El nacimiento del Partido Bloquista

La historia se basa en hechos. Pero la historia la escriben los hombres. El nacimiento del Partido Bloquista está relatado por Juan Carlos Bataller en su libro “Un hombre llamado Amable Jones”. En estas páginas se reproducen tres notas de ese libro, que fuera Premio Nacional de Historia ADEPA 2002. El artículo fue publicado en La Pericana, edición 97 del 2 de marzo de 2018 e incluido en El Nuevo Diario edición 1806.

 1) Parte del diálogo con Sergio Bates, entonces director del diario “Debates”
—¿Cuándo aparece Cantoni con dimensión de lider?
—Le explico. Cantoni hacia poco que había vuelto a San Juan y había creado dentro del radicalismo el Club Baluarte, integrado en su mayoría por jóvenes que no acataban el predominio de los matuchos ni los orejudos.

—¿Pero siempre dentro del Partido Radical?
—Por supuesto. Es más, en el 18, Cantoni presidía el radicalismo pero aún no había tomado su estatura de caudillo. Cuando se producen los enfrentamientos para elegir candidato a diputado nacional en reemplazo del doctor Roberto Barrera, que cesaba en su mandato, Cantoni apoya a Carlos Conforti mientras otro sector, encabezado por los doctores De Vita y Lloveras sostienen la postulación de Marcial V. Quiroga.

—¿No llegaron a un acuerdo?
—Ocurrió que la convención radical, en una reunión donde hubo insultos, gritos y hasta algunos puñetazos, decidió postular a Marcial Quiroga pero ya Cantoni y los suyos se habían retirado. Federico renuncia la presidencia del partido y anunció abiertamente la disidencia, fundando el Partido Intransigente. No obstante apoyó en las elecciones a Quiroga, “sólo por disciplina partidaria”, según dijo.

—Las divisiones ya eran profundas...
—Le cuento para que se ubique. Para Cantoni era lo mismo que fuera Conforti o Quiroga, las diferencias eran mucho más profundas. A Cantoni y su gente le preocupaba la falta de definición de los otros sectores. Ni los matuchos ni los orejudos querían que las cosas cambiaran. Aunque... qué quiere que le diga: a Cantoni también lo movían intereses personales...

—¿Cómo les fue?
—Quiroga fue electo y... ¿sabe? con el ingreso de este médico sanjuanino Irigoyen alcanzó la mayoría en la Cámara de Diputados...

—¿Cómo queda la situación interna en el radicalismo?
—Como el comité nacional dió su apoyo a la gente que encabezaba Napoleón Rosselot, desde ese día no fueron más Orejudos: pasaron a llamarse nacionalistas, mientras enfrente quedaban los intransigentes, liderados por Cantoni.


 Ilustración de Miguel Camporro





2) El cine de Cantoni
Juan no lo podía creer. Era algo mágico. Un chorro de luz potente salía de la máquina y se proyectaba sobre la sábana blanca sostenida sobre la pared de adobe. Miró el lugar de donde provenía la luz intensa.
A pesar del deslumbramiento sintió el ruido de un motor en funcionamiento y la silueta de un vehículo. Felisa se tomaba fuerte de su brazo.
—Estos tipos deben ser medios brujos... —dijo la mujer. Y su cara regordeta enmarcada en gruesas trenzas quedó en silencio. Se acercaron al vehículo cuidando de no enfrentar a la luz.

—Juan, ¿estás seguro que viste este carro andar sin que lo tirara algún animal?
—Segurísimo. Algunos venían a caballo pero en el carro venían cuatro y andaba solo.

—¡Qué ruido hace!
—Fijate, esos hilos que salen del carro llegan hasta el aparato que produce la luz...

De pronto una voz potente se escuchó por sobre el ruido del motor.
—Amigos, esta noche van a tener la oportunidad de ver por primera vez, el más fabuloso invento llegado al país: el cinematógrafo. Lo que parecía imposible se ha logrado: capturar el movimiento. Yo les pido que presten mucha atención y que les cuenten a todos sus amigos lo que van a ver. Esto no es magia. Es ciencia. Recuerden: esto se los trae el Club Baluarte.

Juan y Feliza se acercaron al resto de la gente.
Eran veintiocho los lugareños y una veintena de niños que miraban con cara seria y ojitos grandes. Rómulo Acevedo había llegado con su mujer y sus tres hijos y se había sentado en un tronco, bajo el algarrobo. Su mujer permanecía de pie, a su lado, con el hijo más pequeño en brazos.
No era común ver gente de la ciudad por aquellos pagos de Niquivil en 1918. Pocos se animaban a hacer la travesia desde San Juan a lo largo de 120 kilómetros de ripiales y montes cortados por un camino de tierra que demandaba un día entero recorrer.

Rómulo no conocía San Juan pero estuvo algunas veces en Jáchal adonde podía llegar en tres horas si apuraba la marcha del animal. Niquivil era un caserio con paredes de barro y techos de caña, donde la vida era sólo el trecho que va desde el nacimiento hasta la muerte.
Como su padre y su abuelo, Rómulo trabajó la tierra, cosechó las aceitunas, cortó la alfalfa, cuidó los cabritos y esperó al patrón cuando este venía de Jáchal una vez por semana, a traer alguna mercadería y llevarse algunos corderos. Allí conoció a la Carmen con la que casi sin darse cuenta se fueron “acollarando” y un día levantaron el rancho propio, donde nacieron seis niños, de los cuales sólo sobrevivían tres.
Sólo este anochecer era distinto a los demás, en sus cuarenta años de vida. Y mientras el fuego se hacía brazas para asar un cordero, de pronto la luz comenzó a reflejar imágenes sobre la pared.
No era fácil distinguir con claridad los rostros. Pero era gracioso ver a esos hombres de traje y esas mujeres robustas que caminaban con pasos rápidos y cortitos, que se saludaban, que caían para levantarse rápidamente.
—Y todo sale de esa luz—le dijo Rómulo a la Carmen, que ni siquiera lo escuchó, absorta en la pared.

De pronto la pared dejó de proyectar imágenes y frente a la luz apareció aquel hombre jóven, de grandes bigotes y sombrero negro. Uno de los hombres llegados de la ciudad pegó el grito:
—¡Viva el doctor Federico Cantoni, carajo!

Alguien acercó un cajón, sobre el que subio Cantoni. Y este comenzó a hablar.
Su lenguaje sencillo, comprensible para todos y su voz varonil, fuerte y grave, seducía a la gente de pueblo. Era un discurso pintoresco, con términos hasta vulgares y ordinarios, plenos de picardía.

“Ya va siendo hora que el patrón doble el lomo sobre el surco y pague al obrero lo que corresponde. Vengo a decirles que esa hora se acerca y que los necesitamos a cada uno de ustedes para terminar con estos conservadores oligarcas que se han hecho ricos con el trabajo ajeno”—, decía Cantoni y en la noche de Niquivil hombres y muje res escuchaban, sin que un sólo músculo expresara lo que estaban pensando.

Cantoni bajó del cajón y se acercó a la gente.
Dio la mano uno por uno a todos los presentes.
— ¿Y vos como te llamás?
—Rómulo Acevedo, para servirle

—¿Ella es tu mujer?
—Sí, doctor.

—Vení que te vea ese ojo—, dijo Cantoni.

La mujercita se acercó a la luz y Cantoni la miró con detenimiento.
—Te has estado restregando mucho ese ojo. ¿Qué te ha pasado?
—Debe haberme entrado algo...
Cantoni sacó su pañuelo y lo pasó por el ojo de la mujer.

—Ya está. Ya salió la basurita. No te toques ahora, para que no se te inflame más.
Pronto se arrimaron otras mujeres para que el doctor les viera los hijos.

—Este niño está muy debil, vas a tener que darle de comer—, dijo a una.
—Es que se me ha terminado la leche y no puede mamar...

—Probá con la leche de burra. Eso te lo va a poner fuerte.
Cantoni se sacó la manta que cubría sus hombros.

—Abrigá a ese niño que debe tener frío—, dijo,entregando la manta a la mujer.
—Gracias doctor, Dios se lo pague.

—Vamos a comer que el cordero se pasa—,
se escuchó una voz.

Uno de los jóvenes venidos de la ciudad cortaba rebanadas de pan que entregaba a la gente. Otro les daba un pedazo de cordero. Bajaron del auto unas damajuanas de vino y pronto los jarros comenzaron a circular de boca en boca.

—Salud doctor Cantoni. Y ya sabe, estoy con usted paílo que necesite dijo Rómulo.
—Y claro que te vamos a necesitar. Tenemos que llegar al gobierno para cambiar las cosas.

Cuando ya entrada la noche el auto partió con rumbo a Jáchal, seguido por los hombres a caballo, el silencio y la oscuridad volvieron a reinar en Niquivil.
Juan se acercó a Rómulo, que permanecía pensativo junto al fogón que iluminaba ténuemente a su alrededor.

—Linda noche... ¿no es así don Rómulo?
—La mejor de mi vida.

—¿Lo dice por el cinematógrafo?
—No Juan. Lo digo por Cantoni. Este hombre tiene que llegar al gobierno pa’ que las cosas cambien.


 Esta foto es del ingeniero Angel Cantoni en su vejez, padre de Federico, Aldo y Elio. (Foto publicada en el libro “El San Juan que ud. no conoció” de Juan Carlos Bataller. Proporcionada por Aldo Graffigna Cantoni).


3 - Un hombre pura energía
Treinta años tenía Cantoni, en aquellos años 20. Y en aquel ambiente provinciano su presencia no podía pasar desapercibida.
Porque no era un hombre común.
Era dinamita pura, energía concentrada. Federico hizo la escuela primaria en la Superior Sarmiento y comenzó el secundario en el Colegio Nacional, de donde fue expulsado por organizar una huelga, por lo que continuó sus estudios en el Colegio Nacional Agustín Alvarez de Mendoza.

Se radicó luego en Buenos Aires donde se graduó de médico en la Facultad de Medicina, en 1913. La sociedad sanjuanina recibió con curiosidad a aquel joven médico que volvía al terruño. Un título siempre daba prestigio. Más si su poseedor es hijo de un brillante científico. Federico tenía reservado, sin duda, un lugar expectante en la sociedad y se transformaba en un candidato apetecible para las chicas provincianas.

Pero Cantoni no era lo que la gente de alta sociedad esperaba que fuera.
Era Cantoni.

Inmediatamente se radicó en San Juan, abrió su consultorio y pronto los sectores más humildes de la ciudad fueron sus pacientes. En parte porque cobraba poco o no les cobraba pero en gran medida porque lo consideraban un gran profesional y un hombre que hablaba el mismo idioma que el pueblo.
Afiliado a la Unión Cívica Radical, organizó el Club Baluarte, que nucleó a la juventud del partido. Con un grupo de no más de medio centenar de jóvenes, el naciente caudillo salió a recorrer fincas, pueblos y lugares de trabajo. A diferencia de los viejos políticos, no rehuyó recorrer distancias a caballo o en antiguos autos por intransitables caminos para cautivar a la gente con su discurso en defensa de los obreros y con duras críticas hacía el propietario que los explotaba.

El padre, Angel Cantoni, no era el inmigrante común de aquellos años que llegaba a la Argentina en busca de un futuro mejor, huyendo del hambre y las necesidades. Venía de la Alta Italia, donde había nacido en Carbonara de Tescino, en Lomellia, el 28 de noviembre de 1853.
En la universidad de Pavia obtuvo el título de agrimensor en 1872, con 19 años, graduándose de ingeniero de Minas en la Academia de Freyberg, Sajonia, en 1882.
Una firma de Alessandría –Miguel Torres e hijos- lo contrató y en 1887 lo envió a San Juan para estudiar el mineral de Sierra de La Huerta.

Terminada su tarea, el ingeniero Cantoni regresó a Italia donde contrajo enlace con una italiana de origen irlandés, Ursulina Aimó Boot, dama de una voluntad a prueba de hierro y un carácter muy fuerte.
Fue entonces cuando se lo llamó para dirigir la Sociedad Minera Andina constituida en Buenos Aires.]

Pero el ingeniero ya había hecho suscontactos y pronto se vino a vivir definitivamente a San Juan donde fue designado en 1891 profesor de la Escuela de Minas, teniendo a su cargo las cátedras de Mineralogía, Geología y Paleontología.
De este matrimonio formado por un científico tranquilo, estudioso, dedicado con amor a su profesión y una mujer de sangre irlandesa y fuerte personalidad nacieron tres hijos.
El mayor de ellos se llamó Federico José María y nació el 12 de abril de 1890. Luego lo seguirían Aldo, en 1892 y Elio en 1894.
Federico no se parecía en nada a su padre. Él era la acción, la fuerza.
Sus colaboradores le tenían una fidelidad absoluta, en la que se mezclaba el respeto y la admiración. Estaban prontos para satisfacer sus mínimos deseos y lo imitaban en los gestos y las palabras.

Cuando le convenía se hacía el bruto pero tenía una buena formación cultural. Sabía interpretar el sentir del hombre común. Desaliñado en el vestir, era buen orador. Sus palabras la entendían todos.
Tenía una voz fuerte y grave. Adornaba sus discursos con dichos y frases, a veces con términos muy vulgares. Era temible para sus adversarios.
Pero nadie dejaba de escucharlo.

 La fórmula Federico Cantoni - Juan Estrella, en un afiche de campaña

La fecha de nacimiento
Si bien el bloquismo considera su fecha de fundación el año 1918 es de ley decir que en ese año Federico Cantoni comienza a liderar un sector de la Unión Cívica Radical, diferenciándose claramente del sector que respondía a la línea nacional.
Una prueba de ello es que participa de las elecciones tanto para diputado nacional en el 19 como la que consagró a Amable Jones como gobernador.
Lo que ya había comenzado a gestarse es el llamado “block” o bloque legislativo que sería la base del partido.
Como Unión Cívica Radical Bloquista su primera elección fue el 1923 y consagró a Federico Cantoni como gobernador y Juan Estrella como vice.

 1921- En plena campaña / Esta borrosa foto merece ocupar un lugar por su valor histórico. Comienzo de los años 20. En uno de los recorridos en plena campaña proselitista, el auto no quiso seguir andando. Uno de los que tira (el primero en el extremo derecho de la fotografía) es el doctor Federico Cantoni. (Foto publicada en el libro “El San Juan que Ud. no conoció” de Juan Carlos Bataller; proporcionada por Ursulina Cantoni)






 1921 – De campaña a caballo y en auto / En plena campaña política, Federico Cantoni recorría los caminos de San Juan. A veces en automóvil. A veces a caballo. En la foto aparece, con sombrero, montado en un caballo. En la imagen se observan los coches de aquella época, con sus ruedas de auxilio atrás. (Foto publicada en el libro “El San Juan que Ud. no conoció” de Juan Carlos Bataller; proporcionada por Ursulina Cantoni)







 1925 - Los Hermanos Cantoni junto a su madre / En esta fotografía de 1925 aparece doña Ursulina Aimó Both de Cantoni, acompañada por sus hijos: Aldo Cantoni, nacido en San Juan el 25 de junio de 1892; Federico José María, que nació el 12 de abril de 1890 y Elio Cantoni, nacido en 1894. Los tres eran médicos. Se cuenta que doña Ursulina era una mujer de carácter muy fuerte y fue la verdadera jefa de la familia. (Foto proporcionada por la familia del doctor Leopoldo Bravo).






 1924 - Cantoni y Lencinas / Igual que los Cantoni en San Juan, los Lencinas marcaron una época en Mendoza. Fue el caudillo mendocino José Néstor Lencinas quien presentó a Federico Cantoni al líder radical Hipólito Yrigoyen. En esta foto de los años ´20 aparecen, sentados, Aldo Cantoni, Carlos Washington Lencinas y Federico Cantoni. Detrás, parados, Francisco Arturo, López González y Elio Cantoni. (Foto proporcionada por la familia del doctor Leopoldo Bravo)







 1931 – Federico Cantoni votando / Las elecciones se realizaron el 9 de noviembre de 1931. La fórmula Federico Cantoni - Vicente Cattani obtuvo 21.130 votos, lo que representaba el 70,1 por ciento de los votos emitidos. En esta fotografía se ve a Cantoni en el momento de emitir el sufragio. (Foto publicada en el libro “Federico Cantoni. Hacedor del San Juan del Siglo XX. Confesiones, relatos y algo más sobre mi padre”, de Ursulina Cantoni)











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