Cómo mataron a Benavides

El gobernador Gómez Rufino y el grupo liberal que lo apoyaba no pudieron pacificar la provincia. Analizando el momento nótese un divorcio entre las expresiones vertidas en el mensaje del 1 de mayo ante la Legislatura y los hechos.

Las intrigas políticas, los rumores más dispares y la chismografía pueblerina invadieron la casa de gobierno, produciendo en el elenco dirigente, huérfano de apoyo popular, una gran desorientación.

Desde un primer momento fue sindicado como hombre afín de la política porteña e instrumento de la misma; frente a él se encontraba uno delas más relevantes caudillos dela Confederación; y que ostentaba el comando dela división militar del Oeste. Que Gómez Rutina y Benavides no iban a armonizar no fue misterio para nadie; el comisionado Dr. Nicanor Molina, informó en ese sentido a los hombres de Paraná.

La correspondencia cursada entre Gómez, Urquiza, del Carril, Peñaloza y Molina representan fuentes de gran valor para conocer el momento. Urquiza aconsejaba a Gómez, luego de felicitarlo por haber asumido el gobierno, dirigir todos los esfuerzos a “obtener una reconciliación que haga desaparecer del todo la agitación por que ha pasado esa provincia”; también le pedía que rodease a Benavides de atenciones, a pesar de sus faltas, por ser un antiguo servidor de la patria”.

AI contestar el gobernador se quejaba de Benavides, llegando a afirmar: “un día llegará en que pueda darle a V.E. la prueba documentada de lo mal que corresponde el general al hombre que le acata y respeta; de lo que estoy tolerando; de cuanta es su pretensión y de lo que se permite, abusando de las atenciones que se le prodigan; por ahora atenderá a la recomendación de VE...”.

Desde ese momento se intercambian varias cartas, todas de igual tenor, el sanjuanino afirmando que el caudillo creaba todo tipo de dificultades y el presidente pidiendo conciliación; en una de las misivas Urquiza le comunicaba haber dispuesto que “el Ministerio de Guerra estableciera con precisión y claridad las atribuciones de los comandantes de las Divisiones Militares”.

El 19 de setiembre, mientras se encontraba en un reñidero de gallos, fue detenido Benavides; lo encarcelaron y le abrieron un proceso por conspiración.

Gómez comunico por intermedio del enviado especial don David Larrondo a Urquiza los motivos que le habían obligado a tomar tan grave determinación.

La reacción no se hizo esperar; Peñaloza, desde Guaja, reclamó por su amigo “...es preciso no olvidar Sr. (Gómez) los antecedentes de este benemérito jefe trayendo a consideración que es un hermano argentino digno delos respetos que se merece en el alto rango que la Nación le ha confiado; somos unos antiguos soldados, y un dedo que se nos corte a uno de la familia argentina, nos duele a todos, y lamenta los males que acarrean los dolores de la discordia y de la división de nuestros hermanos”.

Inmediatamente de conocida la prisión de Benavides el gobierno de Mendoza envió una comisión oficiosa integrada por Medardo Ortiz y N. Marín, acompañado por el coronel Gallardo y el teniente coronel Belorno. Las laboriosas gestiones realizadas terminaron en un fracaso.

Al tener conocimiento de lo acaecido en San Juan, el gobierno de Paraná designó al ministro de Guerra, general José Miguel Galán y al vocal de la Suprema Corte Dr. Baldomero García, en comisión” con toda la autoridad legal que el gobierno general puede ejercer constitucionalmente en la provincia de San Juan”.

Aún se encontraban en viaje los comisionados, cuando se produjo la tragedia.

Benavides estaba alojado en los calabozos ubicados en los altos del Cabildo, según algunas versiones con una barra de grillos remachada, cuando en la madrugada del 3 de octubre una partida de hombres armados asaltó la cárcel con el evidente propósito de libertarlo.

La guardia, alertada, contestó al ataque, sucediéndose una intensa lucha en las puertas y escaleras del Cabildo; el caudillo rogaba a sus partidarios que se retirasen, que no la comprometiesen... el combate finalizó con la fuga de los atacantes y fue entonces cuando un oficial le quitó el fusil al centinela e hizo fuego hiriendo al preso; otro oficial lo ultimó... El cadáver del caudillo arrojado a la calle, fue brutalmente vejado.

Fuente: Historia de San Juan - Carmen P. de Varese - Héctor D. Arias


Nota publicada en “La Nueva Revista” de “El Nuevo Diario” el 28 de julio de 1995, edición 717.

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Ilustración para la nota "Cómo mataron a Benavides"