Tras el severo accidente de un jugador de polo, sus padres y su esposa discuten dónde debe permanecer; el caso llegó a la Corte Suprema.
El 11 de diciembre de 2010 la vida de Ignacio Ballesteros quedó suspendida. Mientras disputaba un partido de polo, sufrió un fuerte golpe en la cabeza y quedó en estado vegetativo.
Pero el drama no terminó allí. Sus padres y su esposa comenzaron una disputa legal por el destino de Ignacio, de 33 años, y el caso llegó a la Corte Suprema, que ahora deberá decidir dónde permanecerá el joven durante su recuperación.
Todo comenzó en San Antonio de Areco, donde Ballesteros jugaba un partido de polo y la yegua que montaba lo golpeó en la cabeza. "Estado vegetativo de mínima conciencia" y "cuadriparesia espástica" dice su historia clínica desde entonces, según publica hoy el diario La Voz del Interior.
Tras siete meses en el Instituto Fleni de Escobar, Ballesteros fue trasladado a Rosario por decisión de su esposa. Ese fue el inicio un serio conflicto entre la mujer y los padres del accidentado.
Tras la intervención de un juez federal y contra la voluntad de su esposa, los padres lograron llevarlo con custodia policial hasta Córdoba, de donde es oriundo el polista.
"Ojalá pudiera preguntarle dónde quiere estar y esto se acaba", se lamentaba hace una semana el padre de Ignacio, según consigna La Voz del Interior. El hombre denunció que su hijo no recibía en Rosario la atención necesaria. "Los derechos de Ignacio estaban siendo totalmente vulnerados", insistió su padre.
Por su parte, Gisela La Menza, esposa de Ignacio, dijo al diario cordobés que 14 profesionales cuidaban a su esposo todo el día.
A la espera de una resolución por parte de la Corte Suprema de Justicia, Ignacio permanece internado en Córdoba y las tres horas diarias de visita son compartidas por sus padres y su esposa, que viaja desde Rosario cada vez que puede.