JUEZ RAMÓN DÍAZ: El paladín de la Justicia

Todos los libros que lo citan lo ponen como ejemplo de honestidad y transparencia, algo que contrasta con la desprestigiada imagen actual de la justicia. Díaz hablaba siete idiomas, era fanático del mate y se casó 3 veces.





No jugó al fútbol ni fue entrenador, como el famoso Ramón Díaz de la actualidad. Pero el Ramón Díaz sanjuanino, al igual que el técnico, fue un profesional que se destacó en lo suyo. Hace más de un siglo era el paradigma del juez ejemplar: Culto, honesto y con una larga trayectoria. Hay otra cosa en común con el entrenador de San Lorenzo. La Rioja: Es la provincia donde nació el DT y también donde el sanjuanino desarrolló buena parte de su carrera, primero como docente y luego como abogado y funcionario judicial.

 

Ramón venía de una familia acomodada. Era hijo de un ex gobernador, Francisco Domingo Díaz de Oro. Fue abogado, defensor de Menores, secretario de la Inspección de Agricultura, Notario Público, secretario de Cámaras de Justicia, Juez de Letras -desde 1889 hasta 1896- y rector y director del Colegio Nacional de La Rioja.

 

Los textos dicen que era implacable con aquellos que se resistían a obedecer los mandatos de la ley. Ese era su deber y lo cumplía a rajatabla. Y que una de sus mayores habilidades radicó en la capacidad que tenía para manejar siete idiomas. ¿Su preferido? El latín.

 

También era fanático del mate, al que prefería por sobre el café. Ana María Díaz de Navarro, cuenta en su libro "Olvidados y Narraciones" que "Hacíase cebar mate por su portero Flores, costeándolo de su bolsillo, al cabo del mes hacíale partícipe de una buena propina".

 

El Diario Nueva Era, en marzo de 1921 -a 20 años de su muerte-, hizo mención a su vida y a la de su colega, Conrado Vico. "Hombres de moral, de saber, que no admitían influencias ni negativas, su placer era el deber cumplido. No fueron esclavos de político alguno y más de un abogado audaz fue mandado preso por estos dos verdaderos magistrados. Murieron pobres".

 

En el libro de Díaz de Navarro hay una anécdota que lo pinta de cuerpo entero en su integridad: Una vez rechazó una propuesta indecente, hecha con audacia, sobre todo teniendo en cuenta la honorabilidad en su proceder. Durante un juicio, la parte perjudicada le ofreció una importante suma de dinero a él y a su secretario, en caso de fallar a su favor. Tanto fue su enojo, que casi manda a detener a los hermanos de la oscura idea. Aún sabiendo del poderío de ellos y de las consecuencias que su negativa traería aparejada. "Estos individuos acortarán mis días", llegó a decir a sus colaboradores.

 

Ramón Díaz no renunció nunca a sus creencias, a su fe. Ni siquiera al momento del fallecimiento de su hija menor. Cerca del final, declaró en su testamento que no deseaba ser sepultado en cementerio alguno, pero sus familiares igual lo enterraron. El destino hizo justicia con el gran juez y su deseo: La tumba con sus restos se perdió con el terremoto de 1944 y al final se perdió, tal como quería, el rastro de su última morada.

 

Tres matrimonios

 

Al juez no le gustaba que sus horas pasaran en soledad. Para muestra, un botón. Se casó tres veces y tuvo siete hijos: Hernán Díaz (sí, otra casualidad futbolera), Apolinario, Emma, Ana María y Julio con su primera esposa; Francisco Domingo, en homenaje a su padre, con la segunda (hermana de la anterior) y Carlota con su tercera y última mujer.

 

 

Fuente: Diario de Cuyo. 13 de junio de 2007

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Sobre la calle Juez Ramón Díaz
Infografía sobre la calle Juez Ramón Díaz