A 75 años del sismo, conocé, en palabras de sobrevivientes y sus familiares, cómo se vivió el hecho que sacudió la capital provincial en 1944. Este artículo fue publicado en 2019 por Ministerio de Turismo y Cultura de la Nación
Nora Miranda (78 años)
“Estábamos en un casamiento en Santa Lucía, una ciudad en el centro de San Juan, con mis abuelos, mis tíos, cuando se produce el movimiento. Yo estaba con mi abuela y mi hermana más chica. Tenía tres años pero de lo que recuerdo tengo grabada una pared que se balanceaba de un lado a otro, una pared de adobe, alta, que felizmente no cayó para el lado nuestro porque si no, nos aplastaba. Cuando empieza el movimiento mi abuela toma una silla –de esas que entonces se llamaban sillas materas, que eran más bajas que las comunes–, se sentó ahí y nos abrazó. Nos tuvo ahí todo el tiempo, abrazados, hasta que pasó el movimiento. Cuando terminó, una señora que estaba en la fiesta lloraba porque no encontraba a su hija. Cuando mi abuela abre el abrazo en el que nos tenía contenidos nos dimos cuenta de que estábamos nosotros y también esta nena, la hija de la señora, adentro del abrazo. Mi abuela también la había agarrado a ella.
Mi abuela estaba construyendo la casa en ese momento en Concepción (otra localidad más al sur de la provincia). Cuando volvimos de la fiesta, ya íbamos saltando muertos. Llegamos y la casa estaba en el piso, se había caído todo.
Llegamos y había empezado a llover. Mi abuelo tenía un carro que tenía las ruedas altas y abajo daba para poner un colchón así que los niños dormíamos debajo del carro, lo usábamos de techo, mientras los adultos ayudaban. En eso llegó mi tío Héctor, de Mendoza, que era militar, aviador. En Mendoza habían dicho que San Juan se había perdido; y él, teniendo a toda su familia en San Juan, se ofreció para ayudar y llegó en auto. Mi tío Héctor fue el encargado de las operaciones para trasladar los heridos a Mendoza y el local que destinaron para esa emergencia fue la Escuela Normal Sarmiento.
Nosotros nos quedamos viviendo en la casa que se había venido abajo, mis tíos improvisaron un rancho con lo restos de adobe, hicieron una pared de un metro. Felizmente, ninguno de mis parientes había fallecido. Ninguno. Todos estaban vivos ayudando. Me acuerdo que mis tíos ayudaban a sacar escombros.
"A raíz del terremoto, varias familias emigraron de la provincia a otras provincias y otras de la ciudad a los otros departamentos. Ese fue el caso de dos jóvenes que por este motivo, por el terremoto que dejó a sus familias sin viviendas, sin muebles, sin nada, solo con lo puesto, se fueron a un lugar llamado Carpintería, una localidad cerca del departamento 25 de mayo, en San Juan. Ambos se mudaron cada uno con su familia después del terremoto. Ahí se conocieron esos dos jóvenes que venían de clases sociales muy diferentes, hubiera sido muy difícil que se conocieran en otras circunstancias. Ella era hija de una de las familias más acomodadas de la provincia, él venía de una familia muy humilde, hijo de inmigrantes. En este contexto ellos se conocieron, se enamoraron y a los dos años se casaron. Después se mudaron de nuevo a la ciudad de San Juan, a reconstruir los escombros.
Durante los primeros años del matrimonio vivieron en una casilla de emergencia que el Gobierno había distribuido hasta que, con un plan de viviendas, tiempo después, pudieron hacerse su casa propia. Y siempre contribuyeron activamente a la reconstrucción de la provincia de San Juan. Él actuó como dirigente en áreas deportivas, el ciclismo, del cual San Juan es la capital nacional, se desarrolló porque él fue uno de los pioneros de eso y de la Acción Católica. Y ella contribuyó en entidades del bien público. Fueron un ejemplo, una de las tantas familias que apostaron a la ciudad. Esos jóvenes eran mis padres, los que me cuentan este relato: Rosa Natividad Mazarico y Carlos Antonio Mansilla. Mi familia tiene mucho que ver con la reconstrucción de San Juan, fue un hacer de nuevo la provincia.
Muchos de nuestros escritores tienen libros y poemas dedicados a lo que se llamaba “La ciudad perdida”. Una ciudad que era muy colonial y luego del 44 se convierte en una de las ciudades más modernas del país, con sus anchas veredas, sus avenidas y sus acequias. Las familias sanjuaninas, con un enorme espíritu solidario y emprendedor, apostaron por estas tierras.
Yo fui la primera directora del Museo de la Historia Urbana de San Juan, donde se cuenta toda esa historia del terremoto y se pueden ver fotos y documentos de la reconstrucción, y también se puede ver cómo era San Juan antes del 44, una hermosa ciudad colonial. Una ciudad que hoy tiene mucho para darle a la Argentina”.
Fuente: Ministerio de Turismo y Cultura de la Nación - cultura.gob.ar
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Click para ver: “Las últimas voces del terremoto”. La Fundación Bataller presenta junto a la productora Solaura: una película –documental que rescata las últimas voces del terremoto.