Colangüil. Entre petroglifos y esquilas

El lugar conjuga historias de próceres, tesoros arqueológicos y hombres que esquilan ovejas. Sus calles son como un túnel del tiempo.

La calle de tierra, siempre regada, permanece desolada casi todo el tiempo. Si no fuese por algunos niños que trepan corrales, a primera vista, Colangüil parecería un pueblo fantasma. Está a 33 kilómetros de Rodeo (departamento Iglesia) y la gente vive como hace un siglo; al único signo de globalización lo dan las antenas de televisión satelital que sobresalen de los techos de caña. En este escenario tranquilo, casi inmutable, donde los días parecen no pasar nunca, los hombres esquilan y las mujeres amasan, mientras cuentan historias y cuidan los restos arqueológicos que hay en el lugar.

 

El aroma de las higueras y los manzanos se confunde con el olor a la lana que los hombres le sacan a las ovejas, tarea que empieza en octubre y termina a fin de año. En Colangüil no hay más que casitas de adobe y caña con ventanas diminutas para que no entre el calor durante el verano. "Hay bebidas fuertes", la frase está escrita con un trozo de carbón sobre un pedazo de madera y está en la pared del único bar.

 

Mientras esquilan, los lugareños cuentan sobre sus tesoros escondidos y no tanto. Dicen que en el lugar hay oro, que hubo algunos intentos de sacarlo, pero que no pudieron porque está muy escondido. Sin embargo, los tesoros que más custodian son los arqueológicos y están al alcance de la mano. En la zona habitó la cultura Angualasto hace unos 1.300 años. Es por eso que para los pobladores la niña mimada es la "Piedra de la Junta", una enorme roca de 7 toneladas que contiene petroglifos con toda la simbología de esta cultura. Esa es una de las atracciones turísticas más importante del lugar. No dudan en cuidarla con uñas y dientes. De hecho, hace dos años, evitaron que un empresario turístico se llevara la piedra. Es que la historia de saqueos se repite cada tanto en el pueblo. Hace casi 10 años un grupo de coleccionistas hizo una huella para acceder más fácilmente al lugar y se terminó llevando algunas piedras que contenían dibujos de las comunidades aborígenes.

 

Historias vinculadas a los próceres también dan a Colangüil un toque especial. Hay un manzano que fue declarado Patrimonio Histórico. Dicen que bajo su sombra descansó Cornelio Saavedra, presidente de la Primera Junta, después de ser proscripto y marchar hacia Chile. Los únicos cuidados que recibe el árbol provienen de los mismos pobladores. También se conserva la casa donde Saavedra se alojó con su familia, luego de que San Martín le diera autorización para hospedarse.

 

Los lugareños no aprendieron todo esto en la escuela. Son historias que se pasan de padres a hijos. Algunos habitantes se atreven a afirmar que es lo único bueno que le queda al lugar.

 

 

* El paisaje

 

Colangüil es como un oasis en medio del desierto. En el pueblo abundan las higueras y los eucaliptus. Las vertientes de agua hacen que haya mucha vegetación. El verde intenso del sembradío, cubre la mayor parte del terreno.

 

 

* La gente

 

En el pueblo no hay más de 15 familias. La mayoría son niños. La cantidad de habitantes disminuyó notablemente en las últimas dos décadas. Según los lugareños Había más de 300 personas viviendo allí hace 20 años. Pero la crisis económica hizo que abandonaran el lugar.

 

 

* La economía

 

La producción agrícola es la primera fuente de trabajo de casi todos los lugareños. Algunos habitantes están trabajando en la mina de oro de Veladero y hay tres vinculados laboralmente a la Municipalidad de Iglesia. Hay plantaciones de papas y otras hortalizas.


Fuente: Diario de Cuyo - 25/05/2010  

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Capilla de Colangüil, Iglesia