El último testimonio de la presencia jesuita en San Juan

Es la parra más vieja que se conoce, como que tiene tres siglos. Pero además, encierra la apasionante historia de la “Chacra de Puyuta”, que fuera un emporio de fe y trabajo, donde esclavos negros producían aguardiente y pan con destino a la Pulpería jesuita. Esta nota fue publicada el Viernes 21 de junio de 2002, en la edición 1059 de El Nuevo Diario

 Fue sin duda la propiedad más importante que tuvieron los jesuitas en San Juan en el siglo XVIII, antes de ser expulsados.

Se la llamó “La chacra de Puyuta” y para que el lector pueda ubicarla diremos que son esas tierras bajas ubicadas al sur de la avenida Libertador San Martín que uno encuentra cuando va a Zonda.

Esa zona, con un microclima especial, donde hoy están entre otras propiedades las del Ranchomóvil o el cementerio El Mirador, fue un sitio de gran movimiento laboral entre los años 1.735 y 1.767.

En el excelente libro de la doctora Celia López, Con la cruz y con el dinero -

Los jesuitas del San Juan Colonial, editado por Editorial Fundación Universidad Nacional de San Juan el año pasado, se explica que allí llegaron a existir 12.673 cepas, que producían unas 1.900 arrobas anuales de mosto, es decir unos 17 mil litros, con lo que se elaboraba vino y aguardiente.


 Naturalmente, había una bodega, con dos lagares y un molino donde se elaboraba la harina -para consumo y para vender con el trigo cosechado en la misma chacra, que producía entre 50 y 80 fanegas, que equivalen a 5 mil kilos.

El trabajo en la chacra estaba a cargo de un mayordomo o capataz, dirigido por un padre jesuita y residían allí 66 esclavos negros, de los cuales 15 eran varones, 21 mujeres y 30 niños.


Además del aguardiente y el pan, se fabricaba también jabón y dulces, todo lo

cuál era vendido en la “Pulpería jesuita”, ubicada en uno de los ángulos de lo que hoy se conoce como Esquina Colorada, adonde llegaban también los productos de otras posesiones jesuíticas ubicadas en La Bebida y Cochagual.


Los jesuitas fueron expulsados de los dominios españoles mediante un real decreto del rey Carlos III, el 27 de febrero de 1.767 y el 5 de setiembre salieron de la provincia con destino a Italia para nunca volver.

La chacra de Puyuta fue vendida en subasta pública el 4 de julio de 1.772 a

Rafael de Morales y su esposa, Grabiela Irrazábal, en 11.500 pesos.

Los esclavos de la Compañía de Jesús, que al momento de la expulsión totalizaban 104, llegaron a ser 113 cuando fueron vendidos en subasta en 1.772 por 15.100 pesos a José de Ibazeta.

De lo que fue un emprendimiento económico religioso de envergadura, milagrosamente ha perdurado hasta nuestros días un último vestigio. Una de las cepas, considerada la más antigua que existe, la que está ubicada en una finca que hoy es propiedad de la sucesión Romero Ruiz, en las inmediaciones del Jardín de los poetas.

Esa cepa tendría que ser un gran atractivo turístico de San Juan

pero, como siempre ocurre en este tema, la falta de conciencia sobre esta actividad a la que cada día el mundo presta mayor atención, hace que permanezca casi desconocida y que los pocos visitantes que allí llegan sea por la divulgación que realiza Rafael Pérez Vela, enólogo y excelente fotógrafo quién fuera yerno de Romero Ruiz y hoy administra la propiedad y la bodega.

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Esta foto es de 1974. Andrea Del Boca, entonces una nena, posa junto a la centenaria parra que constituye el último testimonio de la presencia jesuita en San Juan. (Foto proporcionada por Rafael Pérez Vela)