El pueblo que quedó bajo el agua de Cuesta del Viento

Se trata de Colola Viejo, un caserío donde vivían 18 familias ubicado en el departamento Iglesia



Quienes se maravillan con el espejo de agua del dique Cuesta del viento y aprovechan las particulares condiciones ventosas para practicar deportes acuáticos, seguramente no saben que en el fondo de la represa está sepultado un pueblo que alguna vez tuvo vida.
Cuesta del Viento es famoso por sus vientos constantes, especialmente por la tarde, lo que lo convierte en un destino popular para windsurfistas y kitesurfistas, donde además se pueden practicar kayak, stand up paddle y pesca deportiva en sus aguas color turquesa y su paisaje montañoso.

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Corría 1986 y El Nuevo Diario aparecía en la escena periodística sanjuanina representando una gran apertura temática. Eran días de grandes escándalos, la mayoría originados en la concentración de poder del partido gobernante que además del Ejecutivo contaba con 26 de los 30 legisladores y había echado a los integrantes de la Corte de Justicia.
Recorrer sus páginas es encontrarse con informaciones que sin duda constituyen un material único.

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La obra del dique Cuesta del Viento en el departamento Iglesia, San Juan, se inició con la aprobación del proyecto en 1986, pero los trabajos de construcción comenzaron realmente en 1993, después de que una ley cediera 26 hectáreas de terreno fiscal para la construcción de viviendas por parte del IPV.
La licitación de la obra fue motivo de un gran escándalo público cuando el gobierno bloquista decidió adjudicársela a la empresa Paolini que, en realidad había sido superada por las propuestas de dos empresas mendocinas: Industrias Metalúrgicas Pescarmona (IMPSA) y Cartelone.

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En aquellos días de 1986 viajamos a la zona con el fotógrafo Omar Pineda para tomar fotos de Colola Viejo, un caserío donde vivían 18 familias que debían ser trasladadas a otro sitio para la construcción del dique.
Los pobladores se dedicaban a la cría de cabras y convivían con la naturaleza bajos techos de barro y caña los cuales quedaron cubiertos por el agua para dar lugar a una nueva vida.

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En esas páginas de El Nuevo Diario están los testimonios de aquellos pobladores.
Don Luna uno de ellos pudo contarnos cómo miraba las manadas de cabras que corrían por las lomas, mientras que los mayores de la casa llevaban su ganado de un lado a otro para pastar. 

Doña Paredes vivía con su esposo junto a sus 15 hijos.  Pedro Montaño y Fortunato Espejo eran algunos de los jefes de las 18 familias que vivían en Colola y que tuvieron que abandonar sus ranchos.

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En el año 1977 cuando se hablaba de la construcción del emprendimiento hidroenergético Cuesta del Viento, ya se sabía que los habitantes del Bajo Colola departamento Iglesia, ubicado en la zona de influencia de la obra, deberían ser trasladados.
Diez años más tarde, cuando se iniciaron los trabajos de construcción, y mientras algunos abogados relacionados con políticos pretendían sumas exorbitantes por expropiaciones inversas, los pobladores sabían que el momento se acercaba.

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En 1993 una ley de la Cámara de Diputados dispuso de un terreno fiscal de 26 hectáreas, ubicado en la esquina de la calle del Molino, para que el IPV construyeran las casas donde se trasladaría a esas familias. En mayo de 1997 se les informó que ya los tiempos estaban agotados y que deberían ser trasladados a sus nuevas casas.
El dique ya estaba próximo a su inauguración.

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El diputado del departamento Iglesia, Juan Pinto había manifestado en ese entonces su preocupación, el lago se estaba llenando y faltaba poco para los primeros deshielos y aun así no estaban construidas las viviendas.
Alfonso Mini por ese entonces diputado, oriundo de ese departamento, explicó que ya estaba sancionada la ley que autorizaba al IPV (Instituto Provincial de la Vivienda) a construir las propiedades. Según afirmaba estarían listas para habitar antes que el lago haya cubierto la zona del Bajo Colola.
Eran 30 casas a repartir entre los miembros de las 18 familias. Dado los costos de la construcción, se optó por construir las treinta viviendas agrupadas a una distancia no muy lejana de aquellos terrenos que les correspondería a los criadores de ganado o agricultores que vivían de esa actividad.

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Hoy, con sus altas y bajas, el dique sigue siendo un atractivo turístico, una fuente de debate entre defensores de la minería y contrarios a la actividad y una usina que cada tanto debe repararse y, por supuesto, reinaugurarse. Debajo del agua, en silencio eterno, aún quedan restos de lo que fue el bajo Colola.

JCB

Fuente: El Nuevo Diario ediciones de 1986 y subsiguientes.

El caserío que quedó bajo el agua

Estas imágenes ya no se podrán repetir. Fueron las últimas fotos tomadas al viejo caserío de Bajo Colola en el departamento Iglesia. Se puede apreciar en ellas a uno de los pocos pobladores caminando bajo el cielo siempre azul y el fondo montañoso, un caballo que espera a su jinete entre dos postes de energía, y precarios corrales y grandes tapiales. Todo, acompañado de un silencio ancestral, entre viviendas precarias en un reino de adobe. Hoy todo quedó bajo el agua.















Por sus imponentes paisajes, Cuesta del Viento es un ícono turístico de San Juan y sede de campeonatos de windsurfy kitesurf.