La insurrección de los aborígenes en la historia de San Juan

   Los primeros años de la ciudad de San Juan estuvieron marcados por condiciones de inseguridad, especialmente ante la amenaza de levantamientos por parte de los aborígenes. La primera manifestación de esta preocupación tuvo lugar aproximadamente tres años después de la fundación de la ciudad, en el año 1565. Los registros históricos indican que en ese momento, el Cabildo de San Juan envió representantes a Santiago de Chile en busca de ayuda urgente en forma de soldados.En colaboración con los representantes del Ayuntamiento de Mendoza, los procuradores de San Juan firmaron un documento público comprometiéndose a participar en esta causa. Fue una solicitud genuina de socorro, ya que la ciudad se encontraba en peligro. El siguiente episodio de insurrección se registró en 1616, y en 1632, debido a la grave situación provocada por el levantamiento de los indios de La Rioja, la misma situación se extendió por todo el territorio de San Juan, lo que llevó nuevamente a solicitar ayuda urgente desde Chile para la defensa.En 1636, también se registraron registros de un nuevo envío de ayuda desde Chile. Estos eventos pueden haber sentado un precedente en cuanto a la necesidad de cumplir con las obligaciones. En 1658 y 1775, la población de San Juan nuevamente se vio amenazada por los aborígenes. En 1658, se produjo la sublevación general de los indios de Tucumán, liderados por Pedro de Bohorquez, quien se autoproclamó rey de los calchaquíes y llevó a cabo ataques en el territorio sanjuanino.El temor a los indios perduró hasta finales del período chileno, afectando tanto a la ciudad de San Juan como a otras poblaciones de la región. En 1775, el superintendente de la villa de Hachal solicitó al cabildo de la ciudad un nuevo impuesto destinado a la defensa de la frontera de Mendoza para proteger a Hachal, que carecía de lanzas y fusiles para hacer frente a los constantes ataques.Es importante señalar que aunque existía temor por parte de los habitantes de San Juan hacia los aborígenes, estos últimos no siempre fueron los instigadores de los levantamientos. Según el libro "Historia de San Juan" de Horacio Vilela, los naturales de Cuyo, especialmente los huarpes, eran en su mayoría pacíficos y poco inclinados a la guerra. Sin embargo, bajo la influencia de los araucanos de los Andes y los levantamientos en otras regiones, tomaron las armas y se rebelaron.Los levantamientos indígenas de mayor envergadura ocurrieron en los años 1632, 1658, 1661 y 1666. Uno de los episodios más destacados fue el sacrificio de Amta Huaziul a manos del capitán Diego de Salinas y Heredia frente al Alcázar Calingastino, lo que resultó en la derrota de la nación huarpe.Los levantamientos en Tucumán, en 1658, también tuvieron repercusiones en San Juan, con incursiones en Valleferti y La Rioja. En todos estos casos, se requirió el refuerzo de hombres y recursos desde Mendoza y Chile para repeler los ataques.La rebelión de 1666, liderada por araucanos, pehuelches y pehuenches, afectó la zona cordillerana de Mendoza y mantuvo encendida la guerra de los aborígenes durante muchos años en la región cercana a San Juan, conocida como Valle de Uco.A lo largo de este período, el cabildo de San Juan tomó medidas para proteger a la población, como la compra de armas y municiones. Aunque San Juan sufrió menos que otras regiones como Mendoza y San Luis debido a los ataques de los aborígenes, estos eventos dejaron una huella en la memoria colectiva de la población como episodios de inseguridad y peligro.Fuente: "Historia de San Juan", de Horacio Videla.

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Hubo levantamientos en el resto del país, que tuvieron repercusión en San Juan.
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