La Eterna Llama Votiva, homenaje a las víctimas del terremoto del `44

   La Eterna Llama Votiva es el homenaje de los presos a los más de 10.000 muertos y a una provincia que supo resiliar.

Ubicada en avenida Libertador y Paula Albarracín de Sarmiento -la única esquina de Casa de Gobierno-, la Eterna Llama Votiva es uno de los monumentos más icónicos de la provincia y es reconocido por la mayoría de los sanjuaninos, pero pocos conocen su historia. Este homenaje fue construido en el 2001 por un grupo de 10 internos del Penal de Chimbas, gracias a una acción conjunta entre el Servicio Penitenciario Provincial (SPP) y el Gobierno de Alfredo Avelín.

Quizá el protagonista más directo de esta historia sea el exdirector del SPP, Nicolás Manrique, quien en diálogo con este diario relató los entramados de este regalo a la memoria que construyeron un grupo de convictos deseosos de recuperar la libertad haciendo “buena letra”, y reveló los secretos mejor guardados de la obra.

Según cuenta Manrique, la obra fue propuesta por su gestión y aceptada de inmediato por el entonces gobernador Avelín, quien incluso fue quien decidió dónde estaría emplazada la misma. En un principio la idea era construir una gruta, pero ya con el sí, presentaron un boceto un poco más pretensioso, y ante una nueva respuesta favorable, comenzaron a elaborar los planos y a conformar un equipo de trabajo compuesto por internos con grandes conocimientos en albañilería.

A esta altura no resultaba tan novedoso que los presos salieran a trabajar a las calles de San Juan, ya que un poco antes los sanjuaninos habían sido testigos de estas labores con obras como el enrejado de la Casa de Gobierno; los cordones de vereda pintados de la avenida Libertador, en Desamparados; o las casas que levantaron en diferentes barrios de la provincia.

“Teníamos como eje de gestión contribuir a la obra pública mediante la reinserción social, empleando internos más allá de los muros de la cárcel. Seleccionábamos a quienes estaban cerca de cumplir su condena y, de ese modo, era un beneficio mutuo. Porque ellos se aseguraban una buena recomendación que los acercaba a las salidas transitorias, y la provincia obtenía mano de obra sumamente calificada”, aseguró Manrique.

A su vez, aclara que la situación no era la mejor y por aquel entonces Argentina comenzaba a entrar a una galopante crisis económica, por lo que conseguir los materiales no fue una tarea sencilla. Por ello, fue fundamental la bloquera con la que ya contaba el SPP, y el apoyo de empresarios que donaron todo tipo de insumos. “En ese tiempo el Estado no tenía ni para darnos de comer, tuvimos que rebuscárnosla”, cuenta Manrique, y explica que un testigo privilegiado de este hito fue el entonces Oficial Enrique Delgado, quien actualmente es el director del Servicio.

En su relato, el exfuncionario también resalta la habilidad de los internos y destaca que ellos mismos se encargaron también de levantar la capilla que se encuentra detrás de la Llama, incluyendo la construcción de todo su mobiliario mediante trabajos de herrería, carpintería y tapicería. Vale destacar que este templo cumple los requisitos de la Iglesia para celebrar misa: contiene un sagrario, un altar, cuatro hileras de bancos y la particularidad de un Cristo esculpido en madera que no está aferrado a una cruz. Originalmente, también estaba entronizada la Virgen de Santa Bárbara, pero actualmente se encuentra una figura de la Virgen del Valle.

Respecto al recuerdo que le quedó de aquellos días de trabajo compartidos con los presos, Manrique afirma que fue muy grato ver a este grupo de hombres buscando un mejor futuro. “Lo único que podían hacer en la cárcel era carcomerse la cabeza pensando, y nosotros los sacábamos a trabajar a la calle. Hasta el día de hoy suelo encontrarme en la calle con algunos de ellos y me saludan con mucho afecto. Entiendo que solo uno de los diez aún continúa detenido, la reinserción funcionó”, enfatizó.

Fuente: Nota publicada por Diario Huarpe el 15 de enero de 2024.

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