De palabras en juicios y prejuicios en torno a Antroponimia aborigen. De la pluma del Dr. César Quiroga Salcedo
Siempre se abría una brecha tentadora de peligrosas
transgresiones, particularmente cuando ellas reasumían prácticas seculares
vividas como normales.
De manera que se generó un sistema de
protección del padrinazgo a través de la institución del Parentesco espiritual,
institución que consistía en que los fieles incorporaban al parentesco de
consanguinidad un nuevo parentesco, igualmente inviolable, que era éste del
padrinazgo y compadrazgo, en todas sus formas, por su calidad de parentesco de
carácter espiritual. Para lo que se legislaron disposiciones muy precisas
durante la Sesión Primera del 3° Sínodo Limense, cap. 9. Acerca de lo cual dice
el P. Durán:
“En cuanto a la celebración bautismal se incluye una doble providencia,
referidas al patrinazgo (sic) y a la imposición de los nombres de los
bautizados. Para evitar que los indígenas bautizados se casaran entre sí
estando ligados previamente por el impedimento que nace del parentesco
espiritual (ahijados/as con padrinos/madrinas o viceversa), en cada pueblo o
parroquia de indios se señalaba un único padrino para todos los que bautizan, o
más según la necesidad, a los que por su idoneidad se les confiara la educación
religiosa de sus hijos espirituales. La designación de estas personas será función
privativa del ordinario (cap.9). Igualmente, para precaver la costumbre que
algunos indígenas, “no conocidos” por sus párrocos, tienen de reiterar sus
bautismos y matrimonios, ocultando la condición de tales tras los nombres “de
su gentilidad o idolatría” que aun llevaban, se les persuadirá que renuncien a
ellos; y a los que todavía no hayan recibido el bautismo, al momento de
hacerlo, se les impondrá un nombre “cuales se acostumbran entre cristianos
(cap. 11). (Durán 1982: 142).
(*) Ex directora del Instituto de Investigaciones
Lingüísticas y Filológicas Manuel Alvar (INILFI) de la FFHA de la UNSJ. Miembro
de la Academia Argentina de Letras
Fuente: Publicado en La Pericana, edición 452 del 10 de agosto
de 2025
Ver más artículos de Jugando
con las palabras