Las piruetas semánticas de los saludos y saluditos…

Buen día amigo lector!! y/o Buenas tardes!! Es habitual que en nuestra vida diaria saludemos a nuestros amigos, compañeros de trabajo, en señal de respeto y buenas costumbres. Empleamos distintas fórmulas de saludo dependiendo de la edad y los contextos: Hola!! Buen día!! Buenas tardes!!, etcétera. Nos ocupa hoy reflexionar sobre el saludo mañanero. ¿Buen día o Buenos días? Ambas formas son adecuadas,  pero su uso depende de las distintas geografías. Al respecto, el Diccionario panhispánico de dudas (2005) dice respecto a ‘buen día’ y a ‘buenos días’: «La fórmula de saludo que se emplea durante la mañana es, en el español general, ‘buenos días’. No obstante, en algunos países de América del Sur se utiliza también la fórmula ‘buen día’»  Y qué queremos decir? Qué queremos trasmitir?  En realidad  son fórmulas fijas que repetimos diariamente, y en algunas ocasiones  de manera autómata o mecánica. Pero detengámonos…  reflexionemos…,  y seguramente lo diremos con más énfasis. Para empezar, se trata de un deseo, no una descripción de lo que pasa. No es que nos referimos a que el día, desde el punto de vista climático sea un día estupendo porque no  llueve, sino que deseamos que  la jornada, el día sea óptimo. Aunque, implícitamente, también estamos deseando un día sin altibajos meteorológicos. Por lo tanto es lógico que esa petición abarque los buenos días en plural.

Las variantes léxicas de estas fórmulas de saludo  se deben  a la influencia de otros idiomas. Por ejemplo, en  Guatemala en muy frecuente escuchar el deseo de que uno tenga “una buena tarde”, por influencia quizá del inglés. Es mucho más expresivo desear que las personas tengan  buenos días, tardes o noches en plural, porque de esta manera somos más generosos y damos abundancia en los buenos deseos. Y me despido con un saludo rápido: ¡Chau! Pero solo uso este saludito de la oralidad para aprovechar y comentarles su origen: nos dicen las fuentes escritas consultadas que esta forma de despedirse tiene relación con la esclavitud. La clave está en la schiavo, que en la antigua Italia era una manera de decir adiós. Algo similar a lo que ocurre en español con servidor, que algunas personas emplean para señalar cortésmente que están a disposición de otros, tratamiento que subsiste en la fórmula Su seguro servidor, habitual en el cierre de algunas cartas muy formales. Con el tiempo, schiavo quedó abreviado como ciao (ciau en genovés) y pasó a nuestro país como chau, modo informal de despedirse que resume en una sílaba el “hasta pronto” o “hasta la vista”. Chau agrega énfasis al adiós, como sucede  cuando un romance o una amistad terminan bruscamente. O destruye una esperanza, como lamenta Enrique Cadícamo  en su tema Anclao en París: “Tirao por la vida de errante bohemio estoy, Buenos Aires, anclao en París. […]Acaso una noche me encane la muerte/y, chau Buenos Aires, no te vuelva a ver!”.

Los argentinos hemos encontrado también la manera de endulzar la despedida, y cuando queremos que todo resulte más suave nos valemos del chaucito. Una despedida cariñosa que expresa el deseo de un reencuentro!!

(*) Aida Elisa González de Ortiz, directora del Instituto de Investigaciones Lingüísticas y Filológicas Manuel Alvar (INILFI) de la FFHA de la UNSJ.

Publicado en La Pericana, edición 138 que integra la edición de El Nuevo Diario del 14 de diciembre de 2018

 

 

 

GALERIA MULTIMEDIA
Las piruetas semánticas de los saludos y saluditos. (Ilustración: Miguel Camporro)