VICENTE CERESETO: Homenaje con imperfecciones

Vicente Cereseto fue uno de los pioneros de la industria vitivinícola en la provincia a fines del siglo XIX. Una calle de Concepción lleva su nombre, aunque mal escrito: con “c” en vez de “s”, como era el verdadero apellido.





Vicente Cereseto, o el Gringo como le decían, fue un gran aventurero. Italiano de pura cepa, revolucionó a fines del siglo XIX la industria vitivinícola sanjuanina con el aporte de ideas inéditas para la época.

San Juan fue el último destino “comercial” de su vida, que además de Italia, incluyó a Buenos Aires y Mendoza. Nació en 1829 en Liguria, Genova (al Norte de Italia) y desde niño se destacó por su apego al estudio sobre la vitivinicultura. En su localidad natal fue presidente de la empresa familiar denominada “Cereseto Hnos.”, la cual tuvo el mérito de ser la primera empresa en exportar vinos al Río de La Plata.

Cuando ya tenía más de 30 años, Vicente se dio cuenta que podía hacer grandes negocios en países como Argentina, donde la vitivinicultura aun no era explotada correctamente.
br> Así emprendió el viaje hacia Buenos Aires e intentó colocar varios mercados con productos exclusivos para italianos. Pero la suerte no lo acompañó y por eso decidió radicarse en Mendoza en la década de 1870.

Su paso por esa provincia fue corto ya que vió que San Juan era una tierra más “virgen”, donde podría desplegar todas sus ideas sobre los vinos.

Junto a Eliseo Marenco participaron de la sociedad “Luis Bergallo y Cia.” con el fin de explotar el cultivo de la vid. Pero la sociedad pronto se disolvió, entonces Cereseto y Marenco se pusieron manos a la obra para dar comienzo a su propia empresa. El nuevo emprendimiento estaba ubicado a pocas cuadras de la plaza principal de la provincia. La construcción era todo un lujo: poseía bodegas subterráneas, bodegas de fermentación, talleres de destilería, depósitos, oficinas y un viñedo modelo.

Cereseto y Marenco tenían la intención, inédita para la provincia, de llevar grandes cantidades de vino a otros puntos del país, como el Litoral, donde se concentraba la mayor parte de los consumidores.

Para eso introdujeron cepas distintas a las habituales y excluyeron la uva criolla, lo cual les permitió obtener un producto más duradero, que llegaba sin deterioro hasta las ciudades apartadas. De esta manera comenzó el traslado de vinos sanjuaninos en gran escala, sobre todo el vino blanco hecho con uva morada. Hacia 1882, el “Gringo” Cereseto, encontró la muerte en su país de origen cuando realizó un viaje familiar. La calle que lo recuerda en Concepción, nunca solucionó el error histórico con respecto a su nombre. Hasta hace unos 20 años la avenida Central, en Rivadavia también se llamaba Cereseto.


Fuente: Diario de Cuyo. 13 de junio de 2007

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Sobre la calle Cereseto