San Juan de 1810, decidida a enfrentar los cambios

   

San Juan tuvo reacciones particulares entorno a la Revolución ocurrida en mayo de 1810. Estos fueron los aspectos que hace unos años, el historiador sanjuanino Edgardo Mendoza, destacó.  Según sus palabras, la provincia pertenecía a una zona que formaba parte, genéricamente, de lo que se llamaba el Virreinato del Río de la Plata. Eran grandes extensiones de tierra que iban desde lo que ahora es Bolivia hasta la Patagonia, y que dependían de España. 

 “Había distintas provincias, unas más importantes que otras y que dependían en ciertos momentos de una respectiva ciudad o de otra. En este caso, San Juan por momentos dependió de Tucumán y por otros, dependió de Córdoba. Era una ciudad pequeña pero muy corajuda”, dijo Mendoza. 

San Juan consistía prácticamente en tierras desérticas aisladas absolutamente de todo, encerradas entre Cordilleras. “Para acercarnos a otros centros poblados como podían ser las ciudades chilenas o las ciudades de La Pampa, había que recorrer cientos de kilómetros en carretas o en mulas. A pesar de todos esos inconvenientes, San Juan había logrado mantenerse y crecer. No era una ciudad pujante pero sí corajuda que aguantaba lo que viniese”.

Frente a la esperanza de libertad que construía un país convulsionado que se enfrentaba a España, en San Juan, al igual que en otras ciudades, se comenzaron a vivir circunstancias que respondían a la idea de un país independiente. En el proyecto de independencia, donde más trabajó San Juan fue en la construcción del Ejército de los Andes, cuya tarea realizó José de San Martín y cuya base fue el pueblo sanjuanino que cruzó la Cordillera, por territorio sanjuanino, venciendo en Chacabuco y contribuyendo con los chilenos a que ellos también sean libres.

En lo económico San Juan tenía bases pequeñas y de cierta manera limitadas, pero muy serias y aferradas para sobrevivir. Una de ellas era todo lo relacionado con el transporte. En San Juan nacían y se criaban mulas de muy buena calidad, eran animales que se llevaban hasta Potosí para trabajar las minas, o que también servían para llevar y transportar mercadería a través de los Andes.

En aquel entonces, la producción de lo que hace a la agricultura, hacía a San Juan una ciudad prácticamente autónoma. Existía gran producción de trigo y verduras por lo que no se esperaba ningún producto que viniese de afuera, según los aportes que hizo el historiador en su momento.

“Además teníamos una muy buena producción de todo aquello que se podía obtener de las parras, de las viñas. En este caso no solo teníamos vinos de buena calidad sino también aguardiente. Como curiosidad, el aguardiente sanjuanina que llegaba a tener hasta 23 grados, era la mejor del país”, escribió Mendoza. 

La minería, o al menos el comienzo del gran desarrollo de ella también formaba parte de las actividades provinciales. La explotación minera era de tipo vetaica, se encontraba alguna veta de algún material y comenzaban a meterse a lo largo de esa veta hasta que se agotaba. En ella había algo de producción de oro, de azufre y de plomo, que junto con la agricultura y la crianza de animales era lo que permitía que esta ciudad corajuda enfrentase los sucesos de mayo y fuese parte de lo que fue la independencia”.

Si bien vale aclarar que San Juan no estuvo presente en la chispa que afectó a Buenos Aires, donde se constituyó una Junta de Gobierno, su apoyo hacía la construcción de un país libre de españoles siempre fue positivo.

Según Mendoza, “la crítica que hicieron los españoles fue decir ¿“Cómo ustedes que son tan democráticos, han tomado decisiones sin consultar a sus propias provincias?. No, no, no ya lo vamos a hacer, respondieron loa argentinos”. Cuando realmente se hicieron esas consultas, por supuesto que San Juan dijo sí por la independencia. ¿En la chispa de ese 25 de mayo? No, no estuvo presente pero pocas semanas después, sí”.

 

*Fuente: Diario La Provincia SJ el 25 de mayo de 2018

 

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San Juan recibió la noticia de la Revolución mucho tiempo después de ocurrida.
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