NAZARIO BENAVIDES: El caudillo que salvó a Sarmiento

Fue un encarnizado enemigo político del maestro. Pero, cuando éste era prisionero y estaba dada la orden de fusilarlo, le perdonó la vida y, en vez de ejecutarlo, le permitió que se escapara al exilio en Chile.




Fines de 1839. Domingo Faustino Sarmiento, entonces un periodista de 28 años, ensayista político y ex exiliado en Chile, sabía que le quedaban muy pocas horas de vida: a la mañana siguiente, por orden del presidente Juan Manuel de Rosas, sería ejecutado en la prisión sanjuanina en la que estaba encerrado. Era, según él mismo lo sentía, el final. Pero una visita de sus familiares al gobernador Nazario Benavides, aliado de Rosas, logró torcer el destino. Esa misma noche, Benavides, ya declarado enemigo acérrimo de Sarmiento, fue hasta la celda y decidió perdonarle la vida. Así, Sarmiento se salvó de la ejecución y volvió a escaparse a Chile, por sugerencia del propio gobernador. Benavides ni imaginaba que 19 años después, él mismo caería preso y sería asesinado, y que Sarmiento lo celebraría con la frase "La muerte de Benavides es acción santa sobre un notorio malvado. Dios sea loado", en la edición del 28 de octubre de 1859 del diario El Nacional.

 

Ese gesto es uno de los que mejor define el perfil de Benavides, a quien el historiador de San Juan Nicanor Larraín bautizó como "el caudillo manso". Era caudillo porque se había criado en las tareas del campo y toda su formación militar llegó de la mano del riojano Facundo Quiroga, brazo armado de Rosas y archienemigo de los unitarios. Era manso porque, pese a gobernar durante los enfrentamientos civiles más encarnizados en la provincia y el país, su carácter distaba mucho de la ferocidad de sus pares. Este rasgo incidió fuertemente en que Benavides fuera el gobernador sanjuanino que más años ocupó ese cargo: 19, a partir de 1836.

 

Además del episodio de la cárcel, otro gesto similar tuvo mucho después, tras la batalla de Angaco y la batalla de la Chacarilla. Ambas fueron libradas, con sólo días de diferencia, en agosto de 1841. Se enfrentaban las fuerzas unitarias conducidas por Mariano Acha y las federales, bajo las órdenes de Benavides. Primero ganó Acha y luego el caudillo. Acha se sitió entonces en la Catedral, con las tropas que le quedaban. Benavides le envió dos cartas: una oficial, en la que le ordenaba la rendición y lo trataba de "semisalvaje", y otra personal, en la que le agradecía que no hubiera atacado a su familia, que vivía en la ciudad de San Juan.

 

Benavides siguió gobernando y participando de los enfrentamientos entre ambos bandos durante muchos años. En 1858 fue acusado de atentar contra el gobierno unitario, cayó preso y con él no hubo contemplaciones. Murió asesinado en la cárcel, el 23 de octubre, de un balazo en el pecho.

 

Había nacido en 1802 en Concepción y trabajó durante su juventud en tareas rurales. Tuvo una carrera meteórica en el campo militar, que lo llevó a repetidos ascensos en el ejército de la Confederación. También se destacó en la vida civil: representó a San Juan en la firma del Acuerdo de San Nicolás de Los Arroyos en 1852, prefacio de la Constitución Nacional de 1853.

 

 

 

 

Benavides, sin z

 

Los historiadores sanjuaninos Horacio Videla y Nicanor Larraín, además del propio Domingo Faustino Sarmiento, escriben "Benavides". Pero a la avenida que que lo recuerda se la nombró "Benavídez". Nadie supo explicar el por qué.

 

 

 

 

Fuente: Diario de Cuyo. 13 de Junio de 2007

 

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Infografía sobre la calle Benavídez