La tradición cuyana (Segunda parte)

De la pluma del Dr. César Quiroga Salcedo



Es probable que los cuyanos difícilmente hayamos asumido la Semana Santa en tanto que manifestación folklórico-popular. Los Domingos de Ramos y los Vía Crucis se mantienen bajo el entusiasmo mayor o menor eclesiástico. También poco vemos que sobrevivan algunas otras como expresión de aculturación por contagios de la inmigración, sea hispana o itálica o francesa.
En ese sentido el mayor cúmulo de información del folklore se haya relacionado con algunas secuencias relativas al Triduo Pascual: en Viernes Santo se pasan los poderes y se enseñan innumerables fórmulas de curaciones de palabras que analizaremos de la medicina popular (Encuesta 1921). No hemos encarnado aún los grandes actos penitenciales, famosos y populares, del Lima colonial, ni los de San Francisco de Quito, sobrevivientes hasta mediados del siglo XX. En este sentido, sólo es de señalar el nutrido contingente de visitantes que anualmente asciende al montículo de la Difunta Correa, en Bermejito, San Juan, como inexcusable expresión de religiosidad popular masiva, pero no cultural ni comunitaria sino individual.

Pese a tener San Juan una agreste geografía propicia para recordar innumerables escenas bíblicas, no mantenemos ninguna expresión folklórica que se aproveche de pueblos con semejanza considerable a loa centrales del relato evangélico. Por el contrario, la Semana Santa solía ser tiempo propicio para el “chaco” (cacería de guanaco) y momentos para comer el bacalao; y hasta los años 50, las poblaciones con asentamientos indígenas próximos se volcaban hacia las Tamberías supérstites en busca de “riquezas”, las que se reducían a encontrar unas cuentas de collar, algunas piezas antiguas inesperadas, o el mayúsculo premio de un cráneo aborigen, depredado dese un enterratorio, oculto desde siglos.

Desde este punto de vista, la nueva propuesta de Juan Pablo II desde el mismo suelo americano, debe ser atendida en cuanto a que no es necesaria una reevangelización, sino una nueva evangelización. De ser así la asunción de la Semana Santa por nuestros pueblos podría gestar nuevas formas de expresión, que saliendo del atrio, pudieran compadecerse con los contenidos estudiados por el Folklore.

(*) Ex directora del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas Manuel Alvar (INILFI) de la FFHA de la UNSJ. Miembro de la Academia Argentina de Letras

  

Fuente: Publicado en La Pericana, edición 422 del 1 de diciembre de 2024