Llena de detalles tan sencillos como encantadores, una mesa que refresca el clásico almuerzo de domingo y, seguramente, lo extienda hasta el atardecer.
A la sombrita, sacar la mesa al patio o al jardín arma el programa cuando
llegan los días lindos. Y con un par de detalles, como los faroles, se crea una
escena que alegra y transporta.
IDEAS
* Si las sillas no alcanzan, una opción válida es combinar
distintos juegos y lograr un conjunto original alternándolas con
gracia.
* Para evitar que un viento repentino ponga a volar las
servilletas, un detalle simpático es sujetarlas a los platos con los clásicos
broches para colgar la ropa de madera.
* Una idea fresca y poco
convencional es usar manzanas para identificar los puestos de cada uno (¡en una
de esas, quién sabe, se evita la discusión entre los chicos!). Pegamos el
cartelito a un alambre, lo clavamos en la fruta, y listo.
* Para escapar
de la habitual presentación de los cubiertos, se los puede colocar en latas de
conserva sin etiqueta para que cada uno tome su par al momento de sentarse a
comer. Como alternativa se pueden atar las latas con servilletas o recortes de
géneros que combinen con las tonalidades elegidas para vestir la mesa.
* Sin la necesidad de pasar por la
florería, armemos ramos silvestres en copas de cristal y distintos recipientes
de vidrio. Eso sí, lo que va a sorprender a todos es el agua tenida con
pastillas de colores que se consiguen en las jugueterías.