Próceres sanjuaninos: Salvador María del Carril

Nacido en San Juan, tenía 25 años cuando fue gobernador de esta provincia. En ejercicio de su cargo, redactó e impulsó la aprobación de la “Carta de Mayo” que declaró, por primera vez en el país, la libertad de cultos, y publicó el primer periódico de San Juan para defenderla. Fue derrocado, pero su carrera política continuó a nivel nacional y llegó a ser el primer ciudadano argentino que ejerció, sucesivamente, la presidencia de los tres poderes del Estado.

Del Carril es un eco anticipado de una generación constructora. Por eso el presbítero Castro Barros, oriundo de La Rioja, decía en púlpitos de San Juan, que se llamaba, acaso por un equívoco de pila, Salvador, siendo en realidad “condenador”. Por eso mismo fue derrocado del gobierno de la provincia. Observaba ciertos hábitos de sacristía. Pero aún su mente aparecía mechada de liberalismo de acento roussoniano y el escepticismo francés de la posrevolución en verdad le sugestionaba como a gran parte de esa generación, y es así que en los documentos oficiales que suscribía resulta un creyente dogmático. En la Carta de Mayo se lee:

16. La religión santa, católica, apostólica, romana, en la Provincia, se adopta voluntaria, espontánea y gustosamente como religión dominante. La ley y el gobierno pagarán como hasta aquí o más ampliamente, como en adelante se sancionare, a sus ministros, y conservarán y multiplicarán oportuna y convenientemente sus templos.

La Carta de Mayo fue promulgada el 15 de julio de 1825, por el mismo gobernador que la redactó, Salvador María del Carril, con la firma, además, de J. Rudecindo Rojo, secretario.
La Constitución Nacional de 1853 cambió el término “adopta” por el vocablo “sostiene”, que es más restringido en su alcance.

Perteneciente a una familia tradicional y acomodada, cursó la carrera del Derecho en la prestigiosa Universidad de Córdoba. De regreso en San Juan, abrió estudio de abogado. No podían ser muchos los pleitos en una sociedad patriarcal, donde las cuestiones e intereses se arreglaban entre casa. El medio y la época le encaminaron a la política. El país estaba consolidando su emancipación, y la tarea, por lo tanto, era grande. El gobernador Pérez de Urdininea, un aerolito llegado de lo alto —del Alto Perú—, llamó al doctor del Carril y le ofreció la cartera de Gobierno. Es la escuela de los hombres públicos. Muy joven se doctoró y contaba veinticinco años cuando llegó, por elección de su pueblo, al cargo de gobernador de San Juan. Su gobierno fue una floración de iniciativas.

Rousseau, Tocqueville y sobre todo Jefferson estaban, en alguna proporción, en el fondo de la ideología de don Salvador María. En cuanto a Rivadavia, más que epígono, contemporáneo. Vio la Iglesia por la sacristía, como la vio después su amigo Wilde. La secularización de los bienes en “manos muertas”, los conventos, resultó una cosa más bien frustrada, lo mismo que sus preconceptos sobre patronato. Prueba de ello es que ahora, a la vuelta de ciento treinta y dos años, se está en la tarea de suprimir el patrimonio civil. Porque la reciente encíclica del Papa Juan XXIII supera las proposiciones de Marx y las proposiciones de Nueva York y de Moscú, en cuanto a las relaciones del capital y el trabajo, porque la nueva palabra de Roma tiende a establecer el equilibrio entre los hombres.

Desde otros puntos de vista, la administración de del Carril, fue eficiente y progresista. Terminó el canal Pocito, obra de positiva utilidad para el riego en la zona sur del valle de San Juan. La ciudad colonial se modernizó, con el ensanche, apertura de calles, establecimiento hospitalario urbano, canalización general del agua fluvial, refacción de viviendas y aún de frentes de templos, y estímulo a la industria madre y a planes departamentales para el progreso común.

Pero corrientes contrarias concitaron opiniones. Un movimiento revolucionario, organizado por el partido de los pelucones, derrocó al gobernador. Un Joaquín Paredes utilizó los presos de la cárcel, y el principal agitador fue el prebístero Manuel Astorga. Del Carril huyó y fue a buscar apoyo del gobierno de Mendoza.
La prestancia y la palabra elocuente del doctor del Carril impresionaron a su favor.
El doctor del Carril invocó el tratado de San Miguel de las Lagunas que creaba un arbitrio para recíproca defensa de las tres provincias cuyanas; y fue así que el general José F. Aldao, al frente de fuerzas aguerridas avanzó sobre territorio de San Juan, y en el combate de Las Leñas (Primero Rinconada) venció a las milicias sanjuaninas.

Una vez respuesto en el mando, del Carril renunció. Fue la suya lo que se dice una actitud honrosa. Sucedióle en el cargo de gobernador Don Plácido Fernández Maradona.
El 27 de julio de 1825 el doctor del Carril fue elegido diputado por San Juan al Congreso Nacional reunido en Buenos Aires.

Del Carril, que sabía de los afanes y propósitos de Rivadavia, vio con indignación la caída de este mandatario idealista e iluso. La Argentina había ganado la guerra con el Brasil, suscitada en pro de la independencia del Uruguay, pero había perdido la paz, por ineptitud del delegado argentino Dr. José Manuel García.
Gran resentimiento en los generales que regresaban de los campos de la guerra a la Ciudad de Buenos Aires, donde ahora se sentaba en la silla de gobernador de la provincia de Buenos Aires el Coronel Dorrego, corifeo de la oposición a Rivadavia. Ello explica el movimiento del 19 de diciembre (1828) encabezado por el general Juan Lavalle, el Jefe cuya frente orlaban laureles. El combate de Navarro fue secuela del movimiento en marcha.

Del Carril, que siguió en el ministerio de Hacienda de la Nación, al lado de Lavalle, gobernante de facto, fue de los que aconsejaron a Lavalle el dramático final. “Hay que cortar la cabeza de la hidra”, expresábale en carta de esos primeros días de diciembre. Y fue el fusilamiento.
El general San Martín que de regreso de Europa, se quedó a las puertas de Buenos Aires, no desembarcó. Tomó al Viejo Mundo, con honda pena. El era el Libertador, nada más y nada menos que el Libertador.

La verdad es que el país, a veinte años de la Revolución de Mayo, entra en una zona de sombra.
Del Carril, exilado, anduvo errando… Uruguay, Brasil, Bolivia, supieron de su cuita. Mas no perdió la fe en los destinos de su Patria. Y cuando, corridos veinte años de dictadura, clareó la aurora de Caseros, el jurisconsulto, dispuesto a desbrozar errores propios y ajenos, del Carril reapareció en Buenos Aires. En su testa despejada de cabellos, resplandecía luz de esperanzas.

Como miembro constituyente por San Juan al Congreso General que se reunió en Santa Fe (1853), del Carril colaboró con Zuviría, Gorostiaga y otros en la redacción de la carta magna de la República.
En el año siguiente integró, como vicepresidente, la fórmula presidencial encabezada por Urquiza. Varias veces, donde luego en las ocasiones en que el general andaba en sus campañas militares, el doctor del Carril ejerció la jefatura del Poder Ejecutivo de la Confederación, y por cierto que su nombre quedó bien sentado.

Consigna la firma de del Carril el decreto que mandó imprimir los célebres discursos del P. Esquiú, en la catedral de Catamarca uno y en la catedral de Buenos Aires el otro, con elocuentes considerandos por el sacerdote “poseedor del fondo de Bousset y la elocuencia de Lacordaire”.

El presidente Mitre nombró a del Carril, con acuerdo del Senado, ministro de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, y el presidente Sarmiento, le nombró presidente del mismo tribunal.
Fue el primer ciudadano argentino que ejerció, sucesivamente, la presidencia de los tres poderes del Estado.
En el acto de inhumación de los restos, en el cementerio de la Recoleta (1883) Sarmiento en discurso dijo: “A él, más que a nadie, debemos hoy ser argentinos, porque él fue el que más afán puso para cegar el abismo abierto en el Arroyo del Medio”.


 

Datos de interés sobre Salvador María del Carril


» Nació en San Juan el 10 de agosto de 1798, en una casona patriarcal, ubicada en la calle del Cabildo. Bautizado en la Iglesia Matriz como Salvador María José, era el cuarto hijo de una familia muy acaudalada.

» Estudió en la Universidad de San Carlos, Córdoba, donde fue discípulo del deán Gregorio Funes. Se graduó primero como bachiller y luego como doctor en Derecho Civil y Canónico, en 1816, cuando tenía 18 años.

» Con el fin de optar por el título de abogado, se trasladó a Buenos Aires. Allí ingresó en la Academia Teórico - Práctica de Jurisprudencia, donde realizó una práctica de tres años mientras desempeñaba un cargo administrativo en el ministerio de Hacienda.

» En Buenos Aires fue redactor del períodico “Estrella del Sud” editado, entre otros, por Bernardino Rivadavia.

» Regresó a San Juan a fines de 1819 con ideas innovadoras para la época.

» En 1822, a los 23 años, asumió como ministro secretario del gobernador José María Pérez de Urdininea.

» En 1824, ante la renuncia de Urdininea Salvador María del Carril asumió la gobernación de la provincia de San Juan por delegación, desde el 10 de enero de 1823 hasta el 12 de marzo de 1824 en que fue formalmente electo. La primera vez que asumió la gobernación tenía 24 años. El 18 de enero de 1825 fue reelecto.

» A seis meses de haber asumido por primera vez, entre otras medidas de fondo, Salvador María Del Carril concretó una reforma eclesiástica en la provincia que sometía la actividad de los conventos a la jurisdicción del Gobierno y, entre otras medidas, dispuso la clausura y suspensión de algunos conventos.

» Con el dinero recaudado en la liquidación de los bienes de la iglesia, autorizado por la Junta de Representantes, adquirió la primera imprenta de la provincia, en la que se comenzaría a imprimir el Registro Oficial.

» El 6 de junio de 1825 del Carril envió a la Junta de Representantes Provincial el proyecto de la “Carta de Mayo”, una especie de declaración de derechos que, entre otros postulados, incluía la libertad de cultos.

» El 29 de junio de 1825, mientras los legisladores debatían los artículos de la Carta de Mayo, apareció la edición Nº1 del periódico El Defensor de la Carta de Mayo, primera publicación periodística en existir en la provincia.

» El 13 julio la Junta de Representantes de la Provincia sancionó la Carta. Al otro día se publicó el segundo número de El Defensor, y al día siguiente se promulgó la Carta de Mayo.

» El 26 de julio de 1825 una revuelta protagonizada por los sectores más intolerantes del catolicismo local depuso al Gobernador del Carril.

» Apoyado por el gobierno de Mendoza, Del Carril regresa a San Juan, reasume su cargo el 9 de septiembre y el 12  de septiembre de 1825 presenta su renuncia ante la Legislatura.

» Fue ministro de Hacienda bajo la presidencia de Rivadavia; más tarde, cuando Dorrego fue electo gobernador, prestó servicios como uno de los principales asesores del general Lavalle, quien derrotó y ejecutó a Dorrego.

» Posteriormente al derrocamiento de Lavalle y a su partida al exilio, Del Carril también abandonó el país; pasó a ser miembro de la Comisión Argentina y apoyó a Lavalle en su regreso para combatir a Rosas en 1839.

» Fue delegado en el Congreso Constituyente y rubricó la Constitución de 1853.

» Fue vicepresidente de la Confederación Argentina durante la presidencia de Urquiza.

» En 1862 fue designado para la Corte Suprema (1862) durante la presidencia de Bartolomé Mitre, prestando servicios como su presidente desde 1870 hasta su posterior retiro de la vida pública en 1877.

» En 1883 falleció. Sus restos están sepultados en el Cementerio de La Recoleta, en Buenos Aires.

GALERIA MULTIMEDIA
Salvador María del Carril, según un retrato de Santiago Paredes. Nació en San Juan el 10 de agosto de 1798 y falleció en 1883.
Estatua de Salvador María del Carril, cuando estuvo emplaza en la antigua Estación Ferrocarril Andino.
La foto muestra la estatua en homenaje a Salvador María del Carril, actualmente ubicada en la plaza de Desamparados.