Canción amarga para la acequia

 Autor: Antonio de la Torre

Viene acalorada
por el largo camino de greda.
Víbora musical de escamadas burbujas,
su cola es una fatalista ansiedad de distancia.

Su cabeza chata,
con su lengua trémula,
acaricia el labio seco de la tierra,
con una caricia fantástica.

A pesar de todo, su música
tiene no sé qué de honda
marea de angustia,
no sé qué de blanda muerte de burbujas.

Parece que inyecta veneno,
pues se congestionan
las venas morenas de toda la tierra
cuando ella se acerca.

Víbora, que bajas del cerro, con tu cascabel
sonoro en el vientre preñado de augurios:
música de sed.

Víbora que sabes cazar las estrellas,
palomas ingenuas detrás del milano blanco de la luna.

Tu vientre sonoro es un eco sensual
que alborota el valle.

Y buscas caminos de musgos
desde la montaña
hasta la pradera.

Te gustan las ubres negras de la viña.
Cubierta de sombra, detrás de los grillos, te acercas
y subes por las piernas combas de la parra
hasta los racimos cargados de mieles.

Víbora, hipnotizas el paisaje. Tienes
no sé qué en los ojos.
No sé qué en la lengua,
puñal de inquietud envainado en el cauce.

Eres tan sedosa y tan sigilosa
que los durazneros y las parras quieren
que te enrosques siempre como una caricia a sus piernas.

Fuente: http://www.antoniodelatorre.com.ar

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Antonio de la Torre
Canción amarga para la acequia. Autor Antonio de la Torre