“…He
evocado mis reminiscencias, he resucitado, por decirlo así, la memoria de mis
deudos que merecieron bien de la patria (…) he querido apegarme a mi provincia,
al humilde hogar en que he nacido…" (Sarmiento, 1966,71)
La
narradora habló como una persona que vivió intensamente, con una gran familia
con quien compartió actividades de trabajo desde chica. Ella misma es el
vehículo de dichos recuerdos de su niñez, adolescencia (en San Miguel de Los
Sauces, Lavalle, Mendoza), y luego en 25 de Mayo, San Juan, pero seguía
vivenciando la vida de su familia que había quedado en San Miguel, a través de
su tío Lorenzo Talquenca que fue el único que se quedó hasta su muerte e
incluso está enterrado en el cementerio de San Miguel. Sus recuerdos fueron
siempre muy nítidos, aunque hubo superposiciones quizá causadas por la
edad.
Amada
Agripina Talquenca Vda. de González nació en San Miguel de Los Sauces, Lavalle,
Mendoza el 11 de agosto de 1932. Su padre Segundo Torres (puntano, rubio y
blanco), fue policía en San Juan, pero Jue (sic) a morir a Mendoza. Su madre se
llamaba Barbarita Talquenca. Barbarita tenía 9 hermanos: Tomás y Salvador
(hijo)- Leopoldo- Juana- Sabrina- Indalecio- Margarita. Sus padres nunca se casaron. Amada tuvo dos hermanos Lidia Talquenca e
Ismael Talquenca y vivieron con sus abuelos maternos: Salvador Talquenca y
Mercedes Castro de Talquenca.
De
los abuelos paternos no recuerda cómo se llamaban, ya que su padre Segundo
Torres vivía en San Luis y no llegó a conocerlos. “La que sabía era la tía Margarita y ya
murió. Yo quería preguntarle esas cosas… pero se me olvidaba. La bisabuela se
llamaba Eustaquia, creo que no era Castro sino Sánchez
(*) Directora del Instituto de
Investigaciones Lingüísticas y Filológicas Manuel Alvar (INILFI) de la FFHA de
la UNSJ. Miembro de la Academia Argentina de Letras
Fuente: Publicado en La Pericana,
edición 407 del 18 de agosto de 2024