Tobías Martínez. Los orígenes del joven piloto que comenzó en un karting y llegó al TC

Una nota de Pablo Zama, publicada en El Nuevo Diario, edición 2140 del 19 de abril de 2025



Acelerando en las rectas y sin miedo a las curvas desde los 6 años, Gonzalo Tobías Martínez Martínez, que el domingo 16 de marzo cumplió 24, llegó más lejos que sus sueños. Fue campeón de distintas categorías del automovilismo nacional y hoy compite en la máxima divisional: el Turismo Carretera. Su cuna no fue la de deportistas de élite pero sí la de conductores con carnet profesional.
Los Martínez Martínez son emprendedores que, con la agencia Blanca Paloma, se convirtieron en referentes del transporte turístico sanjuanino. Los colectivos trasladan pasajeros desde la provincia hacia distintos puntos del país, pero también son parte del transporte interurbano diario de San Luis.
Hoy toda la familia trabaja en la gran empresa. El único que no lo hace diariamente es Tobías, porque pasa más tiempo en Buenos Aires que en San Juan cuando el calendario del TC está en marcha.


Emprendedor. El piloto Tobías Martínez con su abuelo paterno Rubén Martínez, ex camionero que fundó Blanca Paloma

Entre la vitivinicultura y el turismo

El origen emprendedor de los Martínez Martínez viene de generaciones anteriores: entre bodegas y camiones.
Tobías no conoció a sus bisabuelos y solo sabe el nombre de uno de ellos: Juan Martínez, abuelo de su papá, Rubén Gonzalo Martínez (49). Aunque también tiene presente que sus bisabuelos por parte de la abuela paterna eran españoles, de la región de Andalucía.
Mientras que la ascendencia de su abuela materna está vinculada al caudillo Facundo Quiroga, recordado por su desempeño en las guerras civiles de principios del siglo XIX y por haber sido gobernador de La Rioja. Los abuelos de su madre, María Soledad Martínez (47), tenían fincas.
Por parte de su padre, los abuelos del piloto son Rubén Martínez (78) y Encarnación Martín (75). Y sus abuelos maternos, Florencio Martínez (85) y María Petrona “Chicha” Quiroga (falleció en 2019 cuando tenía 72 años).
Rubén trasportaba en su camión uva de fincas sanjuaninas preferentemente hacia el Norte: Chaco, Formosa, Misiones, Santiago del Estero. Pocas veces iba a Buenos Aires.
Florencio, por su lado, trabajó toda su vida en una bodega de 25 de Mayo. Como recuerdo de esa labor hoy tiene visible una gran cicatriz en una pierna, que le quedó tras un accidente con un sinfín por el que casi pierde el miembro inferior.
María Petrona era una gran colaboradora de Cáritas y participaba activamente en la Iglesia Católica. Junto a Florencio formó su familia en Santa Rosa, la villa cabecera de 25 de Mayo.
Rubén y Encarnación siempre vivieron en una casa ubicada en avenida Benavídez, cerca del Tiro Federal, en Chimbas. Ellos trabajaban juntos y salían a las rutas en el camión para trasladar uva y damajuanas.

Tobías Martínez junto a su mamá y su abuelo Florencio Martínez, quien se desempeñó en una bodega de 25 de Mayo.

Amor en el colectivo

La madre de Tobías vivía con sus padres en 25 de Mayo y trabajaba en una tienda de venta de ropa mientras terminaba la escuela secundaria. En paralelo, antes de cumplir la mayoría de edad, el padre del piloto ya acompañaba a su progenitor en los viajes en el camión, hasta que empezó a conducir él uno de los dos camiones de la familia.
Cuando cumplió 18 años sus padres le regalaron un auto. Pero Gonzalo decidió venderlo, juntó esa plata con la de un préstamo y compró un colectivo. Esa inversión fue el primer eslabón de lo que después derivó en la gran empresa familiar.
Rubén continuó trasladando uva en el camión y Gonzalo empezó a llevar a distintos departamentos a las cuadrillas que trabajaban en las fincas. Estaba todo el día en ese vehículo

Más tarde vendieron un camión y compraron otro colectivo y entre los dos iniciaron la tarea de llevar hasta las escuelas lejanas al Gran San Juan a los profesores y profesoras que se desempeñaban en aquellos lugares. Ahí empezó la historia de amor de Gonzalo y Soledad, que en aquella época había pasado los 15 años.
El joven emprendedor conoció a la veinticinqueña en uno de esos traslados a las escuelas, porque también le alquilaban el colectivo para excursiones con alumnos. Ahí se “flecharon”.
Como no tenía auto, Gonzalo visitaba a la chica en el colectivo y lo estacionaba en la puerta de su casa, lo que le delataba a todo el vecindario que había llegado el novio, situación que hoy les saca una risa cuando brotan los recuerdos de la juventud. Inclusive, Soledad aprendió a manejar colectivos antes que autos gracias a la influencia de su pareja.
Pasado el año se casaron. Después fueron padres con 21 y 18. La primera en llegar fue Rocío (26) y a los dos años vendrían los mellizos Tobías y Guadalupe, por lo que Soledad cumplió sus 21 ya teniendo tres hijos.
El piloto de TC vivió primero en el barrio Mutual Banco San Juan, de Capital. Pero cuando tenía tres años la familia se trasladó a una casa de calle Maradona, en el barrio Los Tamarindos, de Chimbas.

Buena energía. La familia es lo más importante para los Martínez Martínez

Emprendedores a la luz de la Virgen

Con la devoción a la Virgen del Rocío, por las raíces andaluzas, pusieron los primeros cimientos de una empresa que hoy no para de crecer. No solo que a la firma la llamaron Blanca Paloma, como es conocida esa advocación mariana, sino que a la agencia de viajes que es conducida por una hermana de Gonzalo le pusieron Rocío Tour. La hermana mayor de Tobías tiene ese nombre, además, porque su abuela paterna lo pidió.
Gonzalo es una de las cabezas de Blanca Paloma y se encarga de la parte administrativa y de controlar el estado de los colectivos. María Soledad está en el área de recursos humanos. Una hermana de Gonzalo, Belén Martínez, tiene a cargo los choferes y la logística de los viajes. Su esposo está al frente del taller y trabaja junto a su hijo Gabriel (corrió en karting con Tobías).
Rocío tiene en su órbita el trabajo con los proveedores. Mientras que la melliza del deportista coordina los viajes especiales que surgen cuando les alquilan los colectivos y también está en atención al público.
La empresa nació en avenida Benavídez, en Chimbas. En esa zona todavía viven no solo los abuelos paternos sino también los tíos de Tobías, en tres casas de distintos terrenos que están uno al lado del otro.
Pero ahora la sede central está en Trinidad, y tiene una subsede en el Parque Industrial de San Luis.
El corredor lleva a los costados de la parte delantera de su Toyota Camry azul (número 107) a Blanca Paloma como uno de los sponsors. Además, cuando está en San Juan, sin dejar de atender su labor profesional en el deporte, se acerca a la calle Sarassa a colaborar con la familia. Tiene una oficina al lado de la de su papá para acompañar en las tareas administrativas.
Tras vender los camiones y comprar dos colectivos, con los años los Martínez adquirieron más unidades para el transporte turístico. Ahí fue cuando pusieron choferes y Gonzalo decidió bajarse de uno de los coches para atender otros aspectos del emprendimiento. Mientras que el abuelo del campeón continuó conduciendo hasta que por la edad tuvo que dejar los viajes.

De vacaciones. La familia Martínez Martínez disfrutando de un viaje.


Padre fierrero, hijo campeón

A Tobías Martínez todavía le cuesta creer que está en donde está, porque todo pasó muy rápido. Hace años veía las carreras por televisión y hoy es un referente que representa a San Juan en los circuitos más importantes del país. Su ligazón con el automovilismo se dio por herencia. Su padre es “fierrero” y lo llevó junto a un tío al que le decían “Vica” (primo de su abuela paterna) a sus primeras carreras en el autódromo “El Zonda” Eduardo Copello. Tobías tenía unos 4 años y ya escuchaba rugir los motores del TC2000 y el Top Race.

Un día terminó arriba de un karting. Eso pasó porque un amigo de Gonzalo tiene un hijo un año mayor que él y ya corría. Lo invitaron a verlo competir y al actual piloto del TC le gustó la experiencia, así que pidió que lo siguieran llevando.
Un día le prestaron el karting para dar unas vueltas y ya no se bajó más de ese sueño que empezó a crecer desde aquellos 6 años. En su primera vuelta no le habían dicho cómo frenar y acelerar en las curvas, ni tampoco cómo ingresar a boxes. Entonces giró por la pista hasta que se quedó sin combustible y recién ahí pudo parar.

Su papá le armó un karting provisorio, con cuatro ruedas y algunos hierros. Así empezó, pese al miedo que tenía su mamá, su historia junto al automovilismo de competición. Pero también comenzó a jugar al hockey sobre patines, siendo arquero en Banco Hispano. Hasta que a los 7 años empezaron a coincidirle los días de carreras con los de los partidos y eligió continuar arriba del karting.
Antes de pasar a la Fórmula Renault, compitió en el Zonal Cuyano arriba de un Fiat Uno y su carrera fue en ascenso.

Los Martínez Martínez lograron instalar una empresa referente para el turismo sanjuanino.

Vertiginoso ascenso

Antes de cumplir con el gran anhelo de llegar al Turismo Carretera, Tobías Martínez fue campeón de la Fórmula Renault Plus (con un Crespi-Renault, en 2019), TC Pista Mouras (con un Chevrolet Chevy, en 2020) y TC Pista (con un Chevrolet Chevy, en 2023).
En 2024 ascendió al TC y se quedó con la victoria en la primera fecha en El Calafate (Santa Cruz). En esa temporada compitió con un Torino NG del Trotta Competición.
Este año, en cambio, pilotea un Toyota Camry del RUS MED Team.

Los comienzos junto a Colapinto

Tobías Martínez y Franco Colapinto

tienen la misma edad. Como la competencia en el karting se divide por edades, el sanjuanino y el de Pilar (Buenos Aires) corrieron siempre juntos hasta que el último se fue a vivir a Europa con el sueño de llegar a la Fórmula 1.
Se conocen de cuando eran niños y compitieron en todas las categorías del karting, por todo el país. En ese tiempo tuvieron una buena relación, “de piloto a piloto”.


Toda una vida. Tobías Martínez compite desde los 6 años


A los 24 años, Tobías Martínez ya tiene tres títulos nacionales.


Triple campeón. Tobías Martínez festeja uno de sus títulos junto a su gente.


Recuerdos. Tobías Martínez y sus hermanas tuvieron una linda niñez en Chimbas.