Una vieja receta

El doctor E. R. Maturano publicó un aviso el 16 de junio de 1886, en el diario La Unión, de San Juan.

Allí explicaba que era médico homeópata, con diploma de Chile y de las Facultades homeopáticas de Brasil y Méjico y que tenía consultorio en la calle Santa Fe 22, frente al Colegio Nacional.

El doctor Maturano decía que atendía consultas todos los días y que a los pobres los atendía gratuitamente.

Luego, el aviso pasaba a detallar las enfermedades que Maturano curaba. Y decía:

 

Se curan con prontitud las enfermedades siguientes:

»» Pleuresía (vulgarmente puntada al costado) en 6 días.

»» Fiebre simple inflamatoria: en 2 a 4 días.

»» Diarreas y disenterías por indigestión: en 3 a 6 días, a veces en 24 horas.

»» Suspensión de la orina: queda expedita en pocas horas sin usar sondas.

»» Afecciones venéreas: se curan radicalmente de 20 a 30 dias, sin cauterización ni inyección ni uso de copaiba ni cubeba.

»» Afecciones a la garganta: de 4 a 8 días.

»» Afecciones a la vista: de 6 a 20 días.

»» Hemorragias, se cortan en breve tiempo,

»» Apoplejía fulminante, cólicos, fiebre de toda especie, dolores de oido, crup. parálisis, afecciones del embarazo, de los niños, viruela, erupciones herpéticas, etc., se curan en poco tiempo siempre que estas fueran de origen reciente y no se hubiera empleado otro tratamiento, de lo contrario la cura será en más tiempo.

»» Todas las demás enfermedades ya sea crónicas, agudas, pueden combatirse con buen éxito, con nuestro sistema si es que se observa estrictamente el régimen que se prescribe.

»» Enfermedades del dominio de la cirugía se curan por la doctrina hanhnemaniana, sin operaciones quirúrgicas, las que son a veces de fatales consecuencias.

 

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Hasta acá el aviso, publicado en 1.886.

Digamos que poco antes, en 1869, el gobierno provincial había aprobado el ejercicio de la medicina y farmacias. El reglamento se lo consideró más adelantado de lo que podía pedirse para su época y determinaba que “sólo podría ejercer quien tuviera título o diploma expedido por la Facultad de Medicina de Buenos Aires o por los anteriores tribunales de medicina de la provincia”.

 

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Durante la colonia, el ejercicio de la medicina se hacía a través del protomedicato, una institución creada por Juan 2º de Castilla en el siglo XV y que existió hasta 1.822, al crearse en España las Facultades de Medicina, Cirugía y Farmacia.

Se trataba de un tribunal que examinaba y reconocían la suficiencia de quienes debían ejercer la disciplina. Era además cuerpo consultivo del gobierno y asesor de la justicia para las faltas y excesos de quienes ejercían legal o ilegalmente la medicina.

 

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San Juan de Cuyo dependió en un principio del Protomedicato de Lima. Luego pasó a depender del de Chile, al crearse este y, finalmente, del de Buenos Aires.

No obstante, esa medicina “oficial” era minoritaria pues la gente, por lo general, optaba por curanderos, barberos, sangradores, hechiceros y herboristas.

Uno lee estas cosas y 135 años después no puede menos que sonreir mientras se ajusta el barbijo para evitar contagiarse de COVID.

Publicado en Nuevo Mundo, edición 190 del 08-02-2021

 

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