Fábrica
de Galletitas
Fuente: Tiempo de San Juan - 12 de septiembre de 2022
Dilexis: promoción industrial con un pan bajo el brazo
En
la década del ’70, Sasetru era la principal productora de alimentos del país.
Tenía más de 10.000 empleados, 10 fábricas y presencia en Europa y América.
Todo el prestigio cosechado proyectó a la firma como la multinacional de
orígenes nacionales más importantes de Argentina. En 1976 Sasetru empezó a
construir la fábrica de galletitas de Albardón. Con el objetivo de expandirse
arrancaron con la edificación de una mole de cemento que permaneció durante
años inactiva.
El
inicio de la Dictadura fue demoledor para Sasetru. Los militares presionaron a
los propietarios de la firma, Jorge Salimei (padre), Ángel Seitún y Fermín
Trucco Aguinaga, para que informaran las nóminas de empleados de la compañía
como así también de los 256 delegados sindicales. Ante la negativa de los
dueños, empezó una etapa de persecución que fue en crecimiento.
La
firma entró en convocatoria y, desde el Banco Central, su vicedirector
Alejandro Reynal, presionó para la creación de un fideicomiso conformado por
"un club de bancos" que se haría cargo de la gestión de Sasetru. Sin
embargo, el verdadero objetivo era despojar a Sasetru de unos de sus activos
más importantes: el BISA, el banco que tenía la compañía.
El banco fue obligado a endeudarse y a girar créditos a firmas vinculadas al Gobierno que nunca fueron cancelados. El Banco Central y el Banco Provincia se negaron a financiar al conglomerado y la llevaron a la quiebra. A principios de 1981, la empresa con una deuda de más de 500 millones de dólares fue a la quiebra y obligada a vender el BISA al Bank of América, en una operación por la cual Sasetru no percibió ni un peso.
Sin
su principal activo y sin el dinero de la venta, Sasetru cerró sus puertas en
todo el país. La noticia salió publicada en los diarios más importantes del
mundo. Del esplendor a la debacle financiera, tituló el español El País.
En
Albardón Sasetru invirtió 25 millones de dólares. A medida que fueron decayendo
sus activos, la gran fábrica fue alejándose de la posibilidad de funcionar. En
1997, Dilexis compró la fábrica en un remate derivado de la quiebra de Sasetru.
Luego, se produjo una profunda crisis que terminó con el cierre de la empresa.
Finalmente,
en el 2011 la firma fue adquirida por Pepsico, que la operó hasta 2017 cuando
Alejandro Ripani, dueño de Tía Maruca, la compró y realizó una inversión de 5
millones de dólares en tecnología para duplicar la producción. La razón social
de la empresa continúa siendo Dilexis.
En mayo de este año Dilexis afrontó nuevos problemas: estuvo a punto de quebrar. Es que se le vencía el plazo para que la empresa presentara la conformidad con sus acreedores y evitar así el cierre. La deuda más importante era de $600 millones, con el Banco San Juan. Finalmente apareció una entidad que respaldó a Dilexis, evitó así la baja de las persianas. Los 300 empleados conservan sus puestos de trabajo y la industria opera con normalidad.