El telégrafo y Sarmiento

En contraposición con otras naciones de la región, Argentina estaba rezagada en términos de comunicaciones. Mientras que en el Imperio del Brasil se efectuó la primera transmisión telegráfica en mayo de 1852 y Chile inauguró el primer servicio telegráfico de América Latina un año después, Argentina tardó en recibir los beneficios de la comunicación telegráfica. No obstante, una vez que inició el proceso de implementación de esta tecnología innovadora del siglo, el país demostró una notable celeridad en el desarrollo de su infraestructura.

El impulso hacia la revolución telegráfica en Argentina comenzó en 1868 con la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento, según lo explica el historiador e ingeniero Horacio Reggini en su libro "Sarmiento y las telecomunicaciones: La obsesión del hilo". Antes de la asunción de Sarmiento, las únicas dos líneas telegráficas operativas en Argentina eran aquellas que conectaban Buenos Aires con Moreno y Montevideo respectivamente.

La primera línea telegráfica pública en Argentina se inauguró el 11 de abril de 1860, corriendo paralela al recién inaugurado Camino del Hierro del Oeste entre Merlo y Moreno. Esta iniciativa, liderada por el francés Adolphe Bertonnet y respaldada por el gobierno provincial de Buenos Aires, marcó el comienzo del desarrollo de la infraestructura telegráfica en el país.

El segundo hito importante en el desarrollo del sistema telegráfico argentino ocurrió en 1866, cuando Bertonnet propuso un proyecto para conectar Montevideo y Buenos Aires a través de un cable submarino. Esta idea se materializó en 1864 con la instalación de un cable submarino a través del Río de la Plata, conectando Punta Lara con Colonia y luego Montevideo.

Con la llegada de Sarmiento a la presidencia en 1868, a pesar del contexto de la Guerra del Paraguay, se dio un nuevo impulso al desarrollo del sistema telegráfico en todo el país. En 1869, se firmó el contrato Hopkins para la construcción de una línea telegráfica que uniría las provincias del litoral entre Rosario, Santa Fe y Federación, Corrientes.

El plan de expansión del sistema telegráfico continuó con la creación de la Inspección General de Telégrafos en 1869, encargada de administrar y operar las líneas telegráficas en todo el país. Para 1870, ya estaban en funcionamiento 836 millas de líneas telegráficas, con otras mil en construcción. Este crecimiento continuó en los años siguientes, con la extensión de las líneas a provincias como Santiago del Estero, Tucumán, Salta, Catamarca y La Rioja.

En 1872, se alcanzó un hito significativo con la finalización de la red nacional de telegrafía, que cubría toda la República Argentina con 4.000 millas de líneas en funcionamiento. Durante este período, el número de telegramas despachados experimentó un rápido aumento, reflejando la creciente importancia y utilidad del sistema telegráfico para la comunicación en el país.

Además de la expansión a nivel nacional, Sarmiento también propuso la instalación de una línea telegráfica transandina para conectar Argentina con Chile. Esta iniciativa culminó en 1872 con la finalización de una línea telegráfica internacional entre Valparaíso y Buenos Aires, que pasaba por diversas ciudades de ambos países.

Finalmente, el sueño de Sarmiento de establecer una conexión telegráfica argentina con Europa se hizo realidad en 1874, cuando se utilizó un cable submarino que pasaba por Montevideo y conectaba Buenos Aires con Río de Janeiro, permitiendo la comunicación telegráfica con el continente europeo.

Este avance tecnológico significativo fue celebrado por Sarmiento y todo el pueblo argentino, marcando un hito en la historia de las comunicaciones del país.

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La historia del telégrafo
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