En las primeras décadas del siglo XX San Juan vivió su “belle epoque”. Fueron los años en los que algunas familias, muchas de ellas de inmigrantes, hicieron construir lujosas residencias o chalets que siguieron en pie hasta el siglo siguiente. Esta es la historia de uno de ellos, el chalet "María Luisa", de la familia Aubone.
Alrededor de 1920, un importante industrial de la época en San Juan, don Saúl Aubone, mandó construir una hermosa casa, en homenaje a su esposa María Luisa Luraschi. La casa se levantó en los mismos terrenos en los que ya se había construido, de adobe, la bodega de la que Saúl Aubone era propietario, junto con su hermano Gonzalo.
El chalet “María Luisa” quedó así, ubicado en lo que antiguamente se conocía como Tres Esquinas (General Acha y San Francisco del Monte), en Trinidad. La construcción estuvo a cargo de un señor Barabino, técnico constructor. Con él colaboraron Marcos Pesci, Ennio Fontecchiare y Luis Dondo. La pintura, que se conservó durante décadas en la mayoría de los ambientes, estuvo a cargo de un señor Cosentino.
Las molduras fueron hechas en San Juan con arena que se trajo de San Luis en canecas de álamo, vasijas que luego se usaron para las cosechas de uva y que aún después la familia mantendría como recuerdo.
El chalet “María Luisa”, que en la primera mitad del siglo XX fue conocido como chalet Aubone y luego como chalet de González Aubone, fue en los últimos años de la década del ‘20 y los primeros del ‘30 del siglo pasado, centro de buena parte de la vida social sanjuanina. Eran los años en que Nydia Aubone Luraschi era una jovencita y aún vivían sus padres.
En sus orígenes la casa estaba rodeada de viñedos que ahora son sólo un recuerdo. Pero aún se conservan añosos árboles como palmeras, araucarias, alcanfores y guayabás. Sin duda este chalet es uno de los mayores testimonios de la “belle epoque” sanjuanina. En 1991 fue declarado Patrimonio Cultural Sanjuanino.
Un trabajo preparado por Juan Carlos Bataller