Verónica Rodríguez: “Si la familia y la escuela se enfrentan, los chicos pagan las consecuencias”

Verónica Rodríguez es una de las máximas especialistas del país en resiliencia y familia y afirma que la familia no está en crisis sino el sistema conyugal, que hay resistencia a integrar a los chicos de la calle porque se cree erróneamente que no puede salir y que el modelo de ayuda social basado en comedores comunitarios es del Siglo 19. Nota realizada por Juan Carlos Bataller Plana fue publicada en la edición 1431 de El Nuevo Diario del 16 de abril de 2010

Verónica Rodríguez es especialista en un tema que de a poco se va haciendo conocido en el ámbito educativo: resiliencia

—La resiliencia es una palabra que desde hace poco tiempo comienza a ser más conocida.
—La resiliencia es un término que viene de la física y que explica la capacidad que tienen los metales para superar la presión que han ejercido sobre él y volver al estado natural cuando la presión desaparece. Es decir el metal se deforma, pero cuando se deja de ejercer la presión, vuelve al estado natural. Los seres humanos tenemos una potencialidad innata de cuando estamos presionados para volver al estado anterior o una capacidad adquirida, es decir se puede aprender el comportamiento resiliente, sobre todo por la influencia de la familia o de los docentes.

—¿Se le pueden brindar las herramientas a una persona para que puedan realizar esto?
—No tanto la herramienta porque es un comportamiento. En cada momento, cada ser humano, cuando tiene que decidir algo, puede hacerlo de una forma deficiente o de una forma resiliente. Es decir, me está afectando esto, me está presionando y yo decido superarlo.

—¿Superarlo sólo?
—Lo voy a superar con lo que sé hacer o lo voy a superar pidiendo ayuda pero tengo que tomar la decisión. Esta capacidad o potencialidad se desarrolla solamente entre la interacción entre los seres humanos, por eso no se puede comprar, no se vende la capacidad de ser resiliente.

—Quien posee esa capacidad, ¿la tiene en todo momento?
—La resiliencia no se adquiere una vez para siempre. La resiliencia está latente y emerge cuando aparece la adversidad, no es un ser resiliente sino un estar resiliente y se dan casos de estar resiliente a la mañana pero no a la noche.

—¿Cuál es el papel que juega el docente?

—Está comprobado que los chicos que han sufrido situaciones de adversidades, digamos mantenidas en el tiempo, y han tenido un referente, la resiliencia ha surgido a través del contacto con docentes. Estar en una escuela, más allá de la situación que vive en su casa, en su familia o en su barrio, le permite encontrar una relación humana y pensar que “a pesar de”, el día de mañana va a ser otra cosa.

—Entonces también pueden influir positivamente las actividades en los clubes, en los institutos donde se desarrolla el lado artístico, donde el chico pueda expresarse.
—Por supuesto, porque la resiliencia se basa en la participación, en el humor, en la creatividad. Es muy difícil que un profesor de educación física no estimule resiliencia, lo que pasa es que muchos docentes no lo saben y ya lo están haciendo. Por eso la importancia de capacitar a los docentes, para que descubran su propia resiliencia y puedan estimular la resiliencia de sus alumnos.

—La ayuda escolar por hijo que implementó el Gobierno hizo que muchos chicos que estaban fuera del sistema escolar comiencen una educación formal. ¿Cuánto puede influir a la hora de adaptarse que el chico tenga 9 o 10 años y comience primer grado?
—Los chicos son totalmente creativos, totalmente sensibles y totalmente perceptibles. No llegan por el camino tradicional a la lectoescritura y a la escolaridad, es decir a tal edad ingresó en el jardín de infantes, a tal edad llegó a primer grado. Y también tienen la habilidad de la supervivencia, que nosotros no la tenemos desarrollada y por lo tanto lo que ellos necesitan es coherencia. Cuando a estos chicos se les ofrece un ambiente coherente, recuperan lo perdido. Necesitan coherencia y necesita ternura, dos cosas claves…

—La primera reacción de la comunidad educativa es preocuparse con esta integración que reúne a chicos de 6 años con otros de 9 o 10 y toda la calle encima.
—No, eso es un error. Hay que trabajar conla integración. La resiliencia incluye a todo y no excluye a nadie porque parte de lo que cada uno tiene. No sabemos qué nivel de inteligencia concreta práctica tiene ese chico y de qué forma ese chico va ser un sabio el día de mañana. Hay un premio Nobel que fue chico de la calle en la época de la guerra.

—¿Por qué como sociedad nos cuesta tanto esa integración?
—Porque no creemos que un chico de la calle puede salir. No lo creemos porque nos cuesta aceptar esto distinto que tienen ellos: rapidez, creatividad y saber cómo sobrevivir. Esta inteligencia emocional que ellos tienen, nosotros no la tenemos, ¿Quiénes somos los distintos, ellos o nosotros? Yo no podría vivir 24 horas en la calle como ellos hacen durante años.

—Por eso mismo a veces no quieren ser parte de una educación formal…
—No se puede imponer pero sí se puede ofrecer, hay que explicar el qué, el por qué y el para qué. A estos chicos no se les puede exigir lo que nosotros creemos que tiene que hacer, saben mucho más. Lo que nosotros tenemos que procurar es generar un ambiente en el cual esto que él sabe por vivir en la calle se transforme en lectoescritura…

—Para eso el docente y la comunidad educativa debe estar preparados…
—Al docente tampoco se le puede exigir que haga algo que no se le enseñó. No es lo mismo un niño que ha ido a sala de 3, a sala de 4, de 5 e hizo primer grado a un niño que viene con toda la experiencia de la calle e ingresa a los 9 años…

—¿Cómo puede salir adelante un chico que al infierno lo vive en su propia familia?
—La clave es que esté institucionalizado y que este chico tenga fuera de la familia, al docente, a gente de organizaciones sociales que pueden ser tutores de resiliencia que le permitan salir adelante.

—Durante muchos años se basó la ayuda social en sacarlo al chico de la familia, por ejemplo darle de comer en comedores comunitarios, ¿por qué fracasó ese sistema?
—Porque es un modelo del Siglo 19 con otra realidad social. En el 2010 e incluso en 1994 se cambió la Constitución incorporándose los tratados internacionales de Derechos del Niño. Ahí creímos que estaba todo hecho y no, tuvimos que aprender a trabajar con la familia. La Convención nos plantea una nueva ética, cómo me relaciono yo con el otro sujeto y esa adaptación no es solo cambiar los términos que usábamos antes por otros nuevos.

—Dentro de esto se da como paso importante que la familia pueda recuperar roles pero la familia también cambió en los últimos años…
—Ni la escuela entiende los cambios sociales, económicos, culturales y tecnológicos que estamos viviendo ni tampoco lo entiende la familia…

—Incluiría a los dirigentes políticos, los medios, las instituciones religiosas…
—Ninguno lo entendemos. Yo nací con la radio y hoy es Internet y antes se entendía a mamá y papá viviendo juntos y hoy ya no es siempre así. Lo que nosotros tenemos que bregar es, más que para que estén mamá y papá juntos, para que sean mamá y papá según las circunstancias les permite.

—¿Se puede?
—En este momento hay mucho conocimiento. Hoy se le puede enseñar al papá cómo va ser su hijo el próximo año cuando cumpla 5 o como será cuando tenga 9 y como va a acompañar en el crecimiento a su hijo. Es simple de hacer, hay que decidir hacerlo.

—Muchas veces está la intención de hacer proyectos que en la práctica no se pueden realizar por falta de presupuesto…
—No es caro, no tengo que armar una estructura.

—¿La familia como institución está en crisis?
—Hay que aceptar que el estado civil no garantizado que antes garantizaba. Tampoco se sabe cuáles son los beneficios que tuvo la familia nuclear. Antes, en la familia la mujer no trabajaba, todo era distinto, todo era lento. Los problemas se resolvían de acuerdo a esa metodología, a ese estilo de vida. Hoy hay otro sistema que no es ni bueno ni malo. Son realidades, son circunstancias, es la época cultural que nos toca vivir.

—Hay más separaciones, más hogares en donde falta el padre o la madre…
—Cuando se dice desintegración familiar, ¿qué se desintegra? No hay que confundir nuestro sistema conyugal con el sistema familiar. Lo que se desintegró en muchos casos es la relación entre los cónyuges pero ninguno puede dejar de ser padre y madre, ninguno puede decir este no es mi hijo, entonces el sistema filial no se ha desintegrado. Es la realidad de esta época.

—Hace unos años la persona se realien la familia, ahora se pone en primer lugar al individuo…
—Ahora también se realiza en la familia, solamente que no tiene pautas culturales como “todos los domingos almorzamos juntos”. Si hay quien decide realizarse en el trabajo, profesionalmente antes de formar una familia, esa es una decisión personal.

—¿Hay choques en lo que se enseña entre la familia y la escuela?
—La familia es la institución más tradicional que tiene la sociedad para poder sobrevivir y la segunda institución tradicional es la escuela: si la familia y la escuela se enfrentan y se culpabilizan, los únicos que pagan las consecuencias son los chicos…

—Nos olvidamos del objetivo principal: el chico.
—Exacto, lo que tenemos que hacer es comprender la realidad actual, aprender a poner nombre a lo que acontece en la sociedad y a lo que nos pasa a cada uno y no estar pensando en lo que yo decido, porque hoy es totalmente distinto a lo que fue hace un tiempo. Desde cuestiones simples como que hoy no se cocina con leña sino con microonda…

—Aplicar soluciones anteriores que fueron efectivas en su momento, ahora no sirve…
—No sirve, por eso lo importante que plantea la resiliencia es “yo puedo promover una relación saludable entre adultos y niños y adolescentes y jóvenes”. Más allá de Internet está la relación interpersonal saludable y no el enfrentamiento o el choque, porque la soledad ataca tanto al chico, al grande, como a los jóvenes.

—¿Es importante que el chico tenga un modelo a seguir?
—Tenemos que cambiar esto del modelo. Yo puedo ser una persona que el chico lo percibe como modelo, pero no me presento como modelo, ni la sociedad me presenta como modelo, él me tiene que percibir. Tenemos que salir del estereotipo que hay que ser como fulano, mengano, sutano, eso es moda. Lo que nosotros tenemos que acostumbrarnos acostumbrarnos es a dejar de dar consejos y tratar de imponer y cambiar por una actitud que nos permita escuchar al chico. Hoy toda la población ha tenido acceso al lenguaje lógico y esto lo da el celular, la computadora, el aparato de video, no puedo hacer lo que quiero…

—¿Está de acuerdo con los que dicen que los chicos no leen?
—Leen de otra manera, aprenden de otra manera, sin tocar un libro. Por eso hay que trabajar con proyectos donde integran la computadora y la tecnología como antes integrábamos los lápices de colores y la témpera. Esos chicos aprende igual y mucho más que los que nosotros aprendíamos, hoy un chico de un año sabe qué botón tiene que apretar en el teléfono

—Estamos en una transición en donde tenemos un sistema educativo antiguo, con chicos modernos…
—El sistema educativo se tiene que actualizar en la medida que los docentes tengan acceso a capacitación.

 —Incluso hay quienes todavía proponen prohibir Internet porque afirman que los chicos pueden ver pornografía…
—Internet tiene pornografía, pero también tiene formas para que el chico no ingrese a esas páginas. Afirmar esto es desconocer de qué manera el chico puede acceder a la tecnología de acuerdo a la edad que tiene. Le pongo tantas barreras si tiene 6 años y menos barreras si tiene 9, en última instancia el poner barreras no es cuestión del alumno, del niño o el joven, es una cuestión del padre y de la madre.

—Quizás porque el adulto no ha podido, no ha querido o no entiende el proceso, oponerse en una manera de resguardarse…
—Sí, pero también sucedió lo mismo cuando apareció el televisor. Es decir cada vez que viene una innovación tecnológica, nosotros necesitamos tiempo para procesarla, los chicos no porque nacieron en este lenguaje. Los chicos hoy no entienden que antes no existía el teléfono y estos cambios vertiginosos, donde todos tenemos acceso a todo, tenemos que trabajar para que nos humanice y no nos deshumanice.

—El otro tema es que la globalización hace que tengamos toda la información y la cultura de otros lados pero a su vez también se da lo contrario, revalorizar lo de uno para poder enfrentar la globalización…
—Lo cultural pasa por lo que quiero vivir y loque no. Las pautas culturales nuestras la mantendremos si gozamos con ellas. Si nos gusta hacer un asado el domingo, no lo vamos a dejar de hacer porque exista Internet. Es más, nos equivocamos si creemos que no hacemos asados por culpa de Internet. Debemos propugnar para que se sigan haciendo los asados y que también se utilice Internet como un elemento más de la tecnología a la que podemos acceder.

—Usted daba un dato muy interesante, por primera vez es mayoritaria en el mundo la franja etaria que va de los 9 a 19 años. Al mismo tiempo, los abuelos dejaron de tener el rol social de transmitir valores y conocimientos.
—Los abuelos no entienden a los nietos y los nietos no entienden al abuelo. Necesitamos crear esos vínculos en lo que los une es el afecto ya que si sólo buscamos que compartan información y expectativa, tienen un lenguaje tan diferente que no se entienden.


PERFIL
Marta Verónica Rodríguez nació en la ciudad de Luján, Buenos Aires.
Docente y se recibió en la Universidad del Museo Social Argentino en Humanología. En la Universidad de Navarra, España, se graduó de Orientadora de Familia. Investigadora del CONICET y profesora en diversas universidades, es autora de varios libros sobre familia y resiliencia.

 


 


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Verónica Rodríguez: “No creemos que un chico de la calle pueda salir porque nos cuesta aceptar esto distinto que tienen ellos: rapidez, creatividad y saber cómo sobrevivir. Esta inteligencia emocional que ellos tienen, nosotros no la tenemos, Yo no podría vivir 24 horas en la calle”.
Para Verónica Rodríguez, es más importante escuchar lo que necesitan los chicos que sólo dar consejos. En la imagen junto a Juan Carlos Bataller Plana, autor de la nota.