El
jueves 24 de octubre de 1833 contrae matrimonio el general Nazario Benavídes
con Telésfora Borrego, en San Juan.
Facundo Quiroga “El Tigre de Los Llanos” se presentó al salón con un
traje gauchesco, lo que no cayó bien entre los presentes.
Nazario
Benavídes tenía 31 años y ella sólo 18. En la primera cita, Nazario le contó su
historia.
No
había nacido en cuna de oro. Su padre, Pedro, fue un criollo de ascendencia
chilena. Su madre, Juana Paulina Balmaceda, también provenía de un hogar
criollo.
Junto
con sus cuatro hermanos, Nazario se crió en el hogar paterno, en un fundo semi
rural ubicado en el Pueblo Viejo, que ocupaba desde lo que hoy es la calle Juan
Jufré, por el norte, hasta Chile, por el sur. Por el este llegaba hasta lo que
hoy es la Plaza de Concepción.
Allí
tenían los Benavides una pequeña viña, un alfalfar y un huerto, como todas las
casas de aquellos años. La casa era de adobe, con techo de caña sostenido sobre
rollizos de álamo.
Benavides
no era un intelectual ni un hijo de familias ricas, como Del Carril o De la
Roza. Aprendió a leer y escribir pero no pudo radicarse en otras ciudades para
volver con un título de abogado o médico.
Sus ocupaciones de joven fueron mondar acequias, preparar la tierra para los
cultivos, podar, cuidar los animales.
Cuando
cumplió los 17 ya se había enganchado como carrero de cargas y más tarde como
arriero, con lo que conoció otras provincias y viajó mucho.
Así
fue moldeando su personalidad Nazario. Joven de buen carácter, afable, sin
vicios, modesto, con gran capacidad de adaptación a las circunstancias,
tolerante. No fue fácil el noviazgo de aquel flaco y alto teniente coronel con
la joven descendiente de acaudalada fortuna.
Telésfora era hija de Pascasio Borrego Jofré, y de la acaudalada María
de los Angeles Cano.
La
familia de ella se oponía terminantemente a esa relación. Querían algo más para
Telésfora. Un hombre con estudios universitarios, de fortuna familiar, de
relevancia política, no aquel arriero transformado en militar.
Las
diferencias económicas generaban en aquellos años verdaderas castas sociales. Y
entre los Benavides y los Borrego eran muchas. Como referencia, al momento de
una contribución forzosa en 1827 la familia Benavides tenía bienes por $1.360 y
la familia Borrego, su futuro suegro, $5.262, lo que incluía cinco criados.
Por
su parte, Telésfora Borrego volvió a su casa de la calle San Clemente,
hoy Santa Fe. En esa gran casona con zaguán y patio abierto, edificada en un
espacioso terreno que tenía 72 varas sobre esa calle y llegaba desde la esquina
con Cabildo, hoy General Acha, hasta la mitad de cuadra con Mendoza, Benavides
había gobernado durante casi 20 años San Juan. Los fondos se extendían 24 varas
por la calle Cabildo.
La
casa comenzaba en la Galería Estornell, por Santa Fe, llegaba hasta la esquina
de General Acha y se extendía en sus fondos por esta arteria.
Ciento
dieciseis manzanas (trece cuadras de largo por nueve de ancho) pobladas por
casas chatas y sin valor arquitectónico, componían la ciudad de San Juan en la
época de Benavides.
Frente
a la Plaza se alzaba el edificio más importante: la catedral, coronada por sus
dos torres y comenzada en 1.712 por los padres jesuitas.
Sobre
la calle del Cabido, actual General Acha, también frente a la plaza mayor,
estaba el Cabildo.
La
casa de Benavides, sobre la actual calle Santa Fé, vereda norte, entre General Acha
y Mendoza, servía de Casa de Gobierno y frente a ella, en diagonal, ocupando la
manzana delimitada por las calles Santa Fe, Córdoba, General Acha y Tucumán,
estaba el cuartel de San Clemente.
Todas
las calles eran de tierra, no había casi árboles ni acequias y eran muy angosta
(12 metros de ancho de pared a pared) y sin veredas.
Al
llegar la noche, las calles sin iluminación se transformaban en verdaderas
“bocas de lobo”.
Cómo
no enamorarse de aquel apuesto militar de tez pálida, cabello lacio y negro,
cejas tupidas, ojos verdosos y nariz aguileña, con patillas que reaparecían en
el mentón y un bigote “a lo criollo”. Aquel joven oficial era muy alto, medía
más de un metro noventa, delgado, de anchas espaldas y pequeña cintura,
musculoso, con piernas quizás demasiado largas para su cuerpo rematado en una
cabeza pequeña.
El
matrimonio tuvo 10 hijos, incluyendo mellizos en dos ocasiones: Segundo de los Reyes, Telésfora, Pedro
Pascacio, Nazario del Carmen, Juan Rómulo Numa, Juana Angela del Carmen, Juan
Rómulo del Carmen, Paulina Laurentina, Eduardo Javel y Gerardo Juval.
Ver artículos:
-- Nazario Benavides. El hombre que más años gobernó San Juan. (1836 -1854 y 1857) – Por Juan Carlos Bataller
-- Facundo Quiroga y Fray Justo Santa María de Oro en la boda de Benavides
-- Doña Telésfora Borrego. Una suegra difícil - Por Juan Carlos Bataller
-- La muerte del caudillo Manso (1858) - Por Juan Carlos Bataller