El siguiente artículo fue publicado en La Pericana, edición número 15 del 17 de junio de 2016 e integró la edición 1725 de El Nuevo Diario
Sarmiento
colocó a su frente a don Gustavo Grothe, técnico de prestigio.
Una
de las primeras gestiones del director fue ponerse en comunicación con
el ingeniero sanjuanino Saturnino Salas, jefe del departamento Topográfico
de la provincia de Buenos Aires, pidiéndole el envío de los antecedentes
sobre la organización y trabajos realizados por la institución a
su cargo. Salas correspondió como buen hijo de su tierra.
En
esta etapa efectuaron tareas de campo en vista al establecimiento por
la ruta Jáchal, Guandacol, Chilecito, etc.
Por ley del 27 de 1862 se estableció:
“Art. 1º. Autorizase al poder Ejecutivo
para que con los conocimientos del Departamento Topográfico, establezca vías públicas
de treinta varas de ancho que partiendo de cualquier punto de las calleas
anchas, sirvan cómodamente al comercio interior y exterior de la provincia.
Art
2. Las calles de la población urbana serán en lo sucesivo de veinte varas
de ancho, tomando por base la línea central de ella y con arreglo al
plano establecido.
Art
3. El ensanche del que habla el artículo anterior, se practicará conforme se
especifique o se renueven los actuales edificios y murallas.
Art
4. La calle que limita la quinta Normal por el naciente será ensanchada de
treinta varas, desde la ancha del Norte a la del Sud, debiendo hacerse la
expropiación con arreglo a la base que establece el art. 2ª y el ensanche se
tomará al costado más convenga.
Empedrado
Se firmó un contrato con don Enrique Nangles, por el cual éste se transformó en
empresario encargado de continuar con el empedrado de las calles. El mismo debía
ser abonado por los propietarios, dando motivo a enojosos pleitos.
El
conflicto más grande se produjo cuando se solicitó al Rector de la Iglesia
Catedral que abonase $157, 25 en concepto de empedrado.
El
4 de noviembre de 1862 contestó el rector al contador general don Isidro Quiroga.
Decíale entre otras cosas: “El asunto a que V.E. se refiere fue ventilado y
resuelto a favor de la iglesia, en la época de la administración de
Virasoro, mediante la exposición que hice oportunamente, de que el templo no es
propiedad del Cura, y sí lo es de pueblo cristiano, católico, como local
destinado para reunirse éste a cumplir con los deberes sagrados
que la religión le impone… es también indudable que a ellos
corresponde la conservación y aseo del mismo santuario…”.
Agrega más adelante que Virasoro consultó el problema con otros entendidos ya
arribó a las mismas conclusiones, por eso mandó reparar el atrio de la iglesia
con obreros del gobierno.
Fuente:
“Historia de San Juan” de Carmen P. de Varese y Héctor D.
Arias. - Editorial Spadoni S. A. 1966