San Juan, la ciudad de las estatuas

La primera iniciativa de erigir estatuas que perpetuaran la memoria de los hombres ilustres de San Juan fue de Domingo Faustino Sarmiento. En su última visita a la provincia, en 1884, desde los balcones de la Casa de Gobierno pidió que frente a la vieja Catedral se alzara el monumento al primer obispo, Fray Justo Santa María de Oro. También cuenta la historia que señaló su deseo de que su estatua estuviera en la plaza, mirando hacia la Casa de Gobierno.

El 12 de julio de 1888 se dieron los primeros pasos para erigir los monumentos a los congresales de Tucumán. Durante la administración de Federico Moreno se designó una “Comisión de estatuas” encargada de realizar suscripciones populares.
La primera que se alzó fue la de Fray Justo Santa María de Oro, mientras que la del congresal Laprida tuvo que esperar algunos años.