De palabras de origen Indígena

 Un repertorio de palabras puede revelarnos más allá de la definición misma que ofrezca, diversos aspectos de hondo significado a la hora de estudiar la historia y cultura de una nación o de una región. Repasemos palabras de nuestros pueblos originarios, y que aún hoy las escuchamos en zambas, tonadas, y en la literatura y gastronomía regional.

Patay
Es una pasta seca muy dulce elaborada con harina de algarroba bien cernida, ligeramente humedecida y puesta en moldes, donde se la aprisiona para cocerla luego a las brasas.  Aún hoy podemos disfrutar de un muy buen patay. También se lo llamaba pan indio.
Leamos interesantes testimonios  extraídos de las Encuestas realizadas en 1950, en toda la Argentina, por los maestros  de las Escuelas Láinez: “Daré aquí expresiones que no tienen cabida fija en el cuestionario anterior pero que como son comunes ayudan  a formar una idea, como se utilizan ciertos significados y acepciones de palabras: […] patay: tortita hecha de algarroba”. (San Juan); en La Rioja dirán que es una golosina: “Alimentación. Frutas silvestres: El chañar y la algarroba. Golosinas: el patay y los amasados o shuningos”. (La Rioja).Y a la persona que vendía patay se le decía patayero. “Vendedor de patay. […] Patayero de Quines,/sube cantando/que el patay de la luna/te está esperando”. ( San Luis).
Y cerramos con un fragmento del sanjuanino Dojorti:“Con el mate circulando,/comienza el amasijo,/el patay pasa al horno,/y al techado el chulingo”. (Dojorti., 1980: 51).

Chapeca
Chapeca es la trenza de pelo. Un maestro de las Escuelas Laínez, en 1950, escribió: “Daré aquí expresiones que no tienen cabida fija en el cuestionario anterior pero que como son comunes ayudan  a formar una idea, como se utilizan ciertos significados y acepciones de palabras: […] chapeca, crisneja: trenzas”. (San Juan). Y una maestra mendocina escribía: “Creencias religiosas: […] Hay diferentes promesas: cortar las ‘chapecas’ o trenzas o colocarlas en el altar, rezar novenas…”. (Mendoza). Y a la persona que tenía chapecas la llamaban chapecuda.

Champa
Y si se trata de un conjunto de raíces y tallos vegetales, unidos y trabados entre sí con la tierra, a la cual se adhieren y, que se trasplanta de un terreno a otro, decimos que es una  champa. También se le llama champa al barro con hojarasca y ramas que se acumula en las acequias u otros cursos de agua. Y si se trata de los cabellos enredados se usa en plural champas.  Esto registraban en 1950 aquellos admirables maestros: “La Vivienda. Materiales: madera, ramas, caña, adobe, champa, piedra, paja, tierra” (San Juan). Esto escribía el sanjuanino Pérez Olivara en 1969: “No tuvo respuesta, pero observó que tras el borde del canal que corría por el otro costado de la calle, asomaba una champa que se movía. Cruzó la ruta y comprobó que el bulto era la cabeza del Loco, echado en el canal, sin corriente, pero embancado de fluido barro azulino”. (Pérez Olivera, 1969: 228).
Y si se colocan champas para detener o desviar un curso de agua, usamos  el verbo champar, Y el adjetivo champoso para referirnos a un lugar, que tiene mucho pasto o champa.


(*) Aida Elisa González de Ortiz, directora del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas Manuel Alvar (INILFI) de la FFHA de la UNSJ.

Publicado en La Pericana, edición 151 que integra la edición de El Nuevo Diario del 12 de abril de 2019

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De palabras de origen Indígena. (Ilustración Miguel Camporro)