Un clásico en Argentina, la carrera entre salarios, la inflación y el dólar. Como se trata de una competencia de antaño, vamos a considerar un periodo largo, para evaluar el desempeño de cada competidor. Vamos a considerar la performance de los tres en el siglo XXI.
A comienzos del año 2000, Argentina se asomaba a una de las mayores crisis de su historia económica, luego de 10 años de convertibilidad de la moneda, debilidad política del gobierno de la Alianza (De la Rúa presidente), por lo que los datos base de la competencia, corresponden a una fecha en que la economía no gozaba de buen estado de salud. Esto para evitar comparar datos con una situación floreciente que, sin dudas, nos llevaría a conclusiones pesimistas.
A comienzos del año 2000, un dólar costaba $1 (un peso), el salario mínimo vital y móvil era de $ 200 (200 dólares). En los últimos 20 años (enero de 2000 a mayo de 2021) la inflación fue de 8.378.66%. Si hubiera colocado $100 en dólares, tendría $ 15.000 en pesos, a la tasa de Inflación $8.378,66, y en salario mínimo vital y móvil, hoy cobraría $21.600.
La lectura de algunos datos nos lleva a concluir que el salario mínimo vital y móvil perdió en dólares el 32%, mientras que le ganó a la inflación un 29%. No obstante, no se ha considerado la inflación del dólar, que desde el año 2000 a la fecha acumula un 55% (a razón de 2,1% promedio por año). Esto significa que para adquirir los bienes que compraba con U$S 100 en el año 2000, hoy necesitaría U$S 155, o los U$S 144 dólares del SMVM de 2021, para mantener su poder de compra, requeriría un SMVM de $33.480.
En definitiva, el salario es tercero cómodo en esta carrera. Tanto en dólares como en pesos, a 21 años del siglo XXI, en Argentina, los asalariados, han perdido entre un 33% a 44% de poder adquisitivo, según como se mida. Esto se ve reflejado en el mayor esfuerzo en cantidad de sueldos que se necesitan para adquirir una propiedad, un automóvil o costear una carrera universitaria.
Post pandemia, ¿el salario podrá recuperar su poder de compra? Por el bien de todos, espero que sí.
(*) Economista
Fuente: Publicado en La Pericana, edición 255 del 12 de junio de 2021