Ernesto Andrés Villavicencio nació el 30 de noviembre 1940 en San Juan y falleció el 17 de mayo en 1995 en Buenos Aires. El siguiente artículo fue extraído de La Pericana edición 108 del 18 de mayo de 2018 en el suplemento especial 32 años de El Nuevo Diario y que integró la edición 1817 de El Nuevo Diario.
Ernesto
Andrés Villavicencio nació el 30 de noviembre
1940 en San Juan y falleció el 17 de mayo en 1995 en Buenos Aires. No tenía
antecedentes musicales en su familia, por eso sorprendió a todos cuando, siendo
apenas un niño, les pidió a sus padres que le regalaran la guitarra que tenía
un vecino. A los ocho años alcanzó
ese primer anhelo.
En 1958, con sólo 18 años, formó “Los
Caballeros de la Guitarra” junto a su compañero Enrique Barrera. Al tiempo se les sumó el guitarrista caucetero Pedro Berón.
El
grupo tuvo su consagración en 1968 en el escenario del Festival de Tango de La Falda.
Allí se presentaron sin invitación y como acompañantes de Juan Carlos “Pinocho” Mareco. Para su sorpresa, el éxito fue tal
que no se bajaron de las tablas. En ese espectáculo estaba presente Mariano Mores, quien los contrató para
que actuaran en Buenos Aires.
En el “Viejo Almacén” de Buenos
Aires, “Los Caballeros de la Guitarra”
lograron compartir acordes con los mejores guitarristas del
país, como Roberto Grela y Colacho Brizuela
(guitarrista de Mercedes Sosa), entre
otros. En 1978, una década después de su gran actuación en La Falda, ganaron el
Festival de Cosquín y recibieron el premio Revelación.
Uno de los aportes del “Negro” a la música de Cuyo fue la incorporación del
guitarrón.
Esto
lo hizo después de ver en Buenos Aires que los guitarristas de Alfredo Zitazorra usaban ese
instrumento de mayor tamaño, que lograba armonizar con cualquier melodía.
Después
de un tiempo en la capital argentina, Barrera
decidió volver a San Juan. En ese momento, “El Negro” formó “Las
guitarras argentinas”, junto a Carlos
Peralta. Siguió tocando en el “Viejo
Almacén” y acompañó a músicos como Edmundo
Riveros, Roberto Goyeneche, Enrique Dumas, Pichuco Troilo, entre otros. También solicitaron sus servicios artistas de la talla de Mercedes Sosa, Ramona Galarza y Alfredo
Abalos.
En 1968, Ernesto
Villavicencio y Enrique “Cabezón” Barrera acompañaron a Adolfo Berón.
Villavicencio marcó un antes y un
después en el cancionero cuyano, especialmente en la tonada, haciéndola más
rítmica, más musicalizada, más poética y decidora, también se dice que “tanguizó”,
la tonada, por la influencia tanguera que recibe en Buenos Aires.
Villavicencio marcó un antes y un
después en el cancionero cuyano, especialmente en la tonada, haciéndola más
rítmica, más musicalizada, más poética y decidora, también se dice que “tanguizó”,
la tonada, por la influencia tanguera que recibe en Buenos Aires.
El
legado de Villavicencio al folclore
es vasto, en su autoría se registran más de 450 temas, entre ellos 250 tonadas.
Algunas
de las canciones
más conocidas son “San Juan por mi
sangre”, “La del jamón”, “Cuando el corazón se quiere quedar”, “La tonada jamás
morirá” y “Mi amor en una tonada”.
El “Gordo” Paéz Oro y el "Negro" Villavicencio, dos referentes eternos de la cuyanía.
Ver artículos:
-- El “Negro” Villavicencio. Entre el tango y la tonada
-- Cancionero
sanjuanino: Ernesto Villavicencio. Letras de su autoría
Ver video
-- Ernesto Villavicencio - Parece que fue ayer. Video presentado por Fundación Bataller