda negra.Óleo de Carlos Gómez Centurión.
La Mulánima, en la versión de Carlos Gómez Centurión
Las viñetas muestran una historia de ficción, aunque muy común en nuestros pueblos cordilleranos. Relata el camino de aprendizaje de una adolescente que debe decidir si entrará o no en el mundo de las artes oscuras, de la mano de su abuela bruja. Los perros, las mariposas y otros animales están presentes en la vida cotidiana de los personajes. Se trata de un comic que es parte del proyecto de Mili Yacante. Tiene 10 capítulos ideados y realizados íntegramente en San Juan, por Alberto Espinoza.
El Futre Tolosa, óleo de Carlos Gómez Centurión
Rodolfo Ferrer, especialista en Folcklore.
Cristina Krause, Master en Antropologia
El poder en las sombras. La ilustración pertenece a la cobertura del CD lanzado en 2007 por Mili Yacante, llamado “El don de las furias”, donde también aparece la voz de su hija Aylén Ortega. El trabajo de fotografía fue realizado por los diseñadores gráficos Miguel Beorchia Nigris y Verónica Nolasco
La Mulánima, en la versión de Carlos Gómez Centurión
Aylén Ortega Yacante y su madre Mili Yacante, interpretan a dos brujas en un trabajo discográfico