Hija de Alberto Castilla, primer concesionario Ford en la provincia, y
nieta del reconocido doctor sanjuanino Augusto Echegaray. Una difícil situación
la llevó a un mundo que, alguna vez, le habían prohibido: la cocina.
Bertha
Castilla de Passerón, más conocida como Bertie, nació en 1928; hija de Alberto
J. Castilla y Bertha María Echegaray Moyano. Fue la segunda de tres hermanos. La
primera fue María Elena, le seguía Bertie y por último Alberto
Julio.
Según
palabras de Bertie, Alberto Castilla era “un joven aventurero y codiciado”.
Castilla abrió la primera concesionaria de autos Ford en San Juan. Además, junto
a otras personas, fundó el Centro de Aviación Civil y fue el primer piloto civil
recibido en la provincia. Hacía “lupin”, compraba y vendía aviones. A su lado
solía estar Bertha, que soñaba con ser una piloto.
Cuando
Bertie tenía diez años sus padres la enviaron, junto a su hermana, a un colegio
inglés en Buenos Aires. En la mañana tenía las materias normales y en la tarde
cursaba las mismas pero en inglés. La escuela era nueva y recibía controles en
forma permanente. Por un inconveniente, en una de esas revisiones, la
institución cerró y las hermanas Castilla volvieron a San
Juan.
Llegó
1944. Al igual que a muchos otros sanjuaninos, el terremoto del mes de enero
cambió su vida. Junto a su familia se fue a la ciudad de Mendoza, donde vivió
durante tres años. Mientras estaba en la provincia vecina, cuando tenía
diecisiete, conoció a quien sería su esposo Rodolfo Passeron
Genoud.
Rodolfo
tenía 28 años. Era ingeniero agrario y veterinario, trabajaba como inspector de
YPF. “En esa época un hombre de 28 era un hombre serio, grande, adulto… al cabo
de tantas idas y venidas me invitó a salir”. Recuerda Bertie.
Cuando
ella cumplió 18, Passeron le pidió la mano y, un año más tarde, se casaron. En
esa época, por diferencias políticas, Rodolfo perdió su puesto como inspector.
Su suegro le ofreció trabajar en la concesionaria Ford de San Juan y se instaló
en la provincia.
A
los 20 años Bertie tuvo su primera hija y con solo 27 ya tenía cinco chicos.
Bertha y Rodolfo tuvieron diez hijos, la última nació cuando cumplieron sus
bodas de plata. La mayor es María Verónica y le siguen Alberto Juan José, María
del Carmen (Mayca), María Berta, María Adriana, Marcelo Rodolfo, que falleció;
María Estela, María Fernanda, Juan Pablo y María Eugenia.
Bertha
y Rodolfo vivían cómodos. Viajaban con frecuencia y disfrutaban del trabajo de
la concesionaria. Sin embargo, a fines de la década de 1970, por “malos
negocios”, la empresa que había fundado Castilla se decretó en convocatoria de
acreedores.
Para
quedar libres de deuda, y mantener limpio el nombre de Alberto, tuvieron que
vender varias pertenencias. El stress de la situación fue grande y Passeron
sufrió un ataque al corazón. Fue intervenido en Buenos Aires y logró
recuperarse. Volvieron a San Juan, pero la familia había quedado “en la lona”,
cuenta Bertie.
En
ese momento, una amiga le recomendó que cocinara. “En esa época no se usaba que
una chica criada como nosotros cocinara. Cambié los best sellers por libros de
cocina. Fui condenada, fui criticada. Me fue bien, me fue mal. Tuve éxitos, tuve
fracasos. Abrí un restaurant, no fue la expectativa que yo tenía. Después abrí
una casa de comidas en Mar del Plata y llovió toda la
temporada.”
Los
Passeron vivían en el Barrio Del Bono. Lo primero que Bertie hizo fue cocinar
por encargo para los vecinos de esa zona y del Barrio Residencial. Sus hijos se
encargaban de repartir “papelitos” con las entradas, platos principales y
postres que se podían elegir. Ella los preparaba y los chicos los
repartían.
Con
el tiempo se fue perfeccionando. Hizo cursos en Buenos Aires y hasta fue
promotora de BGH, daba cursos para enseñar a usar el entonces novedoso
microondas. Tuvo la oportunidad de organizar grandes banquetes, entre otros a
políticos como Videla y Menem. Sirvió en varios casamientos y cumpleaños en San
Juan y otras provincias.
Además,
durante la gestión de Maurín como ministro de Turismo, participó en la
celebración de la semana de San Juan en Buenos Aires. Pasó una semana en el
Hotel Sheraton aprendiendo junto a grandes chef y enseñando recetas sanjuaninas,
como las tabletas y el “pollo al Valle Fértil”, que fue una creación suya. En la
década del 90 llevó sus platos a la televisión, de la mano de Adriana
Luluaga.
Mientras
incursionaba en el arte culinario, en 1984, su esposo falleció. Rodolfo Passerón
dejó importantes huellas en la provincia. Fue gerente de la agencia Ford,
presidente del Club Banco Hispano durante 20 años, vicepresidente fundador de la
Bolsa de Comercio y fue uno de los socios propietarios de Ceramil, junto a Gómez
Centurión, Zunnino, Atán y Seguí.
Bertie
se dedicó a la alta cocina por más de dos décadas. Alrededor del 2008, al
cumplir los ochenta años, se retiró. Desde entonces, cocina sólo para sus amigos
y su gran familia.
Fuentes:
Bertha Castilla de Passeron
El
Nuevo Diario