Los primeros empedrados

La creación del departamento topográfico llenó una sentida necesidad.
Sarmiento colocó a su frente a don Gustavo Grothe, técnico de prestigio.
Una de las primeras gestiones del director fue ponerse en comunicación con el ingeniero sanjuanino Saturnino Salas, jefe del departamento Topográfico de la provincia de Buenos Aires, pidiéndole el envío de los antecedentes sobre la organización y trabajos realizados por la institución a su cargo. Salas correspondió como buen hijo de su tierra.
En esta etapa efectuaron tareas de campo en vista al establecimiento por la ruta Jáchal, Guandacol, Chilecito, etc.

ENSANCHE DE CALLES

Por ley del 27 de 1862 se estableció: “Art. 1º. Autorizase al poder Ejecutivo para que con los conocimientos del Departamento Tográfico, establezca vías públicas de treinta varas de ancho que partiendo de cualquier punto de las calleas anchas, sirvan cómodamente  al comercio interior y exterior de la provincia.
Art 2. Las calles de la población urbana serán en lo sucesivo de veinte varas de ancho, tomando por base la línea central de ella y con arreglo al plano establecido.
Art 3. El ensancha del que habla el artículo anterior, se practicará conforme se equifique o se renoven los actuales edificios y murallas.
Art 4. La calle que limita la quinta Normal por el naciente será ensanchada de treinta varas, desde la ancha del Norte a la del Sud, debiendo hacerse la expropiación con arreglo a la base que establece el art. 2ª y el ensanche se tomará al costado más convenga.

EMPEDRADO

Se firmó un contrato con don Enrique Nangles, por el cual éste se transformó en empresario encargado de continuar con el empedrado de las calles. El mismo debía ser abonado por los propietarios, dando motivo a enojosos pleitos.
El conflicto más grande se produjo cuando se solicitó al Rector de la Iglesia Catedral que abonase $157, 25 en concepto de empedrado.
El 4 de noviembre de 1862 contestó el rector al contador general don Isidro Quiroga. Decíale entre otras cosas: “El asunto a que V.E. se refiere fue ventilado y resuelto a favor de la iglesia, en la época de la administración de Virasoro, mediante la exposición que hice oportunamente, de que el templo no es propiedad del Cura, y sí lo es de pueblo cristiano, católico, como local destinado para reunirse éste a cumplir con los deberes sagrados que la religión le impone… es también indudable que a ellos corresponde la conservación y aseo del mismo santuario…”.
Agrega más adelante que Virasoro consultó el problema con otros entendidos ya arribó a las mismas conclusiones, por eso mandó reparar el atrio de la iglesia con obreros del gobierno.

Fuente: "Historia de San Juan" de los autores, Carmen P. de Varese y Héctor D. Arias. Editorial Spadoni S. A. 1966

GALERIA MULTIMEDIA