La legislación pionera: el legado minero de Sarmiento en San Juan

  Domingo Faustino Sarmiento asumió la Gobernación de San Juan en enero de 1862 con un objetivo claro: el futuro de la provincia estaba ligado a la minería. Por este motivo, enfocó todos sus esfuerzos en desarrollar esta actividad, reglamentarla y conseguir el apoyo del gobierno nacional. El prócer sanjuanino entendió desde un primer momento el potencial minero con el que cuenta nuestro territorio, y una de las primeras que tomó fue regularizar la mano de obra que realizaban las empresas.

Uno de los documentos clave que almacena el Sistema Provincial de Archivos y Dirección de Archivo General de la Provincia es un Decreto del Poder Ejecutivo provincial con fecha del 16 de julio de 1863, en el cual Sarmiento describe la informalidad en la que se encuentra el sector y cómo esto termina perjudicando a los trabajadores y a los mismos empresarios. "Para cortar con tan grave mal, el Poder Ejecutivo ha acordado y decreta: Art 1: Todos los contratos de sociedad para trabajar una o más minas, o para fundar o poner en ejercicio establecimientos de minerales que existen hoy, y que no consten de documento escrito, serán puestos en esa forma antes del 1° de septiembre del presente año.

Art 2: Antes del 1° de octubre de este año se presentarán los contratos escritos de compañía de minas o de establecimientos de metalurgia a la Diputación de Minas, para que se tome razón de su contenido". Establecía en sus dos primeros artículos este decreto que lleva la firma final del por entonces Gobernador de San Juan.

De esta manera, Sarmiento logró tener el primer registro de trabajadores y empresas en todos los emprendimientos mineros que se encontraban en explotación o exploración en la provincia. A su vez, tener un orden del recurso que se estaba explotando y el destino del mismo. Además, en los siguientes artículos del documento, se detallan específicamente las multas que se aplicarían en caso de incumplir con las legislaciones de trabajo vigentes, la presentación de contratos ante la autoridad de aplicación o la falta de "cuentas claras", según expresa el texto. .

Según los registros de la época, en San Juan, por esos años, existían varios emprendimientos mineros en actividad, como el del Tontal (plata y plomo) e Hilario (fundición de plata) en Calingasta; Chila (oro) y Salado (plata) en Iglesia; Guachi (oro) y de Gualilán (oro) en Jáchal; o Marayes (plata y oro) en Valle Fértil. La producción minera de San Juan en 1864, según las estadísticas de la época, fue de 5.250 pesos bolivianos de oro en pasta y 97.812 pesos de plata en barra y mineral.

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