Aldo, el indiscutido número 2 del bloquismo

No hay dudas que Federico fue el fundador e indiscutido líder del Partido Bloquista. Pero lo que es innegable es que su hermano, Aldo, tuvo un papel fundamental en los convulsionados años 20 en San Juan. Federico era la acción, la fuerza imparable, el líder unánimemente reconocido. Aldo, dicen, el contenido ideológico, el indiscutido número 2, el más influyente y leal socio político del líder. Lo cierto es que los hermanos Federico y Aldo Cantoni marcaron una época política en San Juan. Una nota preparada por Juan Carlos Bataller para la Fundación Bataller. Las fotos pertenecen al libro “El San Juan que Ud. no conoció, de Juan Carlos Bataller”. Los dibujos son de Miguel Camporro.

 Aldo Cantoni nació en la ciudad de San Juan el 18 de septiembre de 1892. Tras cursar sus estudios iniciales en la provincia, se radicó en Buenos Aires donde estudió en la Facultad de Medicina (Universidad de Buenos Aires) donde se recibió en 1913, doctorándose en 1915. Su especialidad fue la oftalmología.

En 1916, de la mano de Juan B. Justo, ingresó al partido socialista. Participó, sin suerte en contiendas electorales en San Juan.

En los años 1917 y 1918, su pasión por el deporte lo llevo a desempeñarse como presidente del Club Huracán, donde tuvo una destacada actuación.

En 1920 aceptó la presidencia de la Asociación del Fútbol Argentino, coincidiendo con la celebración del Campeonato Sudamericano de Fútbol. En 1921 fue reelecto presidente de la A.F.A.

 

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 Y es en este punto donde cambia la vida de Aldo. Porque en noviembre de ese mismo año, llega la noticia desde San Juan. Federico Cantoni está acusado de ser el ideólogo del asesinato del gobernador Amable Jones y está en la cárcel, lo mismo que su padre, Ángel.

Aldo deja todo en Buenos Aires y se pone al frente de las huestes cantonistas. Junto a su hermano Federico funda la Unión Cívica Radical Bloquista, partido que triunfaría en las elecciones de 1923. Federico es electo gobernador y Aldo senador por la provincia de San Juan y el 14 de septiembre de ese mismo año fue electo senador nacional por la Legislatura de San Juan.

Derrocado Federico, Aldo fue electo gobernador para el periodo constitucional 1926-1929, en una fórmula radical bloquista integrada por Sigifredo Bazán Smith como vicegobernador. Asumió el poder el 6 de diciembre de 1926.

Su gobierno fue innovador, realizando numerosas obras públicas de envergadura, entre ellas el estadio abierto del Parque de Mayo –un gran emprendimiento para su época- (que hoy lleva su nombre) y el camino de cornisa de 130 km que une la capital de la provincia con la localidad cordillerana de Calingasta.

 

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 En 1927 motorizó una revolucionaria reforma de la Constitución Provincial que incorporó, entre otras medida, el voto femenino, incorporándose por primera vez en el país derechos sociales propios de un estado benefactor, tales como la limitación de la jornada de trabajo, salario mínimo, seguro por vejez, enfermedad y niñez, fomento de la construcción de viviendas higiénicas para los trabajadores, reglamentación de los sindicatos y la inembargabilidad del hogar de familia. Asimismo, la reforma estableció el sufragio universal en los municipios, la simultaneidad en las elecciones de gobernador y diputados; el mandato de cuatro años para los funcionarios electos y el sistema unicameral.

El gobierno de Aldo Cantoni fue interrumpido por una intervención federal ordenada por el presidente Alvear y cumplida por el presidente Hipólito Yrigoyen. La intervención quedó a cargo de Modestino Pizarro, quien asumió el 23 de diciembre de 1928.

En 1932 asumió su segundo mandato como senador nacional.

 Cumplido su mandato Aldo se dedicó a la vida empresaria, especialmente en Calingasta donde producía manzanas, elaboraba sidra y calvados y tenía un hotel.

Así como sus seguidores destacarían su labor social, sus detractores lo acusaron de demagogia y caudillismo. En 1932 asumió su segundo mandato como senador nacional.

Falleció el 18 de septiembre de 1948.

 


 

Salvado por un error

 —Tomá, estoy muy cansado. Manejá vos.

El que había hablado era Aldo Cantoni, electo gobernador de San Juan, quién debía asumir su cargo pocos días más tarde.

Era la noche del 30 de noviembre de 1926.

Aldo había salido a cenar con Belisario Albarracín, electo diputado provincial, y Fernando Santamaría.

Llegaron en el coche del gobernador electo, guiado por Cantoni y durante un par de horas cenaron y charlaron sobre la inminente asunción, en el hotel Bristol, que hasta poco antes se llamaba Galmes. Este hotel, cuyo propietario era simpatizante bloquista, constaba de 14 habitaciones “con agua caliente y fría” y estaba ubicado en la calle Mitre 648, es decir a mitad de la cuadra entre General Acha y Tucumán.

 

 

El automóvil, esta vez guiado por Santamaría, arrancó. Estaban llegando a la esquina de Rivadavia y Tucumán cuando desde un Dodge amarillo comenzaron a dispararles.

Las balas apuntaban a un blanco preciso: el conductor.

Santamaría murió en el acto.

Aldo y Belisario Albarracín descendieron rápidamente del auto y dispararon contra los ocupantes del Dodge amarillo. Estos huyeron en la oscuridad de la noche.

—Fíjate como está Santamaría... –ordenó Aldo.

—Creo que está muerto.

Aldo corrió el cuerpo y conduciendo el automóvil se dirigió rápidamente al hospital Rawson. Los médicos sólo pudieron certificar la muerte.

—Hijos de puta... Las balas eran para mí. Creían que yo manejaba-, dijo el futuro gobernador.

 

 Pronto la noticia se conoció en todo San Juan.

Nadie durmió aquella noche. Cantoni denunció el asesinato en la policía.

—A estos los mandaron. Hay que averiguar si fueron los conservadores o los radicales.

Una multitud se había reunido junto al gobernador electo.

—Debemos hacer la denuncia ante el ministro del Interior, exigiéndole garantías–, se opinó.

Minutos después salía el telegrama.

 

El interventor Broquen fue informado del hecho.

—Hay que evitar que esto termine en un motín. Que la policía encuentre a los culpables– fue la orden.

Inmediatamente salieron varias patrullas policiales mientras la multitud estaba encolerizada.

La conducción bloquista, a todo esto, se reunía a puertas cerradas.

—Tenemos que encontrarlos antes que la policía. Es la única forma de hacer justicia.

A primera hora del día salió el grupo bloquista tras los ocupantes del Dodge amarillo.

Integraban la partida Mario y Héctor Valenzuela –excelentes tiradores-, Wilfredo Kenny y dos jóvenes.

 

 

El grupo de “justicieros” bloquistas viajaba a caballo. Tomaron para el lado de Zonda y al llegar a los baños de salud encontraron el Dodge amarillo. Pero ni rastros de sus ocupantes.

—Este es el auto en el que anda Guillermo Morales—, dijo uno de la partida.

Morales era afiliado al Partido liberal y más de una vez había realizado “trabajos sucios” para los conservadores.

Siguieron tras las huellas de los asesinos y los encontraron al llegar a Calingasta. Allí estaba Morales junto a su hijo Guillermo, de 16 años, Carlos Bossio –conocido matón- y un peón que era el que les había facilitado las mulas para escapar.

Hay quienes aseguran que Morales estaba en ese momento defecando y no oyó llegar al grupo cantonista. Su cuerpo quedó acribillado a balazos.

 

Fue el único muerto. Y desde Calingasta regresó la partida también a lomo de mula. Hay quienes aseguran que el cuerpo de Morales lo debió cargar su hijo y que cuando el chico llegó a San Juan tenía el pelo blanco del susto que pasó.

La dirigencia bloquista entregó el cuerpo de Morales y a los otros detenidos a la policía. No sólo eso, les informó a los investigadores que Morales había sido el autor material del asesinato de Santamaría y que en el hecho habían participado también Carlos Bossio, Justo Antonio Pereyra y Salvador Rosas. Estos dos últimos fueron detenidos a los pocos días.

Según los diarios de la época, Aldo Cantoni se presentó a la policía cuando llegó la partida de Calingasta. Bossio quedó petrificado al verlo pues estaba convencido que lo habían matado.

 

La historia se repetiría una vez más

El proceso se inició como homicidio con premeditación y alevosía.

Y terminó siendo un “suceso revolucionario”.

La violencia política y el crimen, no eran patrimonio de un solo partido.

 

 Algunas cosas quedaron en claro:

»» Quisieron matar a Aldo Cantoni para que no asumiera.

»» Que el atentado fue por encargo.

»» Que los autores materiales fueron los señalados.

»» Que los dueños del Diario Nuevo, Domingo Elizondo y Héctor Conte Grand, miembros del Partido Liberal, instigaron el crimen, según declararon los acusados.

»» Que Leandro Flores, Gregorio Valdez, Blas Amarfil, Ramón Saravia y Eduardo Quiroga, proporcionaron elementos para la fuga y participaron en la preparación del atentado.

 

La sentencia definitiva dictada por el juez del crimen Manuel Ignacio Castellanos, condenó a prisión perpetua a los autores materiales. Waldo Quiroga, considerado coautor, recibió la misma condena mientras que Flores, Valdez, Amarfil, Saravia y Eduardo Quiroga fueron declarados cómplices y condenados a 15 años de cárcel.

Pero la historia no terminó allí porque a fines de 1927 los autores materiales afirmaron que sus primeras declaraciones fueron sacadas mediante torturas y que habían complicado falsamente a los periodistas Conte Grand —se encontraba ese día en Buenos Aires— y Elizondo.

—Actuamos con el fin muy patriótico de conjurar por medio de la eliminación de un ciudadano, la larga serie de crímenes y barbaridades que cometería bajo su gobierno por cuanto el ciudadano que iba a asumir tales funciones no sería otra cosa que un ciego instrumento de su hermano Federico que fue un verdadero azote para el pueblo de San Juan– sostuvieron los acusados.

 

Quedó de alguna forma expuesta la posibilidad de que Elizondo y Conte Grand fueran ajenos al hecho. Pudo ser así ya que Diario Nuevo era furibundo opositor a Cantoni y este es muy posible que haya querido cargarles un crimen del que no participaron.

Pero igual que ocurrió cuando los bloquistas sancionaron una ley de amnistía para los autores del asesinato de Jones, en 1929 fue el interventor Modestino Pizarro quien indultó a los instigadores y los autores materiales del hecho sobre los que no había dudas ya que habían declarado su culpabilidad.

Todo había sido producto de “una reacción individual” de buenos muchachos que “habían sufrido cárceles y vejaciones durante los gobiernos cantonistas”.

 

Un año más tarde, el 21 de febrero de 1930, el juez que dictó la sentencia, Manuel Ignacio Castellano, era abogado del cantonismo y fue asesinado en su casa por elementos de Modestino...

La justicia sanjuanina siempre tuvo color político...

 

 

Herido en una pierna

en un nuevo atentado

 

 El 25 de febrero de 1929, Aldo, que estaba alojado en la cárcel de Marquesado, debía declarar ante el juez José González Ramírez por el proceso que se le seguía.

Era un secreto a voces que algo se tramaba contra la vida del ex gobernador.

Enterado de esa versión, Federico Cantoni que era senador nacional electo aunque no había podido asumir su cargo, denunció lo que se comentaba al jefe de Policía.

—Lo van a matar cuando salga de Tribunales-, aseguró Federico.

El diputado nacional Videla Rojas envió un telegrama al ministro del Interior, exponiendo el carácter y la gravedad de las amenazas.

 

El caso es que desde tempranas horas de la mañana había grupos de un comité radical ubicado en las inmediaciones de Tribunales, que proferían gritos contra Cantoni.

A las 12,30 Aldo Cantoni terminó su declaración y salió de Tribunales.

En lugar de hacerlo subir al furgón de la policía se lo hizo ascender a un automóvil.

Estaba ya adentro cuando se produjo un corto tiroteo.

Aldo resultó herido en una pierna.

Nunca se supo quién fue. Los radicales personalistas que rodeaban el auto no fueron detenidos y Pizarro sólo dijo  que era “muy difícil contener el odio que la multitud sentía por los Cantoni”

El único detenido ese día fue Federico Cantoni, por insultar al juez González Ramírez cuando no lo dejaron entrar al hospital para ver a su hermano herido.

 

Aldo se había salvado.

Federico no podía permanecer detenido porque era senador nacional electo.

Ante esta situación, según relató tiempo después Cantoni en el Senado nacional, Pizarro informó lo que había ocurrido al presidente Yrigoyen y luego, hablando con Elpidio Gonzalez, ministro del Interior, se produjo el siguiente diálogo:

 

Pizarro: Tatita: ¿lo largo o no lo largo al senador este?

Ministro Elpidio González: Cumpla las órdenes de la justicia y déjese de embromar.

Fuentes
Rosalía Plaza - “Aldo Cantoni en mi recuerdo”
Carmen P. de Varese, Héctor D. Arias - “Historia de San Juan”
Susana T. Ramella de Jefferies - “El radicalismo bloquista en San Juan”
Juan Carlos Bataller - “El San Juan que Ud. no conoció”
Juan Carlos Bataller - Edgardo Mendoza - “El siglo XX en San Juan”
Ursulina Cantoni: Confesiones, relatos y algo más sobre mi padre
José Palermo Riviello - Filipicas argentinas
Periódicos: Diario Nuevo - Debates - La Reforma - El Noticioso


Aldo y Federico en el recuerdo de Ursulina Cantoni

 Dice Ursulina:

“Aldo amaba su tierra calingastina, y allí se refugió después de las contiendas políticas.

Se volcó a la naturaleza, igual que su hermano Federico. Cada uno en su heredad. Pero si bien eran buenos hermanos y si bien Aldo siguió y apoyó a Federico en sus luchas por San Juan, la realidad es que eran sumamente diferentes.

Paradójicamente, Aldo -el "Socialista"- era el acicalado y distinguido, preocupado y ocupado por el bien vestir, por su léxico y pulcritud. Era el bailarín incansable, simpático, galante, el que lucía su chalet, su moto y sus autos. El deportista, el sibarita, el gran sommelier.

 Sumamente ordenado, se ocupaba a pie juntillas de sus emprendimientos y negocios. Fue un gran empresario y un astuto administrador. Sin lugar a dudas, fue el gran impulsor en mejorar y obtener nuevas variedades de manzanas. Además logró cerrar el ciclo de aprovechamiento de dicha fruta: abastecía el mercado argentino en fresco, elaboraba una reconocida sidra que llevaba el nombre de sus tierras, además del famoso Calvado Calingasta, cuyo reconocimiento trascendió las fronteras de la provincia. Su empresa era la "Frutícola de San Juan". En el edificio donde funcionó, se encuentran emplazadas hoy las oficinas de la empresa Taranto.

Supo disfrutar de las bondades de la vida, mientras que Federico le entregó la suya al pueblo de San Juan.

Estaba en las antípodas de mi padre. ¡Querido Tío! Poco tiempo pudimos disfrutarlo: falleció muy joven, el 18 de septiembre 1948. Yo tenía 5 años recién cumplidos. Pero recuerdo la multitud agolpada en los jardines de su casa... Caras tristes... Llantos... Comentarios... "No se cuidaba..." "Se despidió en su Hotel de Calingasta comiendo opíparamente y avisó que lo esperaran que llegaba mal..." "Y se vino desde allá..." "Miren cómo llegó..." "Se está muriendo...".

 

…….

 Éramos muy unidos con los Cantoni-Plaza. Yo quería mucho a mis primos mayores, que portaban esos nombres griegos y egipcios -Hermes, Osiris, Apolo, Adonis y Temis-, ocurrencia de Rosalina, que siempre fue muy audaz y decidida para su época.

(Inclusive, quiso el destino que le tocara ser la poseedora del documento nº 1, con el que se registraba a las flamantes votantes sanjuaninas).

Lamento que mi diferencia de edad con los hermanos Cantoni fuese tanta. Si hasta Temis, la menor, era ya mujer comprometida para casarse, y yo era una nena.

Mis padres disfrutaban tanto como nosotras las salidas al campo. Más no solamente a nuestras propiedades, sino recorriendo diferentes lugares de la provincia y del país. Nos encantaba ir a Pismanta para disfrutar de las aguas termales, o también éramos habitué de las Termas Centenario, que si bien es una construcción sencilla de adobe, las habitaciones eran sumamente confortables, con piletas individuales amplísimas. Además, la cocina casera era excelente y por si fuera poco, "cerraban" el hospedaje para la familia.

 

 

 

GALERIA MULTIMEDIA
1924 - Chalet Cantoni / Esta casa la compró el doctor Aldo Cantoni en 1924, cuando regresó a San Juan. Era propiedad de un señor Godoy, quien se había sacado dos veces la lotería y se radicó en Uruguay. Previo a la venta estuvo alquilada a Ruperto Godoy. Cantoni la compró en 30 mil pesos. Como tenía muy poco terreno, adquirió lotes colindantes, entre ellos, a López Peláez y De la Roza Ponte, encargando a la empresa Luis Constantini, de Buenos Aires, la parquización. Además hizo construir la torre estilo pagoda y una pérgola. Las verjas ya no están y parte de la torre fue derrumbada luego del terremoto. Asimismo el chalet debió ser reafirmado pues algunas partes se habían desplazado. A la derecha se le agregó un ala. En esta casa no sólo vivió Cantoni sino que también tenía su consultorio. La casa fue heredada por el senador Aldo Hermes Cantoni. (Foto publicada en el libro "El San Juan que Ud. no conoció", de Juan Carlos Bataller; proporcionada por Pablo Batista, de Optica Birle. Testimonio de Aldo Graffigna Cantoni)
Montbrun Ocampo con los Cantoni. Esta foto fue tomada en la finca de Aldo Cantoni, e Calingasta. Entre otros, aparece Rosalina Plaza, esposa del ex gobernador, mientras escuchan atentamente las interpretaciones del Carlos (a la izquierda con guitarra). (Foto publicada en el libro "El San Juan que Ud. no conoció" de Juan Carlos Bataller; proporcionada por Aldo Graffigna Canto)
Esta curiosa foto fue tomada en Jáchal y aparecen en ella, Aldo Cantoni, su esposa Rosalina Plaza y su cuñada, Isolina, que se casó con Carlos R. Porto (Foto publicada en el libro "San Juan que Ud. no conoció" de Juan Carlos Bataller)
Aldo Cantoni, que estaba alojado en la cárcel de Marquesado, debía declarar ante el juez José Ramírez por el proceso que se le seguía.
Ilustración de Miguel Camporro
Aldo corrió el cuerpo y conduciendo el automóvil se dirigió rápidamente al hospital Rawson. —Hijos de puta... Las balas eran para mí. Creían que yo manejaba-, dijo el futuro gobernador
Atentado contra Aldo Cantoni. Ilustración Miguel Camporro
1922 - Rosalina Plaza de Cantoni / En esta fotografía de 1922 aparece Rosalina Plaza de Cantoni, esposa del ex gobernador Aldo Cantoni, con su hijo Aldo Hermes, que en 1963 fuera electo senador nacional. (Foto publicada en el libro “El San Juan que ud. no conoció” de Juan Carlos Bataller – Proporcionada por Aldo Graffigna Cantoni)
1927 - Aldo y Federico comparten un almuerzo / En esta foto, tomada en febrero de 1927, tiempos de gobierno de Aldo Cantoni, se puede observar a los hermanos Aldo y Federico compartiendo un almuerzo en los salones del City Hotel. Están acompañados por el diputado por Jáchal Rafael Pérez Vela, entre otros.
1928 – Cantoni y Lencinas / El gobernador de la provincia, doctor Aldo Cantoni, posa al lado del jefe del radicalismo mendocino, doctor Carlos Washington Lencinas, quien vino a San Juan acompañado por el intendente de la ciudad de Mendoza, Francisco Arturo y otros dirigentes. Lencinas llegó el viernes 6 y se alojó en el hotel La Castellana. En la provincia participó de todos los actos organizados con motivo de la inauguración del “stadium” del parque. (Foto publicada en el libro “El San Juan que ud. no conoció” de Juan Carlos Bataller)
Aldo Cantoni