Mario Antonio Conti y Lidia Josefina Munafó. Anclado en San Juan por amor y responsabilidad

La siguiente nota realizada por Carmen Vega Mateo, fue publicada en El Nuevo Diario, en la edición 652 del 15 de abril de 1994, en la sección La Nueva Revista.

 Son una pareja movediza, inquieta. Se los puede ver juntos o, más a menudo, cada uno por su lado en febril ocupación. En el medio está Jose, así sin acento, diminutivo de Josefina, una encantadora nena que es la única hija del matrimonio, que va y viene sola con total desenvoltura a pesar de sus pocos años. Encontrarnos con ellos para la charla fue más que cordial. Viven en un coqueto departamento en pleno centro, decorado con muebles que pertenecieron a la abuela de Lilí y que son realmente magníficos. A la entrada un viejo y enorme arcón que llama la atención inmediatamente. Y en seguida, el infaltable café para introducirnos y conocernos.

Mario Antonio Conti nació en Tucumán, en la localidad de Monteros. Le dice la "rosa de abolengo" a este sitio, porque es la cuna de Julio Argentino Roca. Su cumpleaños lo celebra los 14 de febrero y agrega: "Yo soy del ''30 (1930) cómo dice el guapo del tango"

—¿Y tus ancestros?
—Mis abuelos paternos eran italianos y los matemos criollos entroncados con la independencia nacional. Conozco muchos hechos contados por la familia. Por ejemplo, el coronel Bringas Núñez —que fue enemigo de Rosas y decapitado por éste—era tío de mi abuela Justina y este coronel estuvo en las guerras por la independencia.

Aparece Jose y se sienta a compartir con nosotros la entrevista mientras descuidadamente se come una tras otra las galletitas que ha servido su mamá.

—¿Dónde estudiaste, Mario?
—Hasta tercer año en Tucumán, después ingresé en la Escuela de Aviación Militar en Córdoba de donde egresé como oficial de aeronáutica en el grado de Alférez, en 1950 y me dieron mi primer destino en Paraná. En una oportunidad, hice una apuesta con oficiales del ejército que eran paracaidistas que me decían que su profesión era una actividad riesgosa. Les aposté que cualquiera podía hacerlo, yo inclusive, así que lo hice y di tres saltos... nunca más repetí la experiencia y ni pienso... (risas) pero me regalaron de recuerdo una medalla de oro, fue en 1973. En 1978, cuando el enfrentamiento con Chile me convocaron al servicio activo —yo ya estaba retirado— y me enviaron a Cafayate con una escuadrilla de aviones civiles para hacer observación aérea sobre Chile. La municipalidad de Cafayate me dio un pergamino por el que me "ascendieron" a Brigadier General de los Valles Calchaquíes, imponiendo mi nombre a la avenida lateral de la pista de aterrizaje de la localidad!

—¿Por qué, qué hiciste para merecerlo?
—No sé. Se ve que les caí simpático. En serio, pero hice cosas que creo fueron muy importantes. Trabajé con los alumnos de primaria sacando espinitas y arreglando pocitos en la pista y entre los árboles yo tenía escondidos mis aviones y con alumnos del secundario, hice aviones de madera y caña, de utilería, y los estacioné sobre la pista. Tuve distintos destinos militares. Fui ayudante del Brigadier Federico Alsogaray, hermano de Alvaro, soy muy amigo de toda la familia a raíz de esto. Pero en 1961 perdí mi carrera en los famosos enfrentamientos entre azules y colorados. Yo estaba en el bando perdedor. Lo que pasó es que en aquel momento había un movimiento interno en las fuerzas armadas que se llamó de "los oficiales jóvenes" que pertenecíamos a los cuadros intermedios y desconocíamos los mandos de los generales, brigadieres y almirantes. Para ascender a coronel, comodoro o capitán de navío hay que tener acuerdo del Senado o sea, tienen que ser potables los candidatos a la autoridad política del momento. Siempre se ha dado esta puja porque en los cuadros intermedios está la verdadera fuerza de las verdaderas Fuerzas Armadas, los mandos superiores son políticos.

—Lili, y de tí ¿qué podemos contar?
—Bueno, soy sanjuanina, nací un 23 de mayo de 1939. Por mi padre mis ancestros son italianos y por mi madre franceses, por mi abuelo más exactamente que era francés: Bilella. Estudié en la Normal y me recibí de maestra pero no ejercí nunca, me dediqué a los negocios, tuve una boutique para niños que se llamaba Capriccio y que estaba en la Galería Provincial.

—¿Dónde lo conociste a Mario?
—En San Juan...
Y salta José para agregar:
—Por la lía Susana!

Mario decide organizar un poco el relato:
—Yo la conocí en 1970, había venido a visitar a la Difunta Correa porque mi padre era devoto...
Lill: Y por intermedio de una hermana de él lo conocí y salimos... Mario: Fuimos a bailar —¿te acuerdas de Ivanhoe?— allí fuimos y luego yo me volví a Córdoba. Yo había venido a investigar un avión caído y regresé en 1979 y ahí tuve la peregrina idea de ir a saludarla!
Lili: Así fue como nos reencontramos y volvimos a salir y nos casamos por fin!
Mario: Lo que más me gustó de ella es lo que tienen todas las sanjuaninas: simpatía y ese tonito tan agradable, pero también que me ofrecieran el cargo para administrar el hotel de Pismanta y ya me quedé.
Lili: Yo nunca lo vi de uniforme porque para entonces ya no estaba en la actividad militar, además estaba separado. Pero me gustó su personalidad, su carácter "machote" (risas y más risas). Así que nos casamos un 4 de junio de 1980.
Mario: En la misma fecha en que el coronel Perón inició la revolución del ''43.

—¿Cuál es tu tendencia política?
—Siempre fui apolítico y me decidí a participar ahora. Mi aspiración es formar un partido político sin políticos, por eso me enrolé en el MODIN. Todo lo que se ha escrito sobre Rico tuvo y tiene una intencionalidad y es totalmente diferente a lo que conocemos. Me olvidé de contarte que al perder entre azules y colorados, en la intentona por derrocarlos y al vencemos, nos separaron de la fuerza previa misión de ocho meses en Magdalena que, como sabes; es una prisión militar. Y después en 1968 me nombraron Director de Aeronáutica en Catamarca.

—Y contigo Lili, ¿qué pasó?
—Pues, dejé la boutique y me dediqué a Mario para poder estar con él en Pismanta. Estábamos más allá que acá. Además, nació Josefina, María Josefina la llamamos un 16 de diciembre de 1981. Allá en Pismanta no hay nada así que todo teníamos que llevarlo desde acá y Jose se crio entre gente grande y era la regalona de todos. Nos da muchas satisfacciones, es escolta de la Escuela Modelo.
—Con Lili tuve sólo a Jose pero yo tengo cuatro hijos de mi primer matrimonio, interviene Mario. Dos de ellos están en España y los otros en Tucumán. Por ellos tengo 18 nietos.

—¿Quiénes son?
—Mario Antonio que cumple 41 en abril y tiene cinco hijos; Graciela María, de 39 años y seis hijos; Mercedes María, que vive en Madrid y tiene también cinco hijos; y Rafael que está en Murcia y sólo tiene dos hijos. Son como conejos! tengo una cuenta de teléfonos kilométrica saludando nietos!

—¿Cómo fue tu paso por Pismanta?
—Muy exitoso. Tengo dos premios por mi actuación allí. El primero, en 1981, se llamaba precisamente "Pismanta" y lo instituyó Radio Sarmiento y en el rubro turismo hotelero me correspondió mí. Y en 1985, desde Portugal nada menos, recibí un premio como gerente del hotel. Nunca supe por qué me lo dieron. Sí sé que había que concurrir a Brasil a recibirlo y el gobierno de San Juan envió al Secretario de Estado cuando en realidad debía haber ido yo... era un premio a nivel mundial y finalmente me entregaron la estatuilla -muy linda- al regreso del Secretario.


 Tanto Mario como Lili tutean a todo el mundo con una cordialidad perenne, pero entre ellos, íntimamente, se tratan rigurosamente de "usted".
—iSólo cuando estamos enojados nos tuteamos!. .
—A tal punto que un amigo, el comodoro Testa nos decía: "siguen peleados todavía, desde que los conozco siempre están peleados, ¿cuándo se van a tutear?".

—¿Cuánto tiempo estuviste administrando el Hotel de Pismanta?
—Estuve siete años, del 80 al 87. Entre otras cosas hice construir la pileta cubierta para agua termal y llevé el casino. Allí en el Casino, Josefina aprendió a caminar y a hablar porque los croupiers le enseñaban! Después de las palabras papá y mamá aprendió "no va más!" Era lo que vivía.

—¿Qué pasó después de Pismanta?
—Hay cosas que no quiero contar porque pueden perjudicar mi naciente carrera política. La historia argentina desde 1950 al ''61 la viví desde adentro con todos los personajes que participaron, desde el general Lanusse, pasando por Perón, Frondizi, Illia.

—Y hoy, ¿a la vuelta de todo lo que pasó en el país?
—Es una situación difícil, pero mundial. Nosotros estamos insertos. Donde una macropotencia como Estados Unidos impone las condiciones a los súbditos y no podemos rebelarnos. Yo estoy con la rebeldía, pero no puedo ejercerla. Y el ejemplo está que, los que no aceptan, como Cuba, Haití, Irán, se mueren de hambre. Me enferma lo que están haciendo Menem y Cavallo pero sé que no tienen alternativa. Cualquier otra cosa sería peor. O sea que los que luchamos contra esto somos quijotes contra molinos de viento.

—Pero, ¿no es esto una lucha sin sentido?
—Sí. Por muchos años. Pero soy un convencido de que hay un principio de la física que se aplica en todos los aspectos de la vida: "toda acción genera una reacción". Este capitalismo liberal y deshumanizado va a generar una reacción que no sé qué dirección va a tomar, de qué intensidad ni de qué signo.

—¿En qué andas ahora, Mario?
—Cuando dejé Pismanta pasé al Ministerio de Economía para desempeñarme como asesor y poco después compré la confitería "Mathías" que conservé hasta el ''91. Actualmente desarrollo tareas varias, te diría que soy un "cuentapropista": administro un edificio, soy comentarista radial sobre política y hago publicidad.

—¿Y tú, Lili?
—Llevarnos once años juntos y te diría que han sido muy buenos y lo siguen siendo. Tenemos una hija que nos da satisfacciones. Tratamos de ponerle límites pero no te olvides que es una "hija-nieta".
Mario: Tiene mucho carácter pero subordinada, diría militarmente!

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Lidia Josefina Munafó y Mario Antonio Conti, posan antes de la entrevista en su residencia.
Mario Antonio Conti y Lidia Josefina Munafó se tratan de usted, salvo cuando están enojados.
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