Tomás Escobar, el sanjuanino que trabaja en el mundo del futuro

Tomás Escobar se hizo conocido cuando a los 22 años creó Cuevana, un sitio de internet que llegó a tener 15 millones de seguidores. Pero antes, a los 14, tuvo su página web para fanáticos de Harry Potter. Hijo y nieto de sanjuaninos, Tomás pasó su infancia entre San Juan y Brasil. Hizo el secundario en la provincia y luego emigró a Córdoba en edad universitaria.

 —¿Cómo fue tu infancia en San Juan?
—Mi infancia acá en San Juan, como la de muchos sanjuaninos, fue muy cómoda, muy de barrio, muy de amistades, salir a la calle a jugar, divertirse. La verdad es que son cosas que uno aprende a valorar cada vez más cuando está afuera.

—Después tu familia se radicó en Brasil…
—Cuando tenía seis años nos fuimos a vivir a Brasil porque mi papá empezó a trabajar allá. Viví allí hasta los nueve años. Fue un gran cambio. Al principio, por supuesto, cuesta. Uno tiene que dejar a todas las amistades. No había redes sociales, ni nada por el estilo para mantenerse comunicado, con lo cual uno realmente hace como un impasse con sus amistades y después de tres años uno quiere saber si todavía están, ver si todavía me recuerdan o no.

—Fue fácil la adaptación desde lo cultural y desde lo social.
—Creo que a esa edad todo es más fácil. Los primeros seis meses cuestan, es otro idioma, de hecho en el colegio se hablaba inglés, entonces era un doble desafío. Pero me adapté rápido y viví cosas lindas. Vivía frente a la playa. Tenía otras ventajas por más que tiraba mucho la familia.

—¿Te enriqueció mucho como persona eso de compartir con gente de otros países y de otra cultura?
—Sí, sin duda. De hecho yo iba a una escuela a la que iba gente de muchos países, era una especie de escuela internacional, en Recife, donde vivía. Por ejemplo, mi mejor amigo era un chino. También tenía amigos brasileños. O sea, se toma otra dimensión del intercambio cultural y de todo lo que hay en el mundo.

—A los 14 años creaste una página web para fanáticos de Harry Potter ¿Cómo surge ese primer acercamiento a la tecnología?
—Ese fue el primer acercamiento que tuve con ser un creador de contenidos de sitios a través de la computación. La verdad es que desde chico siempre me gustaron las computadoras, más que nada los jueguitos y todas esas cosas. Pero después tuve la necesidad de crear, no sólo de consumir. Tuve esa necesidad y vi que estaba la oportunidad de expresarme a través de la computadora.

—Querías ser un protagonista del mundo tecnológico.
—Sí, sí. En realidad me gustaba también crear cosas que otros usaran, ver cómo eso les impactaba, las emociones que les generaba y los vínculos que se gestaban, porque eventualmente nacían comunidades. Ese primer sitio lo tuve desde los 14 hasta los 16 años y lo cerré porque quería empezar a vivir mi vida adolescente. Aprendí mucho porque fue mi inicio en lo que es programación. Cuando lo cerré hubo miles de usuarios que estuvieron muy tristes y me escribían mails diciendo cosas como “esto era mi casa, un hogar que visitaba todas las semanas” y eso realmente a uno lo impacta.

—Claro, es muy enriquecedor.
—Si, en definitiva me permitió sentir cosas que, por lo menos yo, no había sentido antes y fue la confirmación de que quería seguir haciendo eso, seguir generando experiencias que de una u otra manera impactaran en la vida de la gente y si era para mejor, mucho más.

—Eso se da entre 2004 y 2005— cuando Facebook recién estaba naciendo y era un fenómeno conocido únicamente en Estados Unidos, pero ya se avizoraba que mediante internet la gente iba a estar muchísimo más conectada, porque, por ejemplo, Harryfanaticos, así se llamaba la web, tenía usuarios en toda Latinoamérica y otras partes del mundo.
—Sin dudas internet en esa época ya era un fenómeno dominante en todo el mundo e iba a ser lo que conectaría al mundo en forma instantánea y eso me atrapó. Apenas entré a ese mundo me dije que ésta era la forma de llegar a todos lados.

—Te fuiste a estudiar ingeniería en software a Córdoba, que fue una forma de llegar a otro lado.
—Sí, definitivamente. De hecho lo primero que pensé fue estudiar acá en San Juan, aunque la carrera de ingeniería en computación era muy nueva, no tenía siquiera una generación de egresados. También analicé la licenciatura, pero al ser tan nuevas me preguntaba qué se cubría y qué no. Después fueron mis padres quienes me sugirieron que fuera a estudiar a Córdoba. Yo no lo había considerado hasta ese momento. Mi padre estudió en Córdoba, con lo cual estaba acostumbrado al estilo de vida de allá, de estudiante y me dijo que me iba a enriquecer, que iba a estar bueno, que era un gran ambiente para estudiar. Dije “bueno, voy para allá” y me encantó, es un gran lugar para estudiar.

—Te hace crecer…
—Te cambia mucho pasar de estar en una escuela, donde muchos de tus compañeros viven situaciones similares a la tuya, a llegar a una universidad, con gente de todo el país o, inclusive, fuera de Argentina, con situaciones adversas y distintas experiencias de vida que me impactaron mucho.

—Durante tu estadía en Córdoba creaste un pequeño “monstruito” llamado Cuevana ¿Hoy podés decir qué fue Cuevana?
— Fue parte de un pasatiempo que creé y que consistía, básicamente, en permitir a los usuarios reproducir series y películas que existían en internet. Cuevana era una plataforma que las indexaba y las ordenaba para que la experiencia fuera cómoda y fácil de usar. Dada esa comodidad y facilidad, se volvió súper popular y se me fue de las manos. Era un hobby con amigos, ya que lo creé para seguir desarrollando mis habilidades técnicas, y les dije que lo usaran. Así se corrió el boca a boca, hasta que se corrió a unas 15 millones de personas (risas).

—¿15 millones de usuarios por mes mayormente de América Latina?
—Claro, 15 millones por mes y por día eran más o menos 2 millones. La mayoría de América Latina, pero también de España y otras partes del mundo.

—¿Te sentiste una celebridad cuando tu nombre, como creador de Cuevana, salió a la luz? Tuviste mucha exposición con entrevistas en diarios, revistas y programas de televisión.
—Uno siente y es consciente del nivel de exposición, pero a veces no tanto. No me sentí una celebridad para nada, no es que salía todo lo mío en las noticias, pero si había llegado un punto que el producto había hecho tanta mella en la población de algunos países que, tal vez no lo usabas, pero si se nombraba Cuevana, vos sabías qué era.

—Era fácilmente identificable con la pagina donde veo mi serie y mi película en cualquier día, a cualquier hora.
—Sí, básicamente, si.

—¿Podemos decir que Cuevana tuvo un “lado B”? Te trajo ciertos problemas porque a gente poderosa del ambiente no le gustó.
—Y…al surgir como hobby uno nunca lo ve como emprendimiento y no ve que va a trascender. Cuando sucedió que se esparció al mundo, era obvio que iba a traer implicancias, porque era un servicio gratuito, aunque esas series y películas ya estaban en internet desde antes.

—Estamos hablando de grandes productoras de cine y televisión.
—Claro, las distribuidoras de esas películas y series no estaban tan contentas con la solución de Cuevana como tal, pero al mismo tiempo empezamos una negociación, nos sentamos a hablar y discutir porque había una oportunidad. Cuevana hizo que mucha más gente consumiera muchos más contenidos a través de internet. Antes la gente no hacía eso. Así ellos expandieron su audiencia y sus canales mediante internet.

—¿Y qué pasó?
—Fue muy difícil, ellos son grupos muy poderosos, con muchos intereses en el medio y, lamentablemente, no pudimos avanzar mucho. En su momento hubo denuncias legales que no prosperaron, pero la realidad es que también, por detrás, estábamos en conversaciones. Había diálogo. Se intentó por 2 o 3 años más, pero finalmente me dije que era el momento de dar un paso al costado. Podía seguir, pero quería invertir el tiempo en otro lugar donde fuera más probable llegar a un acuerdo.

—Tuvo la vida que tenía que tener.
—Sí, tomar la decisión de abandonar un proyecto es lo más difícil. Es algo muy propio de uno, como un hijo y hay que saber en qué momento dejarlo ir.  Además tampoco fue fácil porque en ese momento tenía millones de usuarios, pero se complicaba, cada vez había más intereses en el medio. Entonces decidí invertir mi tiempo, que es lo más valioso que tengo, en otro proyecto que pudiera causar el mismo nivel de impacto de llegar a millones de personas, pero pudiendo capitalizarlo con algún tipo de beneficio.

—En el medio de todas estas cuestiones legales, ¿sufriste algún tipo de amenaza física o psicológica?
—Amenazas puntuales no, pero si lo atravesé con mucho estrés. El estrés fue predominante en esos años, pero siempre me sentí cómodo manejándolo, a un punto tal que hoy necesito de ese nivel de exigencia, que se exijan cosas de mí para seguir superándome, para estar constantemente al borde de la innovación y del trabajo. Es algo que me tomo muy en serio y me permite seguir trabajando en pos de eso.

—¿Sentís que hiciste amigos y enemigos con Cuevana?
—Se podría decir (risas). Por suerte me llevó a conocer mucha gente interesante que no hubiese conocido de otra forma, también gente muy importante de todo tipo que hoy miro para atrás y digo “wow, me senté con esta gente en una mesa a dialogar”.

—¿Qué papel jugaron tu familia, tus amigos, en esos momentos estresantes?
—Por supuesto que la familia siempre es el ancla hacia la realidad, hacia mantenerse sereno y que no se te suban los humos a la cabeza. Era un momento donde muchos medios me buscaban y millones de usuarios te felicitaban, se podía caer en eso de creerse más de lo que uno es, para bien o para mal, pero la familia te ayuda a centrarte, los amigos también, son muy importantes. Yo, igual, trataba de transmitirles calma y serenidad respecto a todo lo que sucedía alrededor de Cuevana, porque era más mediático que real, con lo cual era importante separarlo.

—Cuevana nace antes que Netflix. ¿Podrías emparentarlo como un antecedente? ¿Un principio para que las grandes productoras entendieran que había un nuevo mercado y otro público al cual podían llegar?
—Sólo para tener en cuenta, Netflix no estaba en esta región pero ya existía en Estados Unidos, aunque más limitado, no era lo que es hoy. Yo no lo conocía ni lo pensé como una solución a Netflix. Hice Cuevana como una necesidad personal con la que mucha gente se sintió identificada. Por eso creció tanto y la industria captó el mensaje. La gente ya estaba preparada para una nueva forma de consumir y lo estaba pidiendo a gritos. Aún así, pienso que no se adaptaron con la suficiente velocidad. El único fue Netflix, que no es una industria en sí, sino que es una compañía de tecnología.

La radicación en Buenos Aires
—Se puede decir que habías alcanzado un punto alto en tu joven carrera y en un momento hiciste el click de decir “tengo que dejar Córdoba e irme a Buenos Aires” ¿Cuándo surge la necesidad de volver a mudarte?
—Eso fue una decisión de negocios. Yo quería empezar a desarrollar mis emprendimientos, generar vínculos con sociedades, sobre todo con la industria de la música, y con la industria del cine también estábamos en permanente contacto. Todos ellos estaban en Buenos Aires, y así me vi yendo a Buenos Aires cada vez más seguido y cuando conocí la ciudad y el ecosistema emprendedor dije “yo tengo que estar acá, si quiero hacer una diferencia y seguir creciendo tengo que estar acá”.

—Dios está en todos lados pero atiende en Buenos Aires, ¿no?
—(Risas) Si, es una frase muy trillada, pero cierta. Se da porque es una ciudad más grande, hay más gente con mayores oportunidades y desafíos. Me encontré con mucha más gente emprendiendo, con un ecosistema creciente y pujante con “start ups” o empresas como Mercado Libre y Globant que ya tenían años y cotizaban en bolsa y habían casos exitosos que decían que desde Buenos Aires se puede. Había un marco posible, eso me hizo decidir y me hizo bien, lo necesitaba.

—Fue una decisión de vida, porque dejaste la facultad como otros emprendedores tecnológicos al estilo Mark Zuckerberg, y el éxito que habías alcanzado en Córdoba.
—Fue una decisión muy personal. Estaba en tercer año de la facultad, pero me pasaba más tiempo desarrollando mis habilidades en internet, que estudiando. Sentía que tenía un alcance más inmediato si me capacitaba más rápido con las últimas tendencias y tecnologías, además, me divertía más. Llegó un momento en que para mantenerme vigente y competitivo respecto a lo que pasaba en internet, necesitaba dedicarme de lleno a esa actualización y capacitación, y sentía que no la podía encontrar en la universidad. Para ser 100% honesto, no me hubiese animado a hacer eso si no hubiese tenido la validación de los usuarios de Cuevana, sentía que lo que estaba haciendo tenía un valor, una sensación de logro y de que a la gente le gustaba.

—¿Qué hace un sanjuanino que llega solo, a los 22 años, a la jungla que es Buenos Aires? ¿Ese cambio te hizo madurar y crecer de golpe?
—Fue un cambio, pero tal vez tenía sobre dimensionado el impacto que me podía generar. Es un salto, si, pero tenía la concepción errónea de que era demasiado grande, demasiado complejo y demasiado inseguro, pero cuando llegué no lo vi así. Lo vi como un mundo de oportunidades donde me sentía cómodo. La gente iba a una velocidad que me era cómoda, yo quería ir a esa velocidad. Fue un momento para potenciarme. Lo que sí, yo tenía 22 años y la gente con que me codeaba tenía entre 30 y 40, porque en todos mis emprendimientos o las cosas que estaba haciendo, la gente solía ser mayor. Entonces creo que maduré de más en muchos aspectos.

—Habías madurado más que la gente de tu generación…
—A los 22 años ya era independiente económicamente, tenía mi vida, mis cosas y en contraste, mis amigos no estaban en esa situación. Yo, de alguna forma, me veía un poco más ajeno a las cosas de un chico de 22 años. De repente tenía el estilo de vida de alguien de 28 en el cuerpo de alguien de 22. Eso lo sentí en todo, me empecé a vestir como alguien más viejo, pero volví atrás, “pará, no me interesa esto” me decía. Pero quizá era algo inconsciente para que no me vieran tan chico.

Educando a los talentos del futuro
—¿Qué es Acamica?
—Acamica es una academia on line de aprendizaje en tecnología, cuya misión es crear el talento del futuro. El foco está puesto en formar a la gente para los nuevos trabajos del mañana, que en nuestro caso están orientados a la tecnología, además, son los más disruptivos y los que más rápido avanzan.

—¿Por ejemplo?
— Todo lo que tiene que ver con la industria “mobile”, como los smartphones, que hace tan solo 7 años no existían y hoy es una industria de más de 60 mil millones de dólares al año y más de 3 millones de puestos de trabajo. Es bestial y sigue creciendo a un ritmo súper acelerado. También tratamos temas como robótica o “internet of things”, que es poner internet en todas las cosas de tu casa y es lo que se viene en los próximos años. O sea, tratamos todas las nuevas tendencias y carreras que se crean debido a la tecnología y que las universidades, lamentablemente, no tienen la capacidad de adaptarse con la velocidad necesaria. Es ahí donde entra Acamica como una alternativa o complemento al sistema educativo tradicional para formar a la gente en estas disciplinas modernas.

Que debería hacer San Juan
—¿Dónde ves a San Juan en el mapa de este nuevo mundo tecnológico que va a mil por hora? ¿Creés que Acamica puede ayudar a revolucionar el sistema educativo provincial?
—Ahora, con las iniciativas del gobierno, empecé a ver que se le está dando más importancia a la tecnología. Es fundamental porque el resto del mundo ya ha hecho cosas y el resto de las provincias lo está haciendo. Aquellas que apuesten por la tecnología van a dar un salto superior a la demás y la diferencia se va a notar.

—Si o si tendrán que cambiar…
—La tecnología, hoy en día, es la mayor generadora de empleo, es una industria que no para de crecer, no se condice con las crisis que hay en el mundo y permite impulsar las economías regionales y nacionales. Creo que es un acierto empezar a verla como una alternativa real y una industria súper importante en San Juan, que va a ayudar a la provincia a crecer y trascender fronteras, exportando talento y conocimiento al mundo.

—¿Hay mucho trabajo por hacer a nivel de inversiones y emprendimientos?
—Totalmente, esto es recién el comienzo. En otros ecosistemas emprendedores más desarrollados ya hay toda una cultura armada. Factores como el entrenamiento, un marco legal para poder constituir sociedades en forma más dinámica y no ahogar con impuestos a quienes recién están arrancando. Hay que darle a esas personas un plan impositivo que les permita desarrollarse y cuando crezcan, que ahí contribuyan correctamente como el resto. Hay que generar la oportunidad de crecimiento, y en ese ámbito se están empezando a hacer cosas. Hay que copiar un poco más los casos que tuvieron éxito, pero sin dejar de dar impronta propia. San Juan tiene que aprender a potenciar sus habilidades y ventajas, pero creo que en los próximos 5 o 10 años vamos a notar una gran diferencia.

—¿Notas cambios entre la sociedad sanjuanina y la porteña con respecto a la apertura, a la innovación y perderle miedo al cambio?
—Sí, creo que se debe a que la porteña es una sociedad más abierta al mundo, con mucho turismo, constantemente se está chocando con gente de afuera que trae nuevas experiencias. Pero también las conectividades son mejores. Todo es un poco mejor, con lo cual los servicios están más conectados. Por ejemplo, la gente compra en el supermercado a través de internet, ropa y electrodomésticos también.

—Es una tendencia…
—Es lo que pasa generalmente en Estados Unidos, donde la gente no va a un negocio a comprar a menos que sea una urgencia del día, pero que para eso funcione tiene que ser bueno el sistema de envíos y así se conecta todo. Yo creo que vamos hacia allá y es un gran valor agregado, porque nos permite exportar más rápido, ponernos a nosotros mismos vendiendo nuestros productos por internet y enriquecernos con experiencias que vengan de afuera o de aquí mismo. Todavía hay una concepción, errada, que no sé si es de miedo.

—Costumbrista podría decirse.
—Costumbrista, si, y también de desconocimiento. Uno cuando no conoce algo, no le interesa o no lo quiere usar, pero realmente trae muchos beneficios.

—San Juan tendrá que adaptarse…
— La tecnología es ineludible. Sobre todo porque en otros lados ya existe y funciona bien, tanto para el transporte como para las comunicaciones, y la lista sigue. Está para ayudarnos y hacernos más fácil la vida.

—O te subís al tren o te lleva puesto.
—Yo creo que va a pasar eso. Hoy el que no está pensando en actualizarse e invertir en tecnología, probablemente va a sufrir cuando su competidor lo haga, y va a ser difícil recuperar el terreno perdido.

—Muy bien, y si ahora te pregunto… ¿Quién es Tomás Escobar? ¿Qué ha venido a aportar a la Argentina como país y a San Juan como provincia?
—Es difícil la pregunta. Soy una persona con entusiasmo, con ímpetu, muy emprendedora. Me divierte y apasiona estar pensando, innovando y creando soluciones para facilitar y ayudar a la vida de las personas, es algo que me nace muy de adentro y, dada mi experiencia, cuando pude dejar una huella en una persona, sentís que todo valió la pena. Imaginate cuando el número de gente es mayor. Pero eso ya es una cuestión de números. Para nosotros, si le cambiaste la vida a un solo individuo, ya es muy importante. De hecho con Acamica sentimos que estamos haciendo eso. Hay gente que consiguió su primer trabajo en tecnología gracias a nuestros cursos, y sentí esa sensación gratificante, es algo que me motiva a seguir haciendo lo que hago todos los días.

—¿Te sentís bendecido o tocado por una varita mágica? ¿Creés que el camino lo tiene que hacer uno con todo el esfuerzo y el sacrifico que conlleva?
—Definitivamente creo que soy una persona totalmente normal, que se esforzó mucho para estar donde estoy hoy, y me sigo esforzando. Yo no siento haber logrado nada, siento que la meta siempre está por delante y soy muy ambicioso en ese aspecto, pero centrado. No creo en la suerte en sí, pero el que se esfuerza y lo intenta constantemente en algún momento va a tener su día de suerte. Toda mi vida trabajé arduamente para eso y creo que los frutos de lo que logré son justamente eso, frutos. No fue algo que me cayó del cielo, fue tener una cultura del trabajo y esfuerzo.

—¿Qué proyectos tenés para San Juan en el futuro?
—En este momento no tengo algo puntual pero constantemente miro a San Juan. Si bien hoy estoy emprendiendo en Buenos Aires, siempre tengo un ojo puesto en ver cómo puedo ayudar o desarrollar cosas en San Juan, como potenciar la comunidad sanjuanina. En lo que puedo, siempre doy una mano con iniciativas del gobierno que sean positivas para los ciudadanos, como fomentar el emprendedurismo y la tecnología en la provincia. Todo ese tipo de iniciativas me van a encontrar siempre bien predispuesto y con ganas de venir a dar una mano en lo que sea.

 



  

Entrevista publicada en La Pericana el 11 de marzo de 2016

GALERIA MULTIMEDIA
Tomás Escobar
Tomás con su familia. De izquierda a derecha, arriba, su hermano Juan, Tomás, su madre Marilina Sabio y su hermana Dolores. Abajo: su abuela Elisa García, su padre Marcelo y su hermano Francisco.
Tomás Escobar, en la sala de armado de La Pericana.
Tomás Escobar, CEO de Acamica, la academia on oline de aprendizaje en tecnología.