Cuando el básquet se llenó de norteamericanos

Mario Castro es uno de los periodistas más respetados y queridos en el mundo del deporte. A lo largo de décadas se ha transformado en un referente del relato y los comentarios de cuanto acontecimiento deportivo se realice en San Juan, en el país e incluso en países donde participe algún equipo sanjuanino. De sus cientos de anécdotas publicamos esta que pinta la trastienda de un mundo muy particular donde la pasión se mezcla con lo competitivo, la picardía y el humor.

 Hubo una época brillante en la provincia de San Juan en el básquetbol con la llegada de los norteamericanos. Al primer norteamericano que llegó a San Juan lo trajo el club Villa Lanteri. Era Craig Smoack. Un morocho de 2,04 metros que hablaba muy bien el castellano, era profesor de educación física y le gustaba que le dijeran “El negro Smoack”.

Era un buen jugador, pero nada extraordinario. Él trajo posteriormente a Michel Burs, “El araña Burs”. Este sí era un distinto, era un jugador fantasía.

Craig Smoack, que era muy rápido para los negocios, encontró otra actividad: Criaba perros dogos y se los enviaba a su hermano en los Estado Unidos y allí lo vendía.

En esos años se vivía el furor del básquet en San Juan pues también Inca Huasi trajo a dos norteamericanos.

Fui con los dirigentes de Lanteri y un día ofrecí un partido de básquet de estrellas. Dije: “Traigo todos los norteamericanos que están en la zona, los que juegan en Mendoza y en San Luis y dos norteamericanos que estaban en Chile en ese momento”.

Y dijeron: “Bueno, pero con quién los hacemos jugar”.

Quien apoyó la idea era un dirigente al que le gustaba mucho el básquet, Quique Gallerano. Expresó que sería interesante traer al mejor equipo que tenía la liga.

Ese equipo era Ferrocarril Oeste, con León Najnudel como técnico, el creador de la liga nacional de hoy.

Se hicieron todos los contactos y la duda era cómo hacer para juntarlos y Smoack dijo: “Esto lo organizo yo”. Organizó todo, fue y se sentó en la radio, que le ofreció un porcentaje y demás, pero lo concreto es que llegó Ferrocarril Oeste que tenía a Miguel Cortijo como su estrella y aparecieron 12 norteamericanos para jugar.

Fue un espectáculo enorme en el estadio cubierto del Parque de Mayo. A las nueve de la noche tuvieron que cerrar las puertas del estadio porque no entraba un alfiler más.

Jugaron todos los norteamericanos, le ganaron a Ferro y fue el show del “Araña Burs”.

Najnude,l el técnico de Ferro, se quedó maravillado, fascinado de ese jugador que tenía Villa Lanteri, el “Araña Burs”. Fue una noche mágica de básquet en la provincia.

Uno de esos norteamericanos era Gregori, que después vino a jugar también a la provincia de San Juan.

Lo fueron a buscar a Mendoza, era un norteamericano despampanante porque usaba traje rojos o verdes. Esa noche se lució, pero lo concreto fue el espectáculo. Ganó dinero Craig Smoack, ganó dinero Inca Huasi y el medio de difusión que en ese momento lo apoyó.

Craig Smoack que, repito, hablaba muy bien el castellano, siempre envía una tarjeta de fin de año para decir dónde está. Hace dos años fue la última que recibí. Estaba en Las Vegas donde era guardaespaldas y además traductor al español.

Craig Smoack, el primer morocho yankee que pisó las canchas del básquetbol de San Juan.

GALERIA MULTIMEDIA
Michael Burns y Craig Smoack junto a Polo Benegas.