San Juan en el Cruce de los Andes

El gobierno de José Ignacio de la Roza.

1813 y el peligro realista 


 A tres años de Mayo de 1810 había poca tranquilidad en el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Era permanente el peligro de que las fuerzas españolas, que todavía dominaban Chile y Perú, invadieran nuevamente lo que hoy es la Argentina. Una de las regiones que presentaba mayor riesgo era Cuyo, por la existencia de numerosos pasos desde y hacia Chile.

Tanto era el temor que en Mendoza y San Juan los vecinos cavaron trincheras en las esquinas de las calles. En nuestra provincia el Convento de San Agustín se convirtió en cuartel de las tropas de defensa. Al mismo tiempo, familias enteras de pobladores chilenos llegaban a tierras cuyanas en busca de refugio.

San Martín, bienvenido


 En septiembre de 1814 el General José de San Martín fue designado por el Directorio como Gobernador Intendente de Cuyo. La región estaba formada por San Juan, San Luis y Mendoza y la sede del gobierno estaba en esta última.

La noticia fue muy bien recibida en todo Cuyo, cuyos pobladores veían en el militar una figura importante para defenderse de la posible invasión española desde Chile.

San Martín, por su parte, había pedido ocupar ese cargo porque ya tenía un plan para asegurar la independencia de América del Sur. Ese plan era cruzar la Cordillera de los Andes, liberar a Chile y después atacar por el mar a Perú, centro del poder español en Sudamérica.

En San Juan, en 1815 fue designado Teniente Gobernador el doctor José Ignacio de la Roza.


Preparativos y aportes


 En los planes de San Martín la región de Cuyo no sólo era importante por sus pasos cordilleranos; el aporte de estos pueblos era necesario para armar un ejército y prepararlo para el cruce.

San Martín organizó el Ejército de Los Andes en el campamento de El Plumerillo, en Mendoza. Allí se fabricaron cañones, sables, bayonetas y municiones. Para esto fue muy importante el aporte de todo Cuyo en la donación de objetos de metal, así como en el trabajo de herreros, hojalateros, armeros y talabarteros, muchos de los cuales viajaron desde San Juan para trabajar en el campamento principal.


Todo era necesario

Los pueblos cuyanos, entre ellos San Juan, aportaron oficiales y soldados, milicianos y arrieros, pólvora y víveres.
A pedido de San Martín, en San Juan el Teniente Gobernador de la Roza implementó impuestos a los vinos y aguardientes que se vendían fuera de la provincia con el fin de recaudar fondos.

Las mujeres sanjuaninas tejieron paños, donaron joyas y objetos de plata labrada, mientras todos los que podían entregaban dinero, caravanas, aguardiente y vino, pasas de uva, harina, trigo, maíz, jabón, aceitunas, mulas de silla y carga, caballos, cueros de vacuno, monturas, ponchos, barriles, toda la existencia de estaño e incluso esclavos negros. El año 1816 fue el de mayor esfuerzo para San Juan. El vecindario entregó todo lo que poseía y fue sometido a una contribución extraordinaria, mientras el Convento de Santo Domingo fue cedido para cuartel de las tropas. 

San Martín en San Juan

San Martín visitó San Juan en dos oportunidades: la primera en mayo de 1815, con el propósito de diluir intentos autonomistas en la provincia. La segunda, el 9 de julio del mismo año, para inspeccionar los pasos cordilleranos ante el peligro de una invasión realista desde Chile y para asegurarse el apoyo de la provincia a la campaña libertadora. En esta segunda visita -que se prolongó hasta el 27 de julio- se alojó en el Convento de Santo Domingo. La celda que ocupó ha sido declarada lugar histórico.



Un plan maestro


 El plan de San Martín consistía en cruzar hacia Chile con seis columnas distintas. Cada una fue por un camino diferente, con el fin de confundir al enemigo. Cada columna tenía, además, objetivos claros de liberación de ciertas zonas en Chile. Todas partieron a mediados de enero de 1817 y demoraron aproximadamente 25 días en cruzar alturas superiores a los 4000 metros.

De las seis columnas, las dos principales -por la cantidad de efectivos y armamentos, así como por las misiones que tenían que cumplir- fueron las que avanzaron hacia Chile por el valle de Uspallata en Mendoza y por el valle de Los Patos Sur en San Juan.
La de Los Patos Sur fue la columna principal, constituida por el grueso del Ejército de Los Andes. Al mando del General José de San Martín, unos 5.000 hombres, más de 10.000 mulas y 1.200 caballos, además de cientos de vacas destinadas, marcharon, por el paso de Las Llaretas, hacia Chacabuco, donde se luchó la batalla definitiva, en febrero de 1817.

El mapa (que puede ser ampliado haciendo un clik sobre él) muestra las rutas que siguieron las seis columnas que cruzaron Los Andes.

La Columna Cabot

Durante los preparativos del Cruce de los Andes, el pueblo de San Juan se comprometió por intermedio de su Cabildo a formar un batallón de 500 soldados. Para ello se ordenó el reclutamiento voluntario y obligatorio de hombres. Sin embargo, el grueso de lo que sería la División Norte, al mando del Teniente Coronel Juan Manuel Cabot, se integró con voluntarios que se iban sumando al paso de la columna por parte del territorio sanjuanino. La expedición llevaba más de 1.500 animales y armamento.

El objetivo de esta columna era llegar a Coquimbo. Al igual que el resto de las columnas, esta que integraron chimberos, pocitanos, jachalleros e iglesianos a los que se sumó un importante número de chilenos, debía cumplir rigurosamente los plazos establecidos, para coincidir con la marcha del grueso del Ejército de Los Andes.

Cumpliendo las órdenes de San Martín, la columna partió de la ciudad de San Juan el 18 de enero de 1817. El primer gran obstáculo que tuvo que sortear fue el río San Juan, sobre el que no había puente y que estaba muy crecido ese verano.

La columna pasó por Las Tapiecitas, en Albardón, llegó a Talacasto y el 23 de enero acampó cinco días en Pismanta, reorganizando las fuerzas a las que se habían sumado numerosos voluntarios y confiscando ganado en pié que permitiera alimentar a la tropa que ya sumaba alrededor de 800 hombres.

Tal como lo había ordenado San Martín, la Columna Cabot cruzó Los Andes por los caminos más dificultosos, con el fin de evitar a los enemigos. Esa es la razón por la que esta división pasó a Chile a través del paso de Guana, a 5.000 metros sobre el nivel del mar, y no por el de Agua Negra, de menor dificultad.

El 12 de febrero las fuerzas de Cabot vencieron a los españoles en el combate de los Llanos de Salalá; y el 15 de febrero Cabot tomó Coquimbo y La Serena.



Reconocimiento a San Juan

El General San Martín siempre estuvo muy agradecido al pueblo sanjuanino. En recompensa por sus sacrificios, una vez terminada la guerra obsequió a esta provincia dos trofeos de la Batalla de Chacabuco. Se trataba de dos banderas tomadas a los realistas, una de ellas pertenecía al regimiento de Talavera. Esta bandera fue dejada en custodia en la Iglesia Matriz (luego Catedral), mientras que el otro trofeo se guardó en el Templo de San Agustín. Esta última se perdió al derrumbarse esta vieja iglesia en la inundación de 1833. Por su parte, la Bandera de Talavera fue sacada de San Juan y estuvo durante muchos años en el Museo Histórico Nacional. Gracias a las gestiones de muchos sanjuaninos y de sus representantes, esta insignia, que desde 1990 había sido declarada patrimonio histórico provincial, fue regresada a San Juan en virtud de lo ordenado por una ley del Congreso Nacional, en el año 2000. Desde entonces está en nuestra provincia.

José Ignacio de la Roza

 José Ignacio de la Roza nació en San Juan en 1788. Estudió en Chile y en Córdoba, donde obtuvo el título de Jusrisprudencia, en 1806.
Desde 1810 se sumó al movimiento revolucionario y en Buenos Aires conoció a San Martín. De regreso a San Juan ocupó varios cargos hasta que en 1815 fue nombrado Teniente Gobernador de San Juan. En esta provincia fue el hombre de confianza del libertador y realizador de su política.

Además de organizar en la provincia todo lo necesario para el Cruce de los Andes, cumplió con una destacable obra de gobierno. Fundó la Escuela de La Patria, fomentó la industria, el comercio y la agricultura. Introdujo nuevas variedades de vegetales y semillas, realizó obras de regadío e hizo construir el canal Pocito. Desarrolló la explotación minera, se preocupó por la ubanización de la ciudad, mejoró el servicio hospitalario, el de policía y el tratamiento de los esclavos.

Fue derrocado por Mariano Mendizábal, militar, esposo de su hermana Juana.
De la Roza pasó sus últimos días en Perú, a las órdenes de San Martín, cumpliendo obras de gobierno y diplomacia. Puso su fortuna al servicio de la patria y murió pobre, el 9 de octubre de 1834.

Ver también:
Turismo: La ruta de San Martín
Próceres sanjuaninos: José Ignacio de la Roza
Fuentes consultadas:
Instituto de Historia Regional y Argentina “Héctor D. Arias”: Nueva historia de San Juan, EFU, San Juan, 1997
Mendoza, Edgardo y Monachesi, Claudio: San Martín y el Cruce de los Andes, EFU, San Juan, 2006
Peñalosa de Varese y Arias: Historia de San Juan, Editorial Spadoni, Mendoza, 1966
Videla Horacio: Retablo Sanjuanino, Universidad Católica de Cuyo, San Juan, 1998 (tercera edición)
Sitio web del Instituto Nacional Sanmartiniano - Pinacoteca del Instituto Nacional Sanmartiniano

GALERIA MULTIMEDIA
Por temor a invasiones es que en Mendoza y San Juan los vecinos cavaron trincheras en las esquinas de las calles
San Juan en el Cruce de Los Andes
San Martín en 1812, dos años antes de hacerse cargo de la Gobernación de Cuyo. (Óleo de Alexander Clark - Pinacoteca del Instituto Nacional Sanmartiniano)
Talleres del Ejército de Los Andes. (Anónimo - Pinacoteca del Instituto Nacional Sanmartiniano)
Habitación en la que descansó el general San Martín en una de sus visitas a San Juan.
Patio del Convento de Santo Domingo a principios del siglo XX.
El mapa muestra las rutas que siguieron las seis columnas que cruzaron Los Andes.
Bandera de Talavera
El Comandante Juan Manuel Cabot, en un retrato de Anatole (2004) – Colección de la Asociación Sanmartiniana de San Juan
Monumento a la Columna Cabot, emplazado en la avenida Libertador San Martin, San Juan, Argentina
José Ignacio de la Roza en un cuadro realizado por Santiago Paredes